«Para mí dirigir una orquesta desde el violín es algo natural»

– ¿Cómo surgió este proyecto?

– No lo sé exactamente, pero recibir esta invitación de la Euskadiko Orkestra fue una sorpresa muy agradable y les estoy muy agradecido. Hacía unos años que no venía a San Sebastián para colaborar con mis excelentes compañeros de la orquesta y es un grandísimo honor y un placer volver a verlos y trabajar con ellos.

– Interviene como concertino y director. ¿En qué medida es interesante dirigir una orquesta desde su instrumento?

– Para mí es algo muy natural llevar mi violín en la mano, más que una batuta. Dedico parte de mi tiempo a dirigir orquestas con batuta, pero muchos conciertos que dirijo en Canadá con la Orquesta Filarmónica de Quebec, de la que soy director titular desde 2019, y los que hago en el extranjero, los llevo a cabo con el violín bajo mi mandíbula y el arco en la mano. Así me siento como un músico inmerso en un conjunto de artistas que hacen música unidos, con el radar siempre puesto y utilizando un sexto sentido para tocar perfectamente juntos, respirando de la misma forma y con la misma intensidad.

– ¿Qué se consigue al tocar al mismo tiempo que dirige?

– Permite que no se pierda nada del sentimiento humano que nos une a la música. Como una batuta no hace sonido, hay que explicar muchas cosas con palabras durante los ensayos. Pero cuando toco el violín mientras dirijo, hay muchísimos detalles de la interpretación que no hace falta explicar, ya que todo se demuestra con la articulación, los golpes de arco y el estado físico general que propongo a los demás músicos cuando toco. Es una forma muy completa de hacer música, aunque debo reconocer que supone más trabajo de preparación.

– ¿Este tipo de labor se puede realizar con cualquier tipo de repertorio?

– Hay obras que se dirigen así de forma más eficaz. De hecho, la figura del director con batuta delante de la orquesta apareció en el siglo XIX. Eso significa que hay muchísimas obras clásicas y románticas con orquesta completa que se tocaban con un concertino-director, tal y como haré este miércoles. Es verdad que hay obras románticas y postrománticas que son mucho más complicadas de dirigir con violín, pero nada es imposible si uno se prepara muy bien y tiene una concepción muy precisa de lo que quiere lograr con los músicos de la orquesta.

– Ofrecen música del compositor Aita Donostia. ¿Qué opinión le merece este creador vasco?

– La obra de Donostia que he elegido, 'Sitivit anima mea ad Deum', es una creación bellísima y profunda que me emociona mucho. Hace tiempo que me intereso por la cultura y la música vasca, desde los años en los que viví en Pasaia, e intento, desde entonces, ampliar mi conexión con la cultura vasca, que me parece fascinante. Cuento también con los sabios consejos de un gran artista vasco y gran amigo mío, el pianista Josu Okiñena.

– ¿Cómo ha diseñado el resto del programa del concierto?

– Es un programa compuesto por obras que se pueden disfrutar por todos. Mi misión en los últimos años es la de dar accesibilidad a todos a la música clásica, no sólo a los que la conocen y la aman, sino también a los que tienen sensibilidad y curiosidad, pero que no se han atrevido a acercarse a ella todavía. Mi generación tiene que hacer un esfuerzo para acercar más gente a la música clásica y así asegurar su futuro como arte vivo y en desarrollo. No quiero que la música clásica sea vista como un arte museal.

–Este miércoles actúa junto a la Euskadiko Orkestra. ¿Qué destacaría de ella?

– Me encanta. Su modelo de trabajo, con las giras regulares en todo el País Vasco, me parece formidable, y ojalá mi orquesta y otras norteamericanas se puedan inspirar en ella.