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Patrick Alfaya posa en el Kursaal tras realizar el balance de la 83 edición de la Quincena Musical. UNANUE
Patrick Alfaya | Director de la Quincena Musical

«Si la música ocupa más espacio en la formación iremos ganando público»

quincena musical ·

La 83 edición del festival supera las previsiones e invita al director a ser optimista con el regreso de espectadores a las salas de cara al año próximo

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Domingo, 28 de agosto 2022

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Antes de encarar un merecido descanso, el director de la Quincena Musical, Patrick Alfaya (Madrid, 1971), reconoce que ha sido un festival «bastante estresante», pero del que extrae conclusiones más positivas de las pronosticadas.

Esta edición ha superado todas sus expectativas. En los años buenos la taquilla solía rondar el 40% del presupuesto, esta vez ha sido más o menos así.

– Sí, porque habíamos presupuestado 1.900.000 euros, así que está por ahí. Habíamos previsto unos ingresos de taquilla de 470.000 euros brutos y hemos llegado a los 675.000, que es un 40% más de lo que esperábamos. Seguimos por encima de la media de otros festivales, pero el porcentaje de taquilla de muchos de ellos está creciendo porque la inversión pública está bajando.

¿También en Quincena?

– Hubo diferentes recortes hace años de los que no nos hemos recuperado. Estamos por debajo del 2010 en aportaciones públicas, cosa que entiendo porque ha habido muchas crisis y otros sectores como la sanidad que necesitan dinero. Pero nos defendemos bastante bien en cuanto a la programación. Ojalá hubiese más dinero para hacer producciones más ambiciosas pero, bueno, poco a poco.

La tendencia parece positiva. Dice que este ha sido el año de la recuperación.

– Cuando me pasaron el primer borrador del balance les contesté: «Revisad esto que no puede estar bien» (ríe). He visto butacas libres en el Kursaal, pero la caída (con respecto a 2019 y 2018) ha sido menos pronunciada de lo que habíamos augurado. El año pasado teníamos una ocupación del 100% y parecía un éxito, pero la realidad es que teníamos la mitad de aforo.

¿Han vuelto los abonados?

– Han bajado como un 20%. Muchos de los que antes tenían abono este año no han vuelto, pero sí han comprado entradas sueltas. El tener abonados nos da seguridad a la hora de hacer programas más arriesgados, porque tienes una parte del aforo cubierto. Cuando el abono baja, el público selecciona más y hay ciertos programas a los que no va a venir, por lo que esto es un arma de doble filo.

Arriesgarse

«Los festivales pecamos de conservadores. Hacer un Zelenka, un Martinů o un Janáček es remover un poco el tiesto y está bien»

Entonces, ¿hay o no hay crisis de público?

– Cuando hablo con otros festivales me dicen que tienen ocupación del 100%, pero muchos de ellos tienen aforos pequeños de 500 butacas. En Baden Baden, en el festival de la Filarmónica de Berlín, no han llenado en la gran mayoría y eso que es Alemania. Pero no me puedo permitir el ser pesimista con esto. Las artes escénicas tenemos el viento en contra, porque tenemos un público mayor y el joven aún esperamos que se incorpore, pero es muy 'de pantalla'. La sociedad hoy hace todo a través de las 'apps'.

En la era de la ansiedad y las redes, ¿faltan grandes nombres que atraigan a esos jóvenes?

– Hay grandes nombres, pero hay que tener en cuenta que el mercado del disco se ha hundido. Rosalía se reinventa cada vez que saca un tema nuevo, pero el 90% de nuestro repertorio está muy 'trillado': un disco de Beethoven es difícil de vender porque ya se ha grabado mil veces. A Petrenko, hasta que le hicieron director de la Filarmónica de Berlín, nadie sabía quien era y, ahora, todo son 'oh' y 'bravos'. Pero si no hay discos, no se pueden dar a conocer las nuevas caras.

¿Y cómo ha funcionado el programa '#ConversanDo' para redescubrir la música clásica?

– Ha ido bien, pero esta es una iniciativa que cubre a un sector muy pequeño de la población, invitamos solo a diez personas. Siempre digo que mientras la música no ocupe un mayor espacio en la formación de la gente de todas las edades, es muy difícil que vayamos ganando público. Podemos ir voceando por la calle las bondades de la 'Séptima' de Mahler que tampoco iba a surtir efecto. Nos guste o no la música clásica tiene una carga 'intelectual' que va con la edad. Pero, curiosamente, en la función de 'La tabernera del puerto' la media de edad bajó con muchas parejas de entre 30 y 40 años.

