Joanes Unamuno 'El Negro': «En mi rap no hay personaje, soy yo sin careta»
'El Negro', uno de los raperos donostiarras con mayor proyección, se embarca en una gira con Delaossa mientras prepara nuevas canciones
«El que más suena entre los que menos suenan». Así se define Joanes Unamuno (Donostia, 1991) en una de las dos canciones que ha ... grabado junto a Delaossa. El rapero de Intxaurrondo ha acompañado estos días a su colega malagueño en una gira que, tras recalar en Oviedo y Valladolid, este 'finde' ha pasado por Pamplona y Bilbao. A sus 28 años, 'El Negro' parece más decidido que nunca a cumplir el sueño de vivir de la música. Ya lo dice en las rimas de 'Andergraun King': «Mi historia es la de verdad / Sólo juego para ganar / que no juego para fallar / El rey de la capital».
- «La moda es la moda que no pasa de moda y yo he nacido pa' esto desde la ikastola», canta.
- Para mí la música no es un hobby: es la vida, lo es todo. Si no estoy escribiendo, estoy escuchando bases, en conciertos de otra gente, leyendo entrevistas... Mi padre era bertsolari y cantautor y mi tío, miembro del grupo Urretxindorrak de Bergara, de donde es toda mi familia. Lo mío no sé cuándo empezó, creo que fue un día que me castigaron en la ikastola y me dio por escribir.
- ¿Recuerda sus primeros versos?
- No muy bien, creo que era algo así: «No me gusta la arquitectura / Me va la negra cultura». (Risas)
- ¿Qué escuchaba entonces?
- El poco rap español que nos llegaba: SFDK, Violadores del Verso, Tote King... Lo vivía tanto que me dije: «Yo también quiero hacer eso».
- ¿Y qué estudió?
- Después de los cuatro años de Bachiller, me fui a Soria a trabajar a una fundición. Iba para un verano y me quedé allí siete años, primero en los hornos y luego manejando el 'pulpo' (la grúa). Volví en julio del año pasado porque estaba 'amargao': yo quería estar aquí con mi gente. Lo hablé con mi chavala y nos vinimos. Encontré trabajo en una empresa de Frío y Calor pero en enero me quedé en paro.
- Tras su concierto de 2018 en Donostikluba escribí en DV que sus versos están «tremendamente pegados a la calle» y que parece usted «abrirse en canal». ¿Es la sinceridad la mayor virtud de un rapero?
- Para mí un rapero es alguien que te cuenta las cosas en crudo tal y como las piensa, alguien que habla de lo que ve y que transmite lo que otra gente no puede transmitir. También es alguien que hace gozar con su música.
- ¿Qué le parece el fenómeno del trap?
- A la gente le gusta poner nombre a todo, pero el trap tiene más que ver con las letras sobre drogas, putas, billetes... Por lo demás, sigue siendo rap: no creo que mi género haya cambiado tanto. Alguno me ha dicho que no le gusto porque hago trap, pero lo mío es rap moderno: le doy importancia a los estribillos, a los coros...
- Es cierto: en sus letras no hay mucho sexo, drogas ni dinero...
- Bueno, como cualquier rapero, quiero dinero y también una cadena gorda. Mentiría si te dijera lo contrario. (Risas) Por el tema de las tías no voy a tirar, que estoy casado y tengo un hijo de dos años... (Risas) Ahora en serio, ese rollo no me ha gustado nunca porque lo ves en otros artistas y es de mentira. A mí me gusta lo real, ser yo... No me invento nada y la gente sabe que no miento. Por eso canto 'Mi historia es la de verdad'.
- No juega a la impostura y, de hecho, sus letras trazan una especie de autobiografía que descubre sus anhelos y desvelos...
- Porque me sale así: mi personalidad se refleja en mi música, no hay personaje, soy yo, no tengo careta. Eso está bien porque igual te montas la película de que eres un 'maquinón', luego te ven en la calle y dicen: «Vaya pringao»... Serás un fiera en YouTube pero luego en verdad, no. Me gusta ser como soy sin exagerar, para que no se caiga la película...
- Hay artistas como C Tangana que cultivan su personaje...
- Pero yo no critico a nadie. El suyo es un personaje trabajado y a mí, para aprender, me gusta observar a todo el mundo, estudiar las cosas que funcionan... Él va en línea recta, tiene una fórmula efectiva, tira música bonita, de amor, hecha para pegarse (tener éxito) de un día para otro, pero también para despegarse enseguida porque si no has echado raíces, luego se olvidan de ti.
- ¿La de El Negro es más bien una carrera de fondo?
- Por supuesto. A ver, llevo quince años en esto y sé cuál es el método: dejas el tema en tres minutos, lo haces bonito, con intro-estribillo-rapeo-puente-estribillo-rapeo-outro... O te pasas al reggaetón, que es lo que vende. No creo que me dé por ahí porque no me veo capacitado, aunque quién sabe: podría seguir haciendo rap crudo underground y, en paralelo, tirar música más comercial pero con esencia. Yo de momento sigo con mi película y sé que un 'pesao' contando sus mierdas no va a pegarse de un día para otro: necesita un camino largo.
