Elena Setién y Glenn Kotche, baterista de Wilco: un dúo musical destinado a entenderse

Fue la propia discográfica quien puso en contacto a Setién con Kotche y ambos hicieron el resto. «Wilco son de Chicago, como el equipo de Thrill Jockey, y cuando vinieron a tocar a Donostia hace año y medio fui a verles, y vi que Glenn y yo podíamos congeniar. Él es un gran compositor en solitario. Y más tarde nos conocimos en Madrid». Un dúo musical destinado a entenderse que tuvo su primer acercamiento cuando la donostiarra versionó con una improvisación vocal 'Pintado', ese tema de aires brasileños que el percusionista había grabado hace años con el dúo On Fillmore en 'Happiness of Living'. «Ni corta ni perezosa se la envié y le gustó, así que me cedieron los derechos para versionarla en mi disco», que es precisamente la canción que cierra este trabajo con el título 'Pintado II'.

Un 'tú a tú' en el que ambos han 'teletrabajado' y que ha facturado hasta seis de los once cortes del álbum. «Grabamos cada uno desde su ciudad. Hoy en día es muy fácil hacer algo así: yo le envié las pistas con los samplers y él grabó la percusión encima. Es magnífico la sensibilidad y la musicalidad que tiene para adaptarse a cualquier cosa que le pida la música», explica. «Conocer a alguien nuevo como Glenn me inspiró mucho a componer».

Así Setién se desprendió de cualquier poso pandémico que pudiera contener su anterior 'Unfamiliar Minds' (2022) –ese que el propio Jeff Tweedy (líder de Wilco) seleccionó como una de sus recomendaciones favoritas del año–, para tratar temas más trascendentales, también el de la convivencia de los neandertales y los homo sapiens, como canta en 'Asking'.

Dice que «la ensoñación siempre está en mis temas, sean tristes o alegres y vaya a donde vaya. Pero creo que tiene más frescura y ligereza, le he quitado un poco de peso». Y eso es en parte porque buscaba sumergirse en ritmos con aires más latinos. «Curiosamente es la primera vez que he recurrido a un músico de Chicago para llegar a Latinoamérica: como ir al norte para bajar al sur. Me hacía gracia ese viaje».

En este nuevo trabajo, la artista se arropa esta vez más con la guitarra que con su habitual compañero de viaje, el piano; y lo hace en busca de un sonido más analógico, «casero» y como de primeras tomas. Y es que la donostiarra se atreve por primera vez con la producción total y absoluta de su disco. «Sentía que tenía que pasar por el aro de producir sola. Y tener esa libertad de grabar en casa es una herramienta crucial para cualquier músico independiente, aunque haya cosas que no puedas conseguir. Pero la tranquilidad de poder tomarte un vino de noche e ir probando cosas te da otra perspectiva para encontrar un sonido propio».

Ella ha grabado todos los instrumentos y tan solo ha contado con el teclista Mikel Azpiroz para preparar la mezcla, además de la colaboración de Kotche. Este jueves sobre el escenario sí estará con Azpiroz, pero no serán ni su hijo Albert de diez años, ni su habitual Karlos Arancegui ni el propio Kotche quienes se sienten a la batería: allí les acompañará el jazzman Hilario Rodeiro.