«Las orquestas tienen que ser capaces de salir de su zona de confort»

– Usted ha dirigido en varias ocasiones en San Sebastián. ¿Qué opinión le merecen la ciudad y el festival?

– Me encantan. San Sebastián es una ciudad increíble y estoy muy feliz de volver. Aún recuerdo cuando dirigí a la Orquesta de la Radio de Colonia. El Kursaal es un auditorio maravilloso, con una acústica estupenda y el público es genial.

– La última vez que dirigió aquí fue en 2020, en plena pandemia, en un concierto con la Euskadiko Orkestra.

– Así es, me acuerdo perfectamente. Fue un programa con la Obertura 'Coriolano' y la 'Sinfonía nº 3, Heroica', de Beethoven.

– Esta vez llega con la orquesta de la que es titular desde 2018, la Filarmónica Checa, pero ha liderado también la Orchestre de Paris o la de Colonia, entre otras. ¿Qué es lo que más valora a la hora de asumir la titularidad de una orquesta?

– Estuve de director titular de la Orquesta de la Radio de Colonia ocho años. En esa época pude explorar otros repertorios y vivir otra etapa de mi vida. Cuando me propusieron hacerme cargo de la Orquesta Filarmónica Checa me sedujo su larga tradición. Además es una agrupación que reúne muy bien la tradición tanto del Este como del Oeste de Europa.

– ¿Qué cree que debe aportar un titular a una orquesta?

– (Risas). Todo, absolutamente todo. Es un tema muy complejo, Por ejemplo, yo creo que con la Orquesta Filarmónica Checa, como tiene mucha tradición, debo mantenerla, pero también desarrollarla. Todas las orquestas tienen una tradición, pero aunque la tengan, tienen que ser capaces de salir de su zona de confort. Como titular intento integrarme en la tradición de las orquestas, pero llevándolas a explorar otros repertorios, como por ejemplo de música contemporánea.

– ¿Hay grandes diferencias entre unas orquestas y otras? ¿En qué aspectos?

– La respuesta es muy simple. Las orquestas son como las personas, cada uno con su personalidad, sus características, su mentalidad, sus maneras de expresarse, cada uno tiene su cultura, al igual que un americano o un francés son distintos, y esa personalidad es lo que les da su riqueza.

– ¿Qué destacaría de la Filarmónica Checa?

– Es una orquesta que tiene una musicalidad extraordinaria y también el virtuosismo que sostiene esa musicalidad y esa expresividad.

– En 1908 Mahler dirigió a esta misma orquesta el estreno mundial de su Séptima Sinfonía, que es la que escucharemos este viernes en San Sebastián. ¿Qué supone para un director rememorar de alguna manera ese momento?

– Mahler es parte del patrimonio y del legado de la orquesta. Evidentemente, nadie tocará como si él estuviera delante después de tanto tiempo, pero lo sentirán como un gran orgullo, porque además Mahler nació en la República Checa.

– Cuando dirige esta obra, ¿qué intenta transmitir a los músicos?

– Con esta y con todas las obras que dirijo, siempre intento lo mismo, hacer una revisión exacta de la obra tal y como es.

– ¿Por qué entonces hay tantas versiones distintas?

– Porque cada persona ve las cosas a su manera. Todos no percibimos lo mismo frente a una pintura, una obra literaria o de teatro. Depende de la manera de mirar de cada persona y en la música ocurre lo mismo. Nuestra percepción en el tiempo puede cambiar y la conexión que tenemos en un momento determinado de la vida puede ser distinta en otro. Por eso las versiones pueden variar también.

– ¿Y qué busca transmitir al público?

– Mahler siempre dibuja un camnino en todas sus composiciones y sus sinfonías y en esta ocurre lo mismo. Eso es lo que deseo transmitir.

– Mañana ofrece obras de compositores checos. ¿Qué destacaría de este programa?

– La verdad es que no puedo destacar una sola cosa o autor, porque si lo hago los demás quedarían por debajo y no sería justo, porque todas son obras maestras.

– En este segundo concierto intervienen solistas, el Orfeón Donostiarra y las pianistas Katia & Marielle Labèque. ¿Dificulta la concertación el hecho de contar con tantos artistas distintos?

– El hecho de contar con varios solistas y un coro no lo hace más complicado, porque todos son necesarios para poder interpretar estas obras. Lo que sí es un reto mayor es la propia música. Siempre es un reto cambiar de una obra a otra, porque cada una tiene su camino, a veces están conectadas y otras no. En este caso hay una profunda conexión y los autores de las tres obras tienen raíces checas.

– ¿Hasta qué punto a un director con una carrera consolidada le puede influir la opinión del público?

– Yo creo que todos los músicos nos sentimos influenciados por el público, porque cuando subimos a un escenario queremos llegar a la gente.

– ¿Se percibe la recepción del público desde el escenario?

– Por supuesto, nosotros sentimos la energía del público.

– Usted es ruso, ha vivido en Estados Unidos y en la actualidad en Europa. A la hora de hacer música marca el origen?

– Todos tenemos raíces y están donde nacemos. Las mías son claramente rusas, pero he tenido la oportunidad de que mi vida cambie. Me mudé a Estados Unidos y llevo viviendo en Francia treinta y tres años. Yo lo comparo a un árbol, tiene raíces profundas, pero también le crecen ramas y cuanto más crecen esas ramas más impresionante es ese árbol.