- Tiene usted ya 28 años. Es joven de edad pero algo 'mayor' comparado con la nueva hornada de raperos... De la escena española lamenta su juventud...
- Ha habido un cambio generacional y falta gente seria de treinta y tantos años. Los que estaban antes tienen ya cuarenta y pico y están mayores, y luego están los chavales de veintipocos, que no se lo curran como debieran y se conforman con una piedra. En España el rap vive un buen momento y no hay más que ver cómo los festivales lo han incorporado a sus carteles. Lo que veo es que en el norte está más difícil. ¿Por qué no ha salido de aquí ningún rapero del éxito de La Oreja de Van Gogh o de Álex Ubago, que lo han petado en su ámbito? Yo creo que es cuestión de currárselo, de planteárselo como un oficio. Sí, yo soy 'mayor' también de cabeza porque tengo un hijo pequeño. Eso es lo que me ha hecho plantearme que no puedo hacer el gilipollas: si voy a ser algo en la música tengo que hacerlo bien.
- ¿Aprovechará el desempleo para volcarse en la música?
- Quiero apostar a esa carta, sí, porque estoy para esto y sé que le meto. Últimamente trabajo con Queensbeats, que es quien produce las bases sonoras -también he estado con gente como Nazka o DNG- y este año me gustaría sacar una mixtape de seis temas con sus respectivos vídeos para luego tocar puertas. He formado equipo con Ignacio Arrúe (Demilagro), que se encargará de los vídeos, y con Mikel Izurriaga, que hará las veces de manager. Necesito ayuda, uno solo no puede contra el mundo, y queremos organizarnos para dar más calidad y hacer un buen trabajo en cuanto a sonidos, letras, vídeos....
- En sus vídeos de YouTube abundan los comentarios de este tipo: «Sigue dándole duro que la campana está a punto de sonar» o «No me explico cómo este tío no es más conocido».
- Siempre ha agradecido el apoyo, pero no te puedes dejar llevar por los comentarios, ni por los buenos ni por los malos.
- Pues hay quien incluso le hace apuntes constructivos y le sugieren mejorar la vocalización...
- Sí, es algo que intento trabajar porque mi flow no es cuadrado y también porque no he grabado aún en ningún estudio bueno. Me gasté una paga extra para montarme un estudio en mi casa de Soria con lo básico para que se entendiera, pero no he podido aún grabar con un productor de puta madre que me vaya echando diferentes bases...
- Ha estado recientemente en Barcelona y este fin de semana ha terminado su gira con Delaossa, un rapero malagueño que ya se ha abierto camino en Latinoamérica...
- Sí, parece que el esfuerzo va dando sus frutos. En Barcelona he grabado un tema y un vídeo con Dirty Porko y lo de Delaossa me ha sorprendido: habíamos colaborado en dos temas y me llamó para abrir cuatro conciertos.
- Los vídeos de El Negro rondan las 50.000 visualizaciones, pero 'El callejón' y 'Cae la noche', sus colaboraciones con Delaossa, tienen un millón y medio millón, respectivamente. ¿Le obsesiona la dictadura del 'likes'?
- Yo uso básicamente Instagram (@elnegro_eh), una herramienta muy útil para comunicarte con la gente, pero no me obsesiona porque a mí no me importa que les gusten mis zapatillas o si les parezco guapo o no: sólo me preocupan los 'likes' a mi música y, obviamente, aparecer con Delaossa ayuda. Es una oportunidad importante para mí porque salir de Donostia es difícil.
«Intxaurrondo tiene que sonar en el mundo entero»
En la hora que dura la charla, Joanes Unamuno saluda a una persona diferente cada cinco minutos. Juega en casa, en la plaza Sagastieder de Intxaurrondo Berri, a escasos metros de la calle Castilla, su calle. A mediados del pasado año regresó definitivamente al barrio que le vio nacer tras residir siete años en Soria. Allí trabajó en una fundición pero estaba «amargado»: echaba de menos a su familia, a sus colegas y los característicos bloques de ladrillo naranja que forman parte de su vida y de sus canciones.
«He hecho la vida aquí, sólo salíamos del barrio para ir de fiesta el fin de semana o para acompañar a alguien a Garbera. Nos gusta ser así, el barrio es una seña de identidad, sentimos amor por él», recuerda 'El Negro'. Así, el paisaje y el paisanaje de Intxaurrondo asoman constantemente a sus rimas y a sus vídeos. «Que viva la familia que tengo, la de la calle y a la que pertenezco», canta en 'Mi puesto'. De hecho, su hijo de dos años comparte protagonismo en algunas grabaciones con la cuadrilla de su padre. «¿Qué rapero eres sin colegas, sin nadie que te quiera? Yo a mi gente la quiero a fuego», asegura Unamuno, que en otro de sus temas proclama: «Intxaurrondo tiene que sonar en el mundo entero».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión