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De pintor de brocha gorda a redecorar Dior
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Por todo el mundo. ·
Su constante evolución ha permitido al artista hernaniarra Víctor Goikoetxea llegar con su pintura decorativa a países como México, EE UU o InglaterraEl caso del hernaniarra Víctor Goikoetxea es cuando menos llamativo. Pocos podían elucubrar cuando le veían con la ropa de pintor de brocha gorda que ... décadas después se convertiría en un artista de reconocimiento internacional, que ha trabajado en un gran número de países, con proyectos espectaculares desarrollados en edificios históricos y hasta trabajar con una emblemática firma de lujo como es Dior. Pero así es. Eso sí, como él siempre recalca, «por mucho que haga, para muchos seré siempre el del túnel», en referencia a uno de sus trabajos más conocidos, como es el paso peatonal que une el paseo entre las playas de Ondarreta y La Concha.
Su obsesión es cuestionarlo todo y ello le ha llevado a una evolución constante. De comenzar de joven a trabajar con el rodillo y la brocha a probar con las texturas de la pintura, para pasar con 30 años a dejarlo todo y acudir a París para formarse, comenzando una trayectoria artística que le ha llevado por buena parte del mundo. Pero siempre avanzando. «Da igual que algo desde el punto de vista del rendimiento económico funcione, siempre quiero ir más allá», recalca el artista.
Ese avance constante le ha llevado en su última etapa a afrontar trabajos realmente emblemáticos. Ya hace años fue el encargado de la reforma del salón de plenos del Ayuntamiento de Donostia, también lo ha hecho con los dos (el de plenos y el de actos) del consistorio de Hernani, y en estos momentos trabaja en la reforma del hotel carismático y referencia donde los haya como es el María Cristina donostiarra. «Es cierto que siempre he sentido un atractivo especial por edificios históricos», enfatiza. Pero es que ese camino le ha llevado también a participar en la renovación de una firma tan exclusiva como la de Dior.
«Dior abre una tienda cada semana por todo el mundo y tiene una línea marcada para decorarlas. Es la única marca de alta costura que utiliza la pintura decorativa en sus paredes porque en Francia esa pintura es un patrimonio nacional. En mi caso surgió casi por casualidad. Compro pintura habitualmente en Biarritz, ya que ofrecen aspectos que aquí no hay. Por ello tengo mucha relación con personas de allí vinculadas al mundo de la pintura. Un representante francés le habló de mi trabajo a una empresa que hacía los acabados de las paredes de Dior, vino y me ofreció unirme a su equipo».
De esta manera, afrontó su primer trabajo con la prestigiosa firma francesa en Londres, en su tienda más grande de Europa. «Dior en las paredes busca siempre acabados orgánicos, metalizados, todo muy manual, centrado mucho en la textura. Ese es mi mundo realmente». Posteriormente, unido a ese grupo, el de Hernani realizó varios trabajos con ellos en tiendas como la del Paseo de Gracia de Barcelona. Hasta que llegó el momento en el que la firma francesa contacta de manera directa con Goikoetxea para que se responsabilizara junto a otro socio de esos acabados de las paredes de las tiendas, con un primer encargo directo para una de sus tiendas en México. Hace dos años le llevó ya a encargarse de la tienda de Canalejas en Madrid, la más grande de España con 400 metros cuadrados. «Fueron 15 o 20 texturas diferentes», remarca. El camino no termina, ya que en pocas fechas acudirán a México para trabajar en otra de las tiendas de Dior.
Como señala Víctor, que utiliza apenas las redes sociales para vender su labor, el boca a boca es su mejor aliado. «Ven el trabajo que hago, les gusta y es la manera en la que me llegan los encargos». Una clara muestra de ello es el recibido desde Estados Unidos cuando estaban trabajando en la tienda de Paseo de Gracia de Barcelona. «Estando todavía en la capital catalana le llama a mi socio una empresa por teléfono para pedirle que vayamos a Miami para hacer los acabados de una villa de grandes dimensiones. Había que hacerla ya. No nos lo pensamos dos veces y allí nos plantamos. Un trabajo de dos o tres meses. Era la villa más cara en ese momento de todo Estados Unidos, 150 millones de dólares. La semana anterior, en la primera ocasión en la que ganó las elecciones, Donald Trump había dado allí una recepción privada a los 100 milmillonarios de Florida».
Un camino vivido desde la inquietud. «Dejé pronto de estudiar y comencé con 14 años a trabajar como pintor con un familiar. Pero sí es cierto que siempre mostré una inquietud por las texturas de la propia pintura. Aun cuando estaba tirando de rodillo y brocha, me gustaba hacer pruebas distintas con la pintura. Cuando con el paso de los años llegué a tener mi propia empresa, ello me llevó a realizar cada vez trabajos más finos y sofisticados», señala Goikoetxea.
