El humor de un bufón libre y transgresor llamado Óscar Terol

Rechaza que se haya apuntado al negacionismo. Lo que quiere es «reivindicar la figura del bufón como enlace entre la actualidad poderosa que nos está asustando un poco y un público cómplice. Intento relativizar y tener un guiño con el espectador para que en el teatro, que es el único residuo que queda de libertad de expresión, pueda tener un momento de epifanía o, por lo menos, de reírnos».

No tiene intención «de dar un sermón» y procura que su humor «tenga siempre un mensaje, en base a reflexiones y a comportamientos». En la función se incluyen varias canciones que ha compuesto, «con las que creo que voy a sorprender porque hago algo más que poner acordes en la guitarra, tengo cierto gusto». Como cantante dice ampararse «en el humor» y se permite «el lujo de poder no expresar toda la emoción que como tal siento, quizás algún día llegue. Pero de momento hago trampa, canto bien de vez en cuando para exhibirme y también lo hago mal para protegerme».

Al ser donostiarra y actuar en su ciudad aprovecha para sacar la paleta del donostiarrismo, «aunque no es fácil ser cómico en Donostia porque aquí a los de afuera les abrimos las puertas y a los de casa les miramos un poco de otra manera». Cada función la trabaja para la ocasión y así «tener un detalle con el público y que las funciones no se repitan como chorizos».

«Hacer humor con la pandemia me lleva a una línea en la que puedo caerme a un lado o al otro». Siente que es «el único cómico que trata de esto desde el principio. Hablo de las mascarillas, de las vacunas, del virus y el límite lo pone la gente. Soy transgresor porque digo cosas que nadie ha dicho, no por el nivel de lo que digo».

Insiste en reivindicar el teatro «como el único reducto de libertad, donde se tiene el móvil apagado y no te graban. Lo que se vive es una ceremonia que la puedes llevar adonde quieras dependiendo de tu talento y del permiso que te va dando la mirada del público».