Un mural franquista escondido en el sótano
Realizado en 1945, ha reaparecido en el ayuntamiento donostiarra con motivo de unas obras
En el relativamente exiguo Catálogo de la Simbología Franquista que muestra en internet el Ayuntamiento de San Sebastián no hay ningún registro que corresponda ... a una pintura mural. Sin embargo, una pieza de tintes épicos que ensalza los logros de los primeros años del franquismo lleva 74 años en una de las paredes del sótano de la casa consistorial donostiarra. Oculto tras un panel hecho expresamente para esconderlo, y borrado de la memoria de la mayoría.
Su recuerdo ha resurgido con motivo de las obras que se han realizado en la planta soterrada del ayuntamiento de San Sebastián -Gran Casino entre 1887 y 1924, y casa consistorial desde 1947- para trasladar a una nueva ubicación el Archivo Municipal. Durante décadas, ese servicio ha ocupado una parte de lo que en su día fue un enorme espacio elegantemente decorado que acogía diversos eventos y exposiciones. Exposiciones como 'La reconstrucción de España', que inauguró en agosto de 1945 el ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo, y clausuró el mismísimo caudillo.
El mural, en buen estado
Ante la inminencia del traslado y de los posteriores trabajos de rehabilitación del recinto, se activó el recuerdo de un mural oculto al que alguna vez se habían referido los más veteranos. La asociación Áncora para la Conservación del Patrimonio, tras conocer el hecho, ha documentado profusamente la pintura, «una escena alegórica de varios metros de longitud, que ocupa todo un lienzo de pared en la zona reservada a los investigadores», así como su contexto.
En el informe, fechado el pasado jueves, 25 de abril, solicitaron a los conservadores del Museo de San Telmo que comprobaran el estado de una pintura «que constituye un documento único sobre el ambiente ideológico y el clima moral de su época, que muestra -como pocos-, el grado de politización que alcanzó la arquitectura y el urbanismo durante ese período».
Áncora propone también que «se proceda al reconocimiento de la obra y su consolidación, actuándose con la diligencia que requiere el caso para evitar su destrucción en el curso de la reforma proyectada».
Con extrema diligencia, los conservadores del Museo de San Telmo visitaron ayer lunes la sala en la que se encuentra una pintura que, como puede verse en la fotografía que se conserva en el archivo de EL DIARIO VASCO, ya fue desvelada, y vuelta a ser cubierta con un panel, a mediados de la década de los ochenta del pasado siglo. La imagen muestra claros indicios de intervenciones sobre la pintura original; intervenciones que parecen estar en curso a juzgar por la actitud que mantiene la persona que se encuentra a la izquierda de la fotografía.
Tal como han indicado a este periódico fuentes del Museo de San Telmo, se ha retirado el panel en una superficie equivalente a la cuarta parte del mural, y se ha constatado que se encuentra en bastante buen estado. En principio, la idea es dejar al descubierto la totalidad del mural, documentarlo, consolidarlo en caso de que se adviertan desperfectos serios, incorporarlo al catálogo de vestigios y símbolos del franquismo que gestiona la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno Vasco y, una vez realizadas esas operaciones, volver a cubrirlo.
Memoria histórica
El mural es, en el contexto de una exposición que en su día tuvo una considerable repercusión política y mediática, una oda al franquismo. Lo deja muy claro el informe elaborado por Áncora, y diluye cualquier duda este párrafo de la crónica que dedicó a la muestra un diario madrileño el 30 de agosto de 1945. En la misma se afirma que en la exposición «están representados los diversos pueblos en los que las hordas marxistas dejaron su huella devastadora y que ha sido borrada por los importantes trabajos de reconstrucción realizados».
La exposición, organizada por la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones, que atribuía a los 'rojos' la devastación y a la dictadura la reconstrucción, fue, según la crónica, «un magnífico exponente de la labor realizada por el Estado español, en cinco años».
Maquetas, planos e imágenes de iglesias, viviendas, casas cuartel, escuelas, plazas y todo tipo de equipamientos formaban parte de una elaborada acción de propaganda, y tenían como imagen aglutinadora el mural, firmado por un tal Juan Luis del que no se tiene más noticia.
Queda por dilucidar si, en caso de que se aborde ese debate, a la luz de la Ley de Memoria Histórica de 2007, es un elemento «de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura» que debe ser retirado de un edificio público, o si concurren en él circunstancias, previstas por la ley, que lo preservarían.
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