Perfecta conjunción
Crítica de música ·
Partieron de un obsesivo minimalismo para llegar a la brillantez de Stravinsky, pasando por contrastantes sonoridades o armonías disonantes. Leif Ove Andsnes y Marc-André Hamelin regalaron ayer dominio del piano y de la música de cámara, en un despliegue de técnica y control sonoro difícil de superar. Su concierto, toda una lección de compenetración en un repertorio que la puso a prueba constantemente, fue, por ello, todo un lujo.
Casi agónico, el Adams con el que abrieron su concierto no les dejó ni respirar durante quince minutos en los que quedó más que claro el carácter percusivo del instrumento. Hecha de un constante minimalismo temático y sonoro, sorprendió por su nada sencilla rítmica, con constantes rebotes de motivos entre los dos pianos. Hipnótica y espectacular.
Schumann dio la oportunidad de descubrir el poder del dúo de elaborar líneas melódicas con colores bien diferentes a la obra anterior. Fue difícil distinguir de cuál de los dos instrumentos provenía el sonido, bellísimo y construido con un control del pedal milimétrico en ambos intérpretes. 'En blanc et noir' de Debussy nos acercó a un lenguaje más disonante y sirvió para constatar, una vez más, el depurado trabajo de conjunción rítmica y tímbrica de Andsnes y Hamelin.
Sin desmerecer a las anteriores, la segunda parte acogió a la, quizá, obra más potente del concierto, una 'Consagración' que exigió a los pianistas ser al mismo tiempo un solo instrumento y toda una orquesta. Podríamos destacar su impecable técnica, su nitidez sonora, su riqueza de ataques o dinámicas, porque no hubo una sola fisura, pero sin duda, lo que los hizo únicos fue su perfecta conjunción. Brillante.