«Ojalá no fuéramos tan sectarios como para dejar de escuchar a un artista por sus ideas políticas»
El músico madrileño regresa este jueves al Teatro Victoria Eugenia (19.30 horas) en el marco de su gira 'La canción de nuestra vida'
Ismael Serrano (Madrid, 1974) vuelve este jueves a San Sebastián con el espectáculo 'La canción de nuestra vida', donde repasa los temas de este último disco, «pero también otras de toda mi carrera», explica. Será un concierto con un «componente teatral importante», porque le gusta «contar historias y construir un relato en torno a ellas». El cantautor madrileño se siente a gusto en San Sebastián, «el público siempre me ha hecho sentir como en casa, me ha brindado su afecto y los conciertos siempre han sido muy bonitos», especialmente en el Victoria Eugenia, que «tiene esa magia en la que uno se siente cómodo».
– No va a ser un recital al uso de un cantautor solo en el escenario...
– Yo soy un tipo obsesionado con los relatos, creo que en todo recital hay un relato, como lo hay en una canción, como lo hay en tantas cosas. A mí me gusta construir ese relato, guionizarlo, teatralizarlo. Hay un componente narrativo siempre en los conciertos que para mí es importante y que ya lo hice en las giras anteriores y lo sigo manteniendo ahora, sí.
– ¿Le gusta que le sigan definiendo como cantautor?
– Pues sí, sobre todo en un contexto en el que casi la gente rehúye del término, porque está un tanto estigmatizado. Yo lo reivindico por el legado, porque creo que define bastante bien una sensibilidad, una forma, no solamente de escribir canciones, sino de estar sobre el escenario. Una cercanía, un empeño por cuidar la forma y el contenido de la canción. Creo que representa una tradición de la que yo me siento deudor y de la que me gustaría pensar que soy continuador. Un cantautor es algo más que un tipo que escribe sus propias canciones, denota la sensibilidad y, como digo, una forma de entender el oficio.
– Hay quien equipara cantautor con tristeza. ¿Comparte esa visión?
– No creo que el cantautor sea especialmente triste. Lo que ocurre es que a través de sus canciones también propone confrontar la realidad y eso a veces conlleva, no tanto la tristeza, sino una llamada a la reflexión. Es verdad que hay otros géneros que practican más el escapismo, que lejos de invitar a esa confrontación con la realidad, invitan a escapar permanentemente. Y hay otras canciones, otro tipo de música, que no habla tanto de nosotros y que tiende más a mirarse el ombligo y a hablar de temas como el amor desde el lado más romántico y cultivando otros clichés al respecto. Pero yo reivindico normalizar la tristeza como un sentimiento casi necesario para poder estar cuerdo.
«Yo reivindico normalizar la tristeza como un sentimiento casi necesario para poder estar cuerdo»
– Sin embargo, hoy más que nunca, la gente se empeña en mostrar lo feliz que es.
– Sí, bueno, eso es lo que imponen las redes sociales, mostrarnos permanentemente sonrientes como si no tuviéramos ningún problema. Yo creo que eso es síntoma de una sociedad un tanto enferma, donde tienes que estar fingiendo permanentemente, la tiranía de los cuerpos normativos que te dicen que tienes que ser de una determinada manera, que tienes que poner un filtro para ocultar tu edad... en definitiva, los filtros que ocultan nuestro verdadero ser en muchos aspectos.
– En unos días publica un disco sinfónico y va a ofrecer algunos conciertos junto a una orquesta. ¿Cómo afronta este reto?
– Será una experiencia distinta, supongo, porque lo sinfónico tiene un carácter más épico, más grande, más envolvente. Creo que es un sueño recurrente de todo músico. Es un formato que han cultivado desde Metallica a Raphael. Es como una fantasía recurrente y se nos dio la oportunidad de poder materializarlo. Haremos una gira el año que viene, pero será más discreta por las dificultades que entraña trabajar con una orquesta.
– Acaba de cumplir 25 años sobre los escenarios. ¿En qué ha cambiado en estos años Ismael Serrano?
– Supongo que lo que cambia cualquier persona... cuando tienes veintipocos años eres un muchacho arrogante que quiere conocer todas las respuestas, que se toma todo muy en serio, que está permanentemente a la defensiva, porque sientes las injerencias permanentes por decirte lo que tienes que hacer. Con el paso del tiempo te vas permeabilizando más, te vuelves menos solemne, eres padre y dejas de estar en el centro del relato, y eso es saludable, porque madurar es aprender a renunciar y a convivir con esas renuncias, y entender que el paso del tiempo no conlleva solamente una renuncia, sino también te regala la posibilidad de vivir cosas bonitas. Pero hay cosas que siguen ahí, yo sigo fiel a ciertos principios ideológicos, a una forma de entender la música, que para mí sigue teniendo ese carácter terapéutico que me ayuda a sobrellevar mis miedos, mis incertidumbres y demás.
– Y dentro de 25 años, ¿se imagina sobre los escenarios?
– Sí, me gustaría, ojalá más tranquilo, sin esta sensación de estar pedaleando la bicicleta permanentemente porque si no la bicicleta se cae. Ojalá pueda tomármelo con más calma, pero sí que me gustaría, por qué no.
«Son experiencias multitudinarias que tienen que ver más con la socialización que con la cultura de la música»
– Hoy en día llenar estadios está a la orden el día. ¿Cree que goza de buena salud el panorama musical actual?
– Bueno, creo que hay dos realidades. Por un lado va la industria de la música que tiene que ver con los grandes festivales, donde se asocia al artista con una marca y con una experiencia multitudinaria que tiene que ver más con la socialización que con la verdadera experiencia cultural de empaparse de la música, de atender a ella y de disfrutarla, interiorizándola de otra manera. Y luego están los músicos que hacemos teatros, salas, que a veces estamos más conectados con la gente del teatro que con la industria musical, que necesita de resultados inmediatos.
– Usted nunca ha dudado en mostrar su opinión sobre cualquier tema, social o político. ¿Cree que esa sinceridad le ha perjudicado en su carrera?
– Sí, seguramente. En el contexto actual, creo que la gente se está volviendo más sectaria y las redes sociales están radicalizando ese sentimiento. Aunque yo sea un privilegiado y me vaya muy bien, seguramente las cosas me hubieran ido de otra manera si me hubiera ahorrado ciertas opiniones, estoy seguro que las marcas no hubieran dudado en asociarse a mí de otra manera. Pero bueno, es que soy así, llevo expresándome así desde que tenía 18 años. Ojalá no fuéramos tan sectarios como para dejar de escuchar a un artista por sus ideas políticas.
– Si le pregunto por cómo ve el mundo hoy, ¿qué me diría?
– Que estoy preocupado, porque estamos asistiendo, por ejemplo, a un genocidio en directo y con una impasibilidad terrorífica, en mi opinión, en muchos aspectos. Estamos viendo cómo llevan cuarenta y tantos mil muertos en Gaza, estamos viendo cómo se pretenden militarizar las fronteras con una xenofobia que va creciendo y que se está alimentando por puro interés electoral de manera irresponsable, no porque exista un problema real, sino porque apelando a los miedos alguien piensa que va a obtener un crédito electoral, y eso es terrible, porque supone el auge de la ultraderecha, como lo estamos viviendo en multitud de lugares. En esta situación, creo que hay que ser valiente y hacer frente a esa tendencia, a ese empeño, porque no creo que sea un sentimiento generalizado, más bien es un sentimiento que se amplifica a través de los medios de comunicación fundamentalmente, porque hay un interés electoral detrás de todo esto.