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Otro Bruce, el mismo Springsteen
El rockero interpreta un repertorio con temas de casi todas sus épocas, pero con protagonismo de las que se ajustan a la situación política actual
Siempre es una buena idea empezar citando a los clásicos:decía Mike Tyson, en referencia a sus rivales cuando subían al ring, que «todo el ... mundo tiene un plan hasta que recibe el primer puñetazo en la cara». Pues bien, se podría decir que todo el mundo tiene algún prejuicio sobre Bruce Springsteen:los estereotipos que rodean su figura, su irregular discografía reciente, las sobreactuaciones en el escenario. Todo el mundo tiene algún prejuicio... hasta que el rockero de New Jerse y sube al escenario, grita:«One, two, three, four!!!» y los recelos se evaporan.
El concierto que Springsteen ofreció anteayer fue un prodigio de sabiduría adquirida en medio siglo de carrera. Conscientes –artista y público– de que 75 años es ya una edad, el primero renunció a emular los viejos tiempos y a fingir una entrega que ya debe administrar con prudencia;el segundo, celebró al artista que fue y, sobre todo, al que es. De forma implícita, todas las partes asumen que a esto se le llama 'etapa crepúscular', pero también saben que puede rebosar belleza.
Nueve años convulsos
Ha transcurrido más tiempo entre la actuación del sábado y la anterior en Donostia que los que pasaron entre sus tres primeros conciertos en nuestra ciudad. Y han sido nueve años muy movidos. En 2016, faltaban cuatro años para la pandemia, Trump aún no había iniciado su primer mandato, nadie había asaltado el Capitolio y el músico andaba metido en la reedición de 'The River'. Desde entonces, el mundo ha cambiado y en el caso de Estados Unidos, de forma peligrosa.
Es precisamente el compromiso político contra la Administración Trump el gran 'leit motiv' de esta gira, con un Springsteen que, amén de interpretar un cancionero calculado al detalle, se desvela por hacer llegar a su audiencia de forma nítida y clara el mensaje de rechazo a las nuevas políticas estadounidenses y su amenaza a la democracia. De ahí que en las pantallas aparecieran subtituladas en euskera y castellano sus alocuciones o incluso alguna canción, como 'Chimes of Freedom' de Dylan. Una ikurriña presidía el escenario, aunque se vio también en sus tres anteriores tres visitas.
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Springsteen representa a una generación que en mayor o menor grado se comprometió durante toda su vida con un mundo regido por unos valores que no es que hayan caído en desgracia: es que ahora son motivo de desprecio, cuando no de burla. Una realidad irreconciliable con los sueños de justicia e igualdad es un estímulo rico en rabia, el combustible de un Springsteen que lleva toda la vida con el núcleo emocional averiado.
Es evidente que las inquietudes creativas del hombre transcurren ya hace tiempo por otros carriles. Puede leerse 'Letter to You' en clave de lo mejor que el músico y su banda están en condiciones de facturar a estas alturas. Discos como 'Western Stars' y el soulero 'Only The Strong Survive', por no hablar del anunciado para el próximo año, grabado en solitario, y de los planes a tres años vista, que incluyen otra nueva caja de 'Tracks', apuntan a que quizás no haya otro con todos juntos.
El concierto de mañana
Respecto al concierto de mañana, lejos quedan los tiempos en los que de un día a otro daba la vuelta al setlist como a un calcetín e incluso atendía las peticiones más disparatadas de los fans de las primeras filas: ahora quizás no pueda, pero, sobre todo, no quiere desviar la atención de su mensaje. El esquema delconcierto se divide en una primera parte que admite algunas variaciones y una segunda, fija y que se repite sin prácticamente variaciones. Y también lo hace temáticamente: grandes éxitos, tanto festivos comos melancólicos, conocidos por el grueso de los aficionados y un repertorio activista, extraído de diversas épocas, pero que encaja a día de hoy a la perfección en su lucha contra el 'trumpismo'. Lo más previsible es que el artista repita el segundo tramo de su concierto del sábado, con alguna novedad, y reserve las sorpresas para las diez primeras canciones.
Mañana lo sabremos.

El rockero salió, pero con destino desconocido
Después de dos días en régimen de reclusión en el Hotel María Cristina, Bruce Springsteen abandonó ayer por la tarde el lujoso establecimiento para subir a un monovolumen, aunque se ignora con qué destino. A los que sí se les vio fue a algunos músicos de la banda que decidieron cenar en un restaurante del muelle donostiarra. A lo largo de todo el día, un puñado de fans permaneció a las puertas del hotel, a la espera de ver al músico.
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