
Leila Guerriero | Periodista y escritora
«El miedo 'bueno' a veces sirve de motor: ¿voy a dejar de hacer algo porque me asuste?»Secciones
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Leila Guerriero | Periodista y escritora
«El miedo 'bueno' a veces sirve de motor: ¿voy a dejar de hacer algo porque me asuste?»Un periodista puede entrevistar sin complejos a un premio Nobel de Física o a un asesino en serie, pero resulta difícil entrevistar a una periodista, ... sobre todo si quien pregunta es fiel lector de quien responde. La periodista y escritora Leila Guerriero (Junín, Argentina, 1967) está en Donostia para hablar del «miedo» en el congreso Diálogos de Cocina, que se celebra ayer y hoy en el Basque Culinary Center.
La autora que logró que 'La llamada' fuera libro del año en España según las principales votaciones de críticos es cordial y conversa sin prisa. Cuando los organizadores le recuerdan que el tiempo previsto para la charla ha terminado es ella misma la que pide un rato más: no es fácil hablar resumidamente de la memoria, los Oscar, el miedo y esta San Sebastián que tanto le gusta.
– Somos el periódico local, así que empiezo por lo cercano: vuelve a Donostia después de ser jurado del Zinemaldia. Y a un encuentro que se llama 'Diálogos de cocina'.
– Me encanta que me convoquen a esta ciudad bellísima aunque sea por razones supuestamente extraliterarias. Cuando Rebordinos me llamó para ser jurado del Festival me sorpendió, pero fui feliz viendo tres películas diarias, en un estupendo hotel y debatiendo sobre cine con los colegas. Y descubrí a Jaione Camborda, la directora que ejerció de presidenta: una piensa que con los años ya no cabe 'match' con una persona a la que acaba de conocer, pero fue espectacular, talentosa, entrañable, delicada...
– Ahora vuelve a un congreso supuestamente gastronómico.
– Cuando me llamó Sasha Correa, otra mujer divina, le avisé que de cocina poco podía hablar... pero me explicó cómo es este encuentro y acepté, claro. El periodismo es meterse donde no te llaman, aunque en este caso me llamaron. Aquí estoy, para hablar del miedo.
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– Antes de dejar la cuestión del cine: como espectadora, su titular de los Oscar.
– Me puse contentísima de que 'Anora' ganara tantos premios porque es una película absolutamente excepcional. Desde 'Licorice Pizza' no veía una película tan redonda, con tan poco presupuesto, un guion impresionante, el final más emocionante que yo haya visto, unos actores increíbles... Y también me deja feliz el premio al actor de reparto a Kieran Culkin por 'A Real Pain'.
– Vamos con el miedo, argumento de la cita que le trae a San Sebastián: ¿es usted miedosa?
– No. Y si hubo miedos fueron el motor para atreverme a hacer cosas que significaron grandes cambios en mi vida, como mudarme a los 17 años a vivir sola en una ciudad enorme como Buenos Aires, o aceptar un trabajo periodístico en la revista más 'esnob' que había en Buenos Aires sin ser periodista. No me gusta ni la idea de 'superar los miedos' de manera épica. Hay un miedo básico que sirve como precaución: por ejemplo, no cruzar un túnel oscuro a las 2 de la madrugada. Pero hay otro miedo 'bueno' que funciona como motor, porque te indigna: ¿cómo voy a dejar de hacer algo porque me asuste? Por lo demás, hay un miedo natural que tenemos todos: a la enfermedad, a la pérdida, a la caída del afecto, a la indiferencia.
– Vivimos días en que se comparte otro miedo: el mundo que nos está quedando, gobernado por Miley en su Argentina o Trump en el Despacho Oval.
– Vivir asustado por eso no es la solución para reaccionar de una manera efectiva. No siento susto, pero sí 'espeluznamiento'. En mi país se están volviendo a discutir consensos que parecían resueltos hace ya 30 años en derechos de las mujeres, las minorías, los más vulnerables o la propia dictadura. Da miedo que la sociedad argentina se transforme en una sociedad completamente retrógrada y patriarcal, porque ahora nos gobiernan gentes muy liberales en lo económico pero completamente conservadores en lo social. Hay que encontrar una manera inteligente y efectiva de confrontarse, con un discurso que no sea la indignación moralista. Son matones. Del mismo modo que no puedes ir con el discurso políticamete correcto al que hace bullying en el colegio, hay que lograr la llave maestra que logre desactivar de alguna manera inteligente este discurso de matones.
– La motosierra es la metáfora siniestra de ese cambio.
– Terrible. La motosierra sirve para atajar incendios forestales o trabajar en los bosques, pero aquí toma la más perversa idea del cine de terror.
– Su libro 'La llamada', historia de un caso real sobre los flecos de la dictadura argentina, es aún libro de éxito: ¿paraliza eso a la hora de escribir el siguiente?
– Es sorprendente que una historia tan argentina haya conectado tanto con el lector español, aunque habla de cuestiones universales como afrontar el pasado y la memoria. Escribes sin pensar en la acogida. Si con tu primer libro logras el éxito quizás te vuelvas estúpido y no puedas escribir el segundo. Vivo el proceso con un punto de disociación: siento que los premios y el éxito le están pasando al libro, no a mí. Me cuido del exceso de la palmadita en la espalda: uno no puede aferrarse a eso porque en algún momento va a faltar, y entonces, ¿qué? Yo soy muy obrera del periodismo.
– ¡Esa etiqueta me suena! Volviendo a 'La llamada': la revisión del pasado se lee con especial interés desde el País Vasco.
– Dar vuelta a la página de manera apresurada deja bajo la alfombra demasiadas cosas. Comprender, saber, entender, no es justificar. En España en general, no solo en el País Vasco, hay varias conversaciones pendientes. Los procesos donde ha habido muertos y dolor necesitan años de cura, y la cura a veces también implica un daño. Es mejor saber que no saber, creo yo. El pasado no es realmente pasado hasta que sale sin miedo a la luz.
Lo llaman 'congreso' pero es una feliz reunión de raros en el Basque Culinary Center; se denomina 'Diálogos de cocina' pero se habla más de arte o filosofía que de gastronomía. Andoni Luis Aduriz es el 'alma' de una cita promovida por el restaurante Mugaritz, EuroToques y el propio BCC que se celebra entre ayer y hoy, esta vez con el argumento del «miedo» como oportunidad para innovar. Unos 200 cocineros y periodistas de todo el país participan en el encuentro, donde uno puede encontrar de Javier Aznar, del podcast 'Hotel Jorge Juan', a la corresponsal de guerra Nuria Tesón, Andrés Torres, de la ONG Global Humanitaria, o Roberto Olabe, director deportivo de la Real Sociedad.
Además de Leila Guerriero hablan en los 'diálogos' el cineasta Paco Plaza, la artista Greta Alfaro, el cocinero danés René Redzepi o el 'maestro del fuego' vizcaíno Bittor Arginzoniz. El bertsolari Jon Maia atrajo ayer la atención con la historia de cómo superó el complejo juvenil de hijo de inmigrantes. «Es un congreso hippy», resumía Aduriz antes de que el grupo Morgan diera un concierto en el auditorio del BCC, ese que espera también a Niño de Elche. Un 'akelarre' en el Muka del Kursaal cierra hoy la cita.
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