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Viernes, 12 de agosto 2022
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El estreno de 'La Fille du Régiment' fue este viernes una fiesta musical. Después de dos ediciones sin ópera, el público donostiarra disfrutó de un título con una música tan maravillosa como divertida en su libreto, en una especie de celebración de reencuentro con el género. La adaptación de los diálogos al castellano y al euskera ayudaron aún más a meterse en el entretenido argumento. La escena, sencilla pero eficaz, apoyó un importante trabajo actoral de los solistas y el coro en una velada en la que el bel canto brilló en todo su esplendor con momentos memorables.
Elena Sancho-Pereg fue una Marie muy convincente como actriz y sólida en sus arias. Si bien la famosa intervención del tenor en el primer acto es casi lo más esperado de la obra, Marie tiene muchos momentos para lucirse y comunicar la magnífica partitura de Donizetti. Brilló en su 'Il faut partir' con su ágil voz y abordó todos los registros con naturlidd y correctísima dicción. La soprano defendió con seguridad, profesionalidad y expresividad su papel, que le exige una presencia casi constante en escena.
Tiene 'La Fille du Régiment' un momento que todo melómano espera y es la famosa aria de tenor 'Ah, mes amis, quel jour de fête', con sus nueve dos de pecho y que los grandes tenores acostumbran a bisear. Si bien es cierto que Xabier Anduaga ya se había ganado al público simplemente abriendo la boca en sus intervenciones anteriores, encontró en este aria su oportunidad de hacer estallar el Kursaal con su altísimo nivel vocal. Dotado de una prodigiosa voz, tiene un canto claro, una emisión poderosa sin aparente esfuerzo y una manera de expresar cada frase musical que conquista. Este viernes, por supuesto, lo hizo y tras más de cinco minutos de aplausos, emuló a grandes tenores como Juan Diego Flórez o Javier Camarena volviéndola a cantar aún más suelto que la primera vez. Increíble.
El resto del elenco defendió sus papeles con muy alto nivel. Damián del Castillo fue un carismático Sulpice y llenó el escenario con su magnífica actuación y el auditorio con su voz. Precioso el timbre de Anna Alàs y Jové como la Marquesa de Berkenfield y muy cómica en sus intervenciones, acompañada en muchas ocasiones del donostiarra Juan Laborería, al que se le vio muy suelto como actor en su rol de Hortensio. Paula Iragorri fue también una convicente Duquesa de Krakenthorp, así como Darío Maya como Cabo, Luken Munguira y Gerardo Quintana en sus papeles.
Si hay una ópera en la que el coro es un personaje más es 'La Fille du Régiment'. El Easo hizo una actuación soberbia, tanto desde el punto de vista vocal, mostrándose equilibrado, como en sus movimientos en escena. La Euskadiko Orkestra tuvo también una importante misión desde el foso e interpretó a un Donizetti rico en matices, colores y bien articulado. Fue el instrumento necesario para que la música reinara por encima de todo.
Mención especial merece la labor del director musical Lucas Macías. Si bien se pudo apreciar alguna imprecisión al comienzo de la obertura, el maestro onubense sacó todos los colores a la partitura, fue respetuoso con las voces y destacó especialmente por su musicalidad. Tanto a los cantantes solistas como al coro se les vio cómodos y seguros bajo su dirección.
La escena fue otro de los grandes aciertos. Guillermo Amaya estrujó todos los aspectos cómicos de la ópera y los trasladó al siglo XXI con muchos guiños. La escenografía creada por Enrique Sancho fue muy básica, con muy pocos elementeos –unos árboles blancos y un escenario en dos alturas– y contó con una iluminación limitada, pero funcionó. Con un vestuario también muy sencillo, incorporó elementos actuales que hicieron más cómica la ópera. Los miembros del regimiento portaban pistolas modernas –las Nerf con las que juegan los niños de hoy en día–, Marie era una versión femenina de Rambo, los miembros del coro se hicieron selfies con sus móviles o portaron banderas de Donostia. Todos estos elementos ayudaron a dar aún más aires de fiesta y de celebración a la velada y, sin duda, hicieron más cómplices a los espectadores.
El trabajo de escena también fue destacable en el resultado teatral. El hecho de incluir diálogos en castellano y euskera hizo aún más cercana la ópera y algunos de los protagonistas se convirtieron en verdaderos actores. Fue, en suma, una noche de ópera memorable para reír, disfrutar de una música maravillosa y unos grandes intérpretes. Mañana última función.
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