Aitana Sánchez-Gijón | Actriz
«Mi personaje en 'La madre' es una olla a presión que está a punto de estallar y estalla»La intérprete protagoniza mañana y el sábado en el teatro Victoria Eugenia 'La madre', en el papel de una mujer que sufre el síndrome del nido vacío
Aitana Sánchez-Gijón encarna a una mujer que ve cómo su vida se derrumba cuando su hijo se marcha de casa en 'La madre', que ... llega este viernes y el sábado al Victoria Eugenia. Juan Carlos Vellido, Álex Villazán y Almudena Salort completan el reparto de esta función escrita por el francés Florian Zeller, autor también de 'El padre', que se ofreció en este mismo teatro en junio de este año con José María Pou al frente. 'La madre' es una historia que «cuestiona cuáles son los límites de la soledad, el vacío y la cordura», como explican los creadores de este montaje dirigido por Juan Carlos Fisher.
– Hay una cuestión en esta obra que pocas veces nos hacemos, al menos en voz alta: ¿puede una madre amar demasiado?
– Estamos ante un personaje que se siente muy estafada por la vida porque lo ha puesto todo en la crianza de sus hijos, en sostener un hogar, un matrimonio. Y como no ha tenido nada más, no se ha tenido a sí misma, entonces pone demasiado en ese amor, concretamente por este hijo. Me parece que a veces proyectamos en los demás nuestras propias necesidades y carencias y ahí pueda estar lo de amar demasiado. O quizás amar equivocadamente, más que amar demasiado.
– El autor dijo que en el corazón de esta obra hay una pregunta que a mí me parece aterradora: ¿quiénes somos cuando ya no somos necesarios?
– Ese es el núcleo, en efecto. Cuando has basado tu existencia en ser necesario para otros, te pierdes por el camino, no te tienes. Basar las relaciones en la necesidad es pan para hoy y hambre para mañana. Evidentemente necesitamos a los demás para poder vivir y sobrevivir, para sentir el calor y el amor. Necesitamos ayuda muchas veces y está muy bien prestarla y eso es lo que nos conforma también como sociedad. Pero una cosa es necesitar una atención en un momento determinado y otra es basar tus relaciones de afecto en la necesidad, es decir, en la carencia.
«Ana es una mujer que se siente estafada porque ha puesto todo en la crianza de sus hijos y en sostener el hogar y el matrimonio»
– A Florian Zeller no le gusta dar obras masticadas al espectador.
– Sí, desde luego. Más bien todo lo contrario.
– Me decía José María Pou, cuando vino con 'El padre', que el público se encontraba con un viaje inesperado. ¿Ocurre aquí algo parecido?
– Incluso multiplicado por dos porque en 'El padre' se entiende pronto que estás asistiendo a un proceso de Alzheimer, que estás dentro de la mente de ese personaje y claramente le pones el nombre. En 'La madre' el espectador queda mucho más desconcertado porque no sabe exactamente qué es lo que está pasando. Desconoce si esta mujer se ha vuelto loca o si está deprimida. No sabe si está asistiendo a momentos reales o imaginados. Creo que es de una complejidad mayor que la de 'El padre'.
Piedad o rechazo
– ¿Ana es un personaje inestable, muy emocional?
– Es una olla a presión que está a punto de estallar y de hecho estalla. Es una mujer frente a la que el espectador puede sentir bastante piedad por un lado, pero también provoca rechazo porque tiene una oscuridad muy grande. Cuando has basado tu vida en el sacrificio o en la entrega absoluta a los otros, o eres la Madre Teresa de Calcuta y estás trascendida, o vas acumulando muchos rencores. El estupor de no entender cómo has llegado hasta ahí, que has malgastado tu vida y ahora te quedas sola como la última rata en ese barco que se hunde. Todo eso genera frustración y mucha ira y Ana lo expresa, a veces sin filtros.
«Cuando basas tu vida en el sacrificio o la entrega absoluta a los otros, o eres Teresa de Calcuta o acumulas rencores»
– La presentan como una comedia negra. ¿Hay humor?
– Sí... Bueno, a ver, no es una comedia en absoluto, pero hay momentos en los que ese grado de crueldad, o de decir las cosas sin filtro, hace que sea difícil creer lo que sale de la boca de esta mujer. Entiendes la soledad y la depresión en la que está sumida, pero también la quieres matar, porque es tremenda.
– La barrera entre amar y poseer, tan conflictiva en una pareja, ¿lo es más de padres a hijos?
– Sí, porque como padres, tienes en tus manos a un ser que está creciendo bajo tu tutela y tu amor. Necesitan una base sólida, referencias que les permitan ser libres y crecer con las herramientas suficientes para luego desenvolverse en la vida. Si lo que estás haciendo es ahogarlos, generarles un sentimiento de culpa brutal, manipularlos y fagocitarlos; serán unos seres llenos de problemas y de traumas.
– Usted tiene un hijo y una hija. ¿Su experiencia como madre ha estado presente en la creación de Ana?
– Inevitablemente, tu experiencia vital es el saco del que extraes todas tus herramientas de actriz. Tengo la misma edad que Ana, también soy madre. Ya me ha volado un hijo y la otra está a punto. Así que entiendo profundamente lo que significa este momento vital, pero he tratado de trabajar desde la diferencia, porque eso es lo que me parece más interesante y lo que me permite construir un personaje independiente de mí. Al contrario que Ana, soy una mujer llena de cosas en la vida, además de la maternidad o haber tenido una relación de pareja larga. Soy una mujer con una vocación profesional brutal que me llena profundamente y estoy llena de intereses. ¡Es que Ana no tiene ni hobbies!, no le interesa nada, es una mujer que está en una apatía vital, concentrada en la falta, en lo que ya no tiene. Y mi vida es todo lo contrario.
«Al contrario que Ana, soy una mujer llena de cosas en la vida, tengo una vocación profesional que me llena profundamente»
– ¿Qué necesita de una obra o de un personaje para ir a por ello decididamente?
– Hay algo que es como irracional y que pasa por una inquietud en las tripas, por un desasosiego y por una excitación. Algo que no sé explicar exactamente con palabras, pero que te diría que me provoca unas sensaciones casi físicas. Suele ser un buen termómetro el hecho de que no pueda dormir la noche que leo el texto de la función por primera vez. Es algo que no me ha pasado siempre. He hecho algunas cosas en las que no me ha ocurrido de una manera tan automática y que, sin embargo, luego también han sido estupendas. Pero te aseguro que cuando me ha sucedido, el acierto es completo.
– ¿Qué sentiría como espectadora ante esta obra si no supiera nada de ella?
– Lo más probable sería sentir una mezcla de desconcierto al principio y después, poco a poco, iría entrando en el código que me proponen el autor y el director. Imagino que sentiría que estar dentro de la cabeza de Ana y que, como a ella misma le sucede, empiezo a confundir realidad y delirio de las pastillas que se toma 'para vivir', como ella dice.
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