Salman Rushdie, autor del 'Quijote'
El autor reescribe la obra de Cervantes, que ahora se desarrolla en Estados Unidos, con una Dulcinea que es presentadora de televisión
Su familia procede de India y vive en Atlanta, se dedica a representar y distribuir las medicinas de la farmacéutica de su primo y está ... tan enganchado a la tele que se ha enamorado de una presentadora, a la que quiere seducir. Se hace llamar Quijote y no por capricho, aunque su referencia es la ópera de Massenet y no directamente Cervantes. Pero el autor que está detrás de este personaje, Salman Rushdie, deja caer desde las primeras páginas de su nueva novela cuál es su modelo.
En vez de atiborrarse de libros de caballería, su Quijote actualiza las fuentes de su trastorno y se hincha a telebasura. Su Dulcinea es tan irreal para él como la del Toboso, si bien la de ahora depende de los opioides para empezar y acabar el día. Como el de La Mancha, sale de su retiro para iniciarse en la aventura y reposa en moteles que en realidad, aunque no se dé cuenta, funcionan como burdeles.
Rushdie publicará 'Quichotte' el 3 de septiembre. En esta edición inglesa, utiliza el nombre en francés para nombrar al personaje. Pero no ha dado un solo rodeo para titularla, quizá porque no quiere ningún equívoco respecto a su fuente, el humor y la desmesura del autor español que inventó la novela moderna a base de humor corrosivo y crítica social.
El caballero andante de Rushdie cuenta con pocos amigos en Facebook y los que tiene están igual de trastornados que él. Aun así, cuando cuelga una entrada en su muro sobre sus planes para enamorar a Miss Salma R., la presentadora televisiva de origen indio como él, recibe respuestas con emoticonos y gifs que mueven un dedo a izquierda y derecha, como diciéndole 'no, no', o girándolo sobre la sien de la figura, indicándole que está loco.
Novelas dentro de novelas
Pero este Quijote tiene suerte, al menos de entrada. Recibe de su primo, el dueño de la farmacéutica en la que acaban de prescindir de él, que contacte en Nueva York con una clienta muy especial, adicta al más conocido de los opioides que está causando estragos en Estados Unidos, el Oxycontin. Llegan a verse, pero la mujer no está como para escuchar el discurso amoroso que llevaba memorizado Quijote. Paga, coge la mercancía y sale a la carrera. El antihéroe zumbado se queda con todas sus palabras en la punta de la lengua.
El primer capítulo de la novela salió publicado en la edición de The New Yorker de la última semana de julio. Los críticos que han leído el libro en su totalidad destacan las estocadas al estilo 'trumpero' que tanto se lleva en Estados Unidos, lleno de fanáticos, de tocados por las drogas legales y de violencia.
Los críticos destacan las estocadas al estilo 'trumpero', lleno de fanáticos y de violencia
Rushdie ha bautizado al autor como Sam DuChamp en un guiño al impulsor del 'ready made'
También han subrayado que la obra mantiene las habituales estrategias narrativas de Rushdie, como la de incluir novelas dentro de las novelas. Así, Quijote y los que le rodean son personajes de Sam DuChamp, autor de 'thrillers' y padre de un niño desaparecido, igual de cuerdo que su protagonista y con idénticas dificultades para separar la realidad y la ficción. Sancho sale como de la nada y se incorpora al texto sin dar explicaciones. Sufre un asalto y se siente «desunido» de este mundo por la «violencia física y ética» ejercida sobre él.
Que el autor de la novela dentro de la novela se apellide DuChamp tiene una lectura obvia. El artista Marcel Duchamp ha pasado a la historia como el 'inventor' del 'ready made', los objetos encontrados en calles y tiendas que puestos en galerías y museos adquieren la categoría de obra de arte. Rushdie se sitúa en esa misma posición y se apropia de la novela de Cervantes para llevarla a un lugar totalmente diferente, pero conservando sus características.
El autor del Siglo de Oro estaría orgulloso de su hijo. Y Eduardo Mendoza leerá el libro con interés. Hay en 'Quijote' un tono humorístico que se parece al suyo, y en el vínculo cervantino entre los dos podría estar la explicación de esta afinidad. Como los españoles, Rushdie destripa un mundo desquiciado con la mirada inocente de un loco.
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