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La Construcción Vacía de Oteiza se instaló en el Paseo Nuevo en 2002. Desde ahí se bien la casa del faro de la isla que acoge Hondalea. usoz

La mirada que completa un triángulo

Arte en la bahía ·

La obra de Cristina Iglesias se suma al diálogo estético entre el Peine del Viento de Chillida y la Construcción Vacía de Oteiza en torno a La Concha

Mitxel Ezquiaga

San Sebastián

Domingo, 30 de mayo 2021, 07:28

Primero fue el Peine del Viento, mucho tiempo después llegó la Construcción Vacía al Paseo Nuevo y ahora el triángulo se completa con Hondalea ... en la isla de Santa Clara. La mirada contemporánea de Cristina Iglesias se suma al diálogo estético de Chillida y Oteiza en torno a la bahía de La Concha, en un trío de artistas de origen local y alcance universal.

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Hay más arte en la cornisa donostiarra, desde el Homenaje a Fleming y la memoria de Ruiz Balerdi, las dos obras del propio Chillida también en La Concha, la escultura de José Ramón Anda en Ondarreta y la Paloma de la Paz de Nestor Basterretxea, ya en Sagüés, entre otras. Pero en el terreno simbólico Hondalea 'compite' en la bahía con los dos grandes maestros de la escultura vasca del siglo XX.

El Peine del Viento, ya asentado tanto en el cuerpo de la ciudad como en su 'alma', prepara los trámites para ser declarado por la Unesco «patrimonio de la Humanidad», en una operación encabezada por el Ayuntamiento con la complicidad de las instituciones vascas. Abierto al público en 1977, aunque nunca tuvo inauguración oficial, el Peine no es solo una de las obras más ambiciosas de Eduardo Chillida, sino una operación artístico-urbanística con el arquitecto Luis Peña Ganchegui que recuperó para la ciudad esa 'esquina' de la bahía.

Fue un proyecto en el que el talento y la ambición creadora de Chillida y Peña Ganchegui encontró en el ingeniero José María Elósegui la complicidad para llevar hasta las rocas las tres grandes piezas de acero de la escultura, de nueve toneladas de peso.

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Una iniciativa ciudadana donostiarra había planteado ya en los años sesenta que la ciudad debía tener una escultura de Chillida en un lugar relevante. El escultor llevaba tiempo pensando en ese enclave. Con Peña Ganchegui se 'dibujó' la plaza colindante y Elósegui ideó cómo llevar las obras hasta las rocas que la acogen. Se pensó usar un helicóptero, o unas barcazas, pero al final se instalaron unas vías de tren para que un carretón de Renfe transportara las tres esculturas hasta su ubicación.

Más sencilla fue la colocación de la 'Construcción vacía' de Jorge Oteiza en el Paseo Nuevo en 2002. Durante años el Ayuntamiento tanteó al escultor para contar con una de sus obras. Tras varios proyectos fallidos y desencuentros el alcalde Odón Elorza ofreció ese punto junto al mar, hoy en línea con la Casa del Faro de la isla y el Peine.

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Hay más. La Paloma de la Paz, obra de otro de los grandes, Nestor Basterretxea, 'nació' en la Zurriola, voló a Anoeta por la construcción del Kursaal y volvió a Sagüés en 2015. Aunque el arte sale al encuentro del paseante por la 'corniche', para visitar Hondalea habrá que embarcar.

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