Ainara Ortega: «Estaba tan aburrida de la etiqueta de jazz que he ido a despistar»

-Y ahora le dedica su segundo disco.

- Yo quise tener un novio navarro alguna vez y lo tuve. A través de la música conocí a Lander Arriola, trombonista del municipio, y tras su fallecimiento siento que me deja un 'cachico' de Lesaka, otro de familia y amigos, y también su euskalki; no puedo sentirme más agradecida.

- Lander aparece en muchos de los temas: su silbido en 'Onin', sus arreglos de trombón en 'Berriro', su scat a modo de bonus-track… ¿De dónde sacó fuerzas para enfrentarse a este trabajo?

- La del silbido soy yo. Él silbaba como un ruiseñor y decía que yo lo hacía fatal. En cualquier contexto doloroso, la fuerza para mí siempre sale del amor, del amor profundo e incondicional.

- También dedica a Lander el vals 'Musika, maixu'. Usted primero fue su profesora de armonía, pero, ¿qué le enseñó él?

- Lander fue un superguía para todos, nos iba dando lecciones preciosas. Él decía que no, que su guía era yo, en fin... La muerte está en todo lo que vive, en un segundo. Vimos su cáncer como una bifurcación de caminos y dijimos: o nos dejamos llevar por la angustia y el miedo constante cada día o nos divertimos y caminamos por la luz y disfrutamos lo que dure.

- Ha hablado recientemente de la presencia de la ausencia, ¿cómo es eso?

- Una ausencia para mí tiene un peso aplastante, lo ocupa todo durante todo el tiempo que se lo permitas. Puede ser demoledor y llevarte al abismo. El dolor y la añoranza son inevitables, pero el sufrimiento es una opción: ese conmigo que no cuente, que igual mañana me muero yo…

- Sorprende la luminosidad de un disco en el que la muerte está tan presente… ¿Lo ha hecho para contrarrestar?

- No, no. No había premeditación. Me sentaba al piano y brotaban ideas, melodías, dolores, risas, recuerdos, deseos no cumplidos, bailes, aromas, algún secreto… Me lo pasé pipa componiendo y me emocionaba sentir que me impulsaban, entre otras personas, el recuerdo de Lander.

- En comparación con su primer trabajo en solitario, 'Scat' (2015), ¿cómo ha enfocado 'Onin'?

- No ha habido mucho enfoque más que el disfrute. En mi base musical siempre siento el jazz como un ancla, pero no tuve ninguna pretensión de crear un todo, un concepto o algo diferente.

- De hecho, hay versiones de 'standards', aires argentinos, un vals peruano, un arreglo de 'Sorterriko koplak' de Laboa… Se hace difícil clasificarle.

- Estaba tan aburrida de la etiqueta de jazz que he ido a despistar. (Risas) Es que me gusta mucho el flamenco, el bolero, el pop, el cuplé, Martirio, Sarah Vaughan, la chacarera argentina, la música del Altiplano, Laboa… Me he dado el gusto.

- ¿Y qué me dice del humor, tan presente en muchas de las piezas como 'Ezer ez paper platan bilduta', 'Berriro' o 'Euskara marabillosua'?

- Ay, el humor… El humor sí que lo llevo incondicional a todas partes. Es algo que se entrena. Por suerte o por casualidad, estoy rodeada de músicos y familia con mucho humor. Quise atreverme a ser crítica, irónica, irreverente, gamberra, absurda… Supongo que lo soy y se me ve el plumero. Tenía muchísimas ganas de hacer reír y bailar a la gente que compre el disco. Espero haberlo conseguido un poquito.

- El resultado es un disco cuyas canciones duelen, emocionan y hacen reír… Como la vida misma…

- Eso me dice la gente y me halaga mucho. A mí me gusta mucho todo el trabajo de Chaplin -el disco incluye un tema, 'Zaunketelarikan', con música del inmortal cómico- porque es un gran maestro mezclando tristeza y drama con la ternura y la carcajada. Me deja un sabor a gratitud infinita.

- «Es desesperante ser una cantante especializada en jazz», dice en la hilarante 'Especialidad en jazz', que no infunde muchos ánimos a posibles aspirantes, a quienes irónicamente recomienda «pasarse al pop»…

- Yo animo a no estudiar jazz en la enseñanza reglada. Se aprende una barbaridad, pero las salidas laborales son nulas o improbables. El jazz es la madre del cordero de las músicas y abarca una infinidad de posibilidades, pero el mercado, la industria y la prensa están enamorados del pop, sobre todo en estos últimos años. En medio de este reseteo económico que estamos viviendo, los músicos nos vamos a igualar todos bastante, pero las oportunidades de currar haciendo jazz han sido muy escasas.

- Ha decidido no publicar el disco en ninguna plataforma digital y usted misma lo está distribuyendo en formato físico en pequeñas tiendas de Gipuzkoa y Navarra. ¿Por qué esa puesta si en dicha canción dice que aún le quedan 300 ejemplares de 'Scat' en el garaje?

- Porque ya está bien de que estemos regalando el disco en Spotify el mismo día en que se pone a la venta, pero se descarga por grandes plataformas por céntimos y se sube a Youtube gratis… ¿Cuándo ha pasado eso? ¿En qué momento se regala el kilo de solomillo y a la vez se compra por tres euros y te lo traen a casa? No entiendo nada o no nos creemos que esto fue un oficio algún día. Y sí, me sobran ejemplares del disco anterior, pero con este voy a hacerme rica (risas).

- El 28 de mayo tiene una actuación en Seminarixoa de Bergara con Ángel Unzu (guitarra), Fredi Peláez (piano y acordeón) y Luis Camino (percusión).

- Son amigos y grandes músicos. en un formato bastante sencillito: algo así como lo que en pop llaman acústico y en jazz llamamos 'a gustico'.

- En la situación actual, ¿es complicado atar más citas?

- Hace tiempo que la industria comienza en la prensa, así que si no existes ahí, es complicado hacerte ver entre los programadores. Pero he de decir que tras 22 años cantando, actuando y siempre con músicos alucinantes, necesito menos tiempo para presentarme por teléfono. Soy muy optimista y creo que saldrán bolos, pero si no salen muchos, también soy bastante conformista.