Crítica del concierto de Mitsuko Uchida: Espiritual
Cada pianista tiene sus cualidades. Los hay con una técnica prodigiosa que les permite pasearse con sobradas capacidades por cualquier obra, aunque tenga la máxima ... dificultad. Hoy en día abundan los intérpretes de este tipo y también los que convierten sus actuaciones en espectáculo. Los hay también únicos por sus personales versiones o su facilidad para transmitir lo que está escrito en la partitura. Y, por último, hay algunos que son genios por su misticismo o su espiritualidad. Mitsuko Uchida pertenece a este selecto grupo.
Mitsuko Uchida
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Intérprete Mitsuko Uchida, piano.
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Programa Sonatas 'nº 30 en mi mayor, op.109, nº 31 en la mayor, op. 110 y nº 32 en do menor, op. 111' de Beethoven.
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Fecha 18-8-25.
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Lugar Teatro Victoria Eugenia.
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Asistencia Lleno.
La japonesa ofreció ayer las tres últimas sonatas para piano de Beethoven, obras de enorme profundidad. Si bien se trata de piezas complejas, el principal reto reside en conseguir un equilibrio entre lo intelectual y lo emocional, algo que Uchida logró con creces. A lo largo de su recital creó una narrativa unificada en las tres obras, de manera que en ningún momento se sintió una escisión entre los movimientos, sino una expresiva continuidad. Fue una maga en el manejo de las transiciones, regalando momentos de especial intensidad, como al final del 'Allegro molto' de la 'Sonata nº 31', de una hermosísima sonoridad y enlazado con un 'Adagio ma non troppo' celestial gracias a un control único del pedal.
El mimo al silencio, tanto como al sonido, fue otra de las constantes de una pianista que defendió los pasajes más endiablados. Todos los desafíos que encierra este último Beethoven fueron, por ello, transmitidos con coherencia e incluso amor. Su forma de exponer las fugas, los cambios de carácter, de la furia a la paz, se vivieron como si fuera una historia evocadora del intenso mundo interior del compositor, conformando una experiencia espiritual.
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