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Loquillo, el Elvis que nos merecemos
Ver al cantante sobre un escenario es la definición enciclopédica del rock and roll, no en vano es él quien lleva décadas escribiéndola
Muchos han sido quienes a lo largo de décadas se han colocado esa ansiada corona. La de 'el rey del rock' es una etiqueta que, ... por abuso o despotismo, poco o nada significa hoy. Quizá por ausencia de aspirantes dignos de tal arrolladora personalidad o quizá por un momento musical en el que hace tiempo coge polvo el pedal de distorsión, parece más adecuado continuar venerando a los reyes de siempre.
Porque hay tipos que de tanto creerlo, han terminado por convertirse en ello. Ver a Loquillo sobre un escenario es la definición enciclopédica del rock and roll, no en vano es él quien lleva décadas escribiéndola. Casi dos metros de movimientos medidos, pasos prohibidos, gestos milimétricos y espasmódicos al ritmo de cada 'groove'. Por allí, una sacudida con el tacón para cambiar de acorde, por allá un escurridizo 'duck walk' que firmaría el mismísimo Angus Young. Un arrebato al pie de micro para dejar el primer plano a sus músicos y un croché al mentón del público para cerrar un tema. Un fino director de orquesta con batuta de rock y una banda fiel a cada orden.
Loquillo
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Intérpretes José María Sanz (voz), Igor Paskual (guitarra), Josu García (guitarra) Pablo Pérez (guitarra), Gabriel Casanova (teclados), Dani Nel·lo (saxo tenor), Alfonso Alcalá (bajo eléctrico) y Laurent Castagnet (batería).
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Fecha 02-12-2022
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Lugar Kursaal.
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Asistencia 1.500 espectadores.
Es esa pose de Don Draper que con un suave gesto de dedos pone en pie a todo un auditorio. Una orden que nadie osa desobedecer y que abre un canal directo del pulmón a la garganta en el primero de todo un despliegue de himnos. 'Rompeolas' sonó como siempre y como nunca, después de haber calentado la voz con 'Cruzando el paraíso'. Y eso que para entonces el Kursaal ya llevaba una hora de concierto.
'People Have The Power' de Patti Smith y unos minutos musicales de banda sonora galáctica habían servido para ponerlo todo a punto de ebullición poco antes de abrir el telón. «Buenas noches, vecinos» y luego sonaron 'La vampiresa del Raval', 'Salud y Rock and Roll' y ese canto a 'La Libertad'. Cinco temas consecutivos después, el Loco ya se había quitado la corbata e Igor Paskual llevaba al cuello su boa de plumas para invocar al 'Rey del Glam'. Todo estaba bien para, por qué no, darse un baño de masas entre las hileras de butacas. El besamanos de 'El Rey' cogió tan desprevenidos a muchos que no pudieron sacar sus teléfonos móviles a tiempo y tuvieron que vivir la experiencia en una efímera primera persona.
«Cuando uno la caga, repite», sentenció tras detener al grupo al olvidar un par de versos de 'Historia de dos ciudades'. Porque El Loco nunca ha sido de apuntarse al cinco punto gracias. Menos si se trata del último examen de la gira y menos si encima se examina en casa. Un sonido muy guitarrero -no en vano había tres eléctricas sobre las tablas-, y con la voz dos planos por encima de la banda.
'Rock and roll actitud' es lo que se percibía en el septeto. Un Paskual enfrascado en traje blanco de reverendo Elvis rasgando acordes haciendo el 'molinillo' con el brazo; un Dani Nel·lo que, por un momento, se disfrazó del Clarence Clemons de Springsteen; y un Alcalá que disfrutó de un solo de bajo metalero como 'frontman' del grupo previo a 'La mataré'. Pero fue con 'El ritmo del garaje', con 'Feo, fuerte y formal' y con 'Cadillac solitario' con los que se izó el estandarte de nuestro rock and roll. Y no es necesario buscar su tupé en Memphis, nuestro Elvis vive en Gros.
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