Hasta que con 30 años decide dejar la empresa a los trabajadores e ir a París en busca de un sueño, dentro de ese camino en el cuestionamiento continuo. Animado por el profesor de arte Félix Rincón Arce, acude a la mejor institución posible dentro de esa formación, el Instituto Superior de Pintura Decorativa y Trompe l'oeil parisino. «Recuerdo que acompañado de un primo mío que tenía conocimientos de francés y, sin saber una sola palabra yo del idioma, nos plantamos allí. Mi primo me hacía de traductor. Al no saber francés rechazaron mi petición para formarme allí. Volví a Hernani para trabajar, pero a la semana siguiente hicimos el mismo camino y nuevamente fui rechazado. Hasta que en la tercera ocasión, vista la insistencia, aceptaron que hiciera una prueba y tras ella accedieron a inscribirme con la condición de que no ralentizara las clases por mis problemas con el idioma». También se ha formado en el Institut Guegan de Bretaña y en la Angel Academy de Florencia, en distintas etapas.
De esta manera comenzó una andadura que le llevó primero al hiperrealismo del trompe l'oil, el famoso trampantojo que no es otra cosa que el engaño al ojo. Una etapa pictórica en la que elaboró espectaculares murales de grandes dimensiones en los que uno parecía poder entrar, formar parte de ellos. «Sinceramente creo que en aquella etapa hubo una obra que ha marcado mi carrera, como fue la recreación de la escalera del 'Titanic'. Cuando abrió una muestra con obras de grandes dimensiones en Hernani, la visitó una persona vinculada a Titanic Exhibition, una exposición que circula por todo el mundo, y decidieron encargarme un trabajo que creo que ha sido mi obra más vista por el gran número de visitas que tiene. Diría que más que el trabajo que realicé en el túnel entre las playas donostiarras, que por su punto estratégico es contemplado por un enorme número de personas todos los años». De todos modos, eso no quita para que siempre le vinculen a esa obra, «allá donde voy, soy Víctor el del túnel», comenta con cierta ironía.
Su constante evolución artísticaa le llevó de manera natural también a la escultura. «No es otra cosa que pasar de lo bidimensional a lo tridimensional, era un tránsito casi obligado», afirma. Lleva años adentrado en el trabajo escultórico, que le ha permitido acudir invitado a ferias importantes como la de Art'Madrid 2025 celebrada hace escasas fechas. Eso sí, marcado también por el cuestionamiento y el trabajo con los distintos materiales. «La materia es algo que me fascina. Ver lo que te da la naturaleza e investigar lo que se puede hacer con ella», destaca un Víctor que no tiene idea de parar. «Si te digo la verdad, no sé qué haré dentro de un tiempo, no sé hacia dónde dirigiré mi obra, pero tengo claro que seguiré cuestionando, avanzando. No porque algo funcione en el plano comercial hay que quedarse ahí».
Rehúye, por tanto, de la zona de confort. Una evolución que le ha llevado también a adentrarse en proyectos de reforma integral de recintos especiales que requieren la coordinación de distintos gremios, con la colaboración directa de arquitectos. Uno de los primeros fue el salón de plenos del Ayuntamiento de San Sebastián, con un aspecto señorial que el trabajo de Goikoetxea ayudó a realzar.
Lo mismo se puede decir de la doble actuación llevada a cabo en el Ayuntamiento de Hernani en dos etapas distintas. El salón de plenos con un gran mural que recoge aspectos vinculados a la historia de la localidad como el caserío, el mundo de la sidra o las empresas siderúrgicas. «Es el lugar en el que se toman las decisiones más importantes del municipio y es una manera de recordarles su historia a la hora de afrontarlas», recalca.
Años después se encargó también de una reforma integral de un abandonado salón de actos de la casa consistorial hernaniarra, el más señorial. «Fue un trabajo que no tuvo nada que ver con el anterior, a través de una imagen antigua planteamos recuperar de la manera más fidedigna posible lo que fue el salón, realizando un trabajo importante también sobre los ornamentos».
Un camino que le lleva a estar involucrado en estos momentos en la reforma de la planta noble del Hotel María Cristina, un proyecto importante en otro edificio emblemático. Son trabajos para los que ha tenido que hacer labores de investigación histórica. Investigaciones que en muchos casos se han materializado en proyectos concretos, pero que en otros está todavía por ver. Es el caso del que ha realizado sobre los inicios de la relación de Eduardo Chillida con el hierro en la década de los 50, cuando vivió en Hernani. El genial escultor se acercó a una fragua del barrio La Florida y comenzó a trabajar con el hierro, elemento que acabó marcando su universal carrera. Víctor pretende que estos inicios de Chillida no se olviden y, además del trabajo histórico elaborado, plantea la construcción de una plaza que recuerde aquellos años.
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