¿Por qué?

– No me lo explico, pero nos sorprendió mucho a todos. Además con una zarzuela, que se suele asociar a algo como 'viejuno'.

Los 'bestseller' son siempre ganadores, ¿no?

– Gardiner, la zarzuela, la EGO, las orquestas checas... Fueron todos fantásticos. La ópera llenó la primera sesión, la segunda no, porque coincidió con la víspera del festivo del 15. Pero me consta que hubo gente que repitió.

Además, al final se escenificó a bombo y platillo.

– Antes de empezar el festival ya habíamos recaudado el 100% de lo que había estimado así que, viendo que el público respondía, dije «dejémonos de semi-escena y vamos a darle a la gente un gran espectáculo» con tres cambios de vestuario y todo. Luego resultó que la ópera fue más barata que nunca porque decidimos no subir los precios, la más cara estaba en 80 euros.

También se han atrevido con repertorios poco habituales.

– En ocasiones los festivales pecamos de conservadores y siempre nos decantamos por lo mismo: la 'Quinta' de Beethoven, la 'Primera' de Mahler, el 'Carmina Burana' y la 'Patética' de Tchaikovsky. Pero resulta que, con esa mentalidad más abierta, ¡al final llevamos 15 años sin programar ninguna de esas cuatro! Cuando hablamos con Frankfurt les propusimos hacer la suite de Weinberg, muy desconocida, y había quien lo comparaba con Shostakóvich. Hacer un Zelenka, un Martinů o un Janáček es remover un poco el tiesto y está bien.

Por otro lado, ¿qué ciclos necesitan un empujón? ¿La danza ha despegado?

– Este año se ha llenado el Ciclo de Danza y eso que son 200 sillas. 'Aditu' estuvo muy bien y sorprendió mucho, pero el espacio de Tabakalera tenemos que pensarlo mejor. Es fantástico pero es una gran sala vacía y, cualquier cosa que quieras poner, ya supone desembolsar 1.000 euros. Donde creo que ha habido más irregularidad de asistencia es en el Ciclo de Órgano, a pesar de que ha sido uno de los mejores años con muchos organistas internacionales. Ha tenido muchos picos y valles, por ejemplo, para el de Maasaki Suzuki había una cola enorme para entrar, mientras que otros estaban al 40%.

«La Quincena tiene que ser motor de lo nuestro», dijo. Quizá programar intérpretes vascos en tan buen estado de forma sea una de las pocas consecuencias positivas de la pandemia.

– Que todo el mundo tenga claro que solo por ser de aquí no se les va a programar. Las orquestas extranjeras tiran mucho, pero si tenemos músicos de tanta calidad como Xabier Anduaga o Elena Sancho-Pereg que están libres, ¿por qué vamos a traer a otros? Tengamos en cuenta que hace veinte años no existía Musikene y hoy en día aquí se está formando gente de muy buen nivel que, además, están acostumbrados a salir al extranjero a estudiar y tocar. En las orquestas que han tocado este año había muchos musicos de todo España.

Montaje escénico

«He gestionado unos 50 títulos de ópera en mi vida, pero no vuelvo a hacer una ópera así, se necesita mucho más tiempo»

El año pasado aseguró que fue la edición más complicada en sus años de gestión. ¿Con qué sensación se va ahora de vacaciones?

– Nunca es un camino de rosas y ha sido bastante estresante. Sobre todo el haber decidido pasar de una semi-escena a una ópera escenificada en cuestión de siete días, cuando suele ocupar un mínimo de tres semanas. Fue una locura. He montado unos 50 títulos de ópera en mi vida, pero no vuelvo a hacer una ópera así, se necesita mucho más tiempo. Ha habido momentos muy tirantes, malas respuestas, nervios... Pero todos nos dejamos llevar por la emoción y la buena voluntad, al terminar, no nos creíamos el haberlo conseguido.

Siempre ha sido muy prudente, ¿ahora es momento de ser ambiciosos?

– El mayor reto es intentar que el público vuelva a los conciertos y hacer algo a los demás, salirnos de lo convencional. Han sido años muy duros pero no hemos cancelado ninguna edición, así que me veo con fuerzas de seguir mirando hacia adelante. Soy optimista pero con un punto realista, no creo que nos vayamos a morir de frío, pero esperemos a ver qué pasa este otoño.

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