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El cierre a comienzos de este mes de la librería Yraolagoitia de Eibar tras 85 años de actividad ha dejado a la localidad armera sin ... establecimientos específicamente dedicados a este sector, aunque comercios como Burbujas y más dedican también parte de su espacio a la venta de libros. El caso de Yraolagoitia se suma en Donostia a la reciente desaparición de Lagun y Preste Juan, y al anunciado cierre, aún sin fecha, de otra histórica librería como es Hontza.
Aunque buena parte de las principales librerías de fondo se concentran en la capital, en otras localidades del territorio los clientes acuden a comprar libros a las papelerías que diversifican esta actividad con la venta de material de oficina o escolar. Tanto en uno como en otro caso, el goteo lento, pero sostenido, de cierres parece imparable debido a diversos factores, entre los que figuran la falta de un relevo generacional y los elevados alquileres de los locales.
Así lo constata el presidente del Gremio de Librerías del territorio y responsable de Zubieta, Adolfo López Chocarro, que apuesta por tomar la iniciativa desde el propio sector, con el apoyo de las instituciones públicas. Explica que «las características de las librerías de Gipuzkoa son especiales porque en la capital y en las cabeceras de comarca, hay algunas más o menos grandes, pero en otras localidades son centros que tienen libros, pero dan también otro tipo de servicios». Cree necesaria una profesionalización del sector. «Es preciso que la gente sea consciente de que esto es un negocio que hay que hacer rentable y, por otro lado, debemos ser profesionales para adaptarnos a las nuevas situaciones. El sector debe ayudar a emprender proyectos que tengan mucha más seguridad», con el respaldo institucional «para que eso florezca». En este sentido, recalca que «antes estaba esa idea romántica de dos personas a las que les gustaban los libros y ponían una librería, pero que ahora ya no funciona: hay que tener unos conocimientos de gestión tanto cultural como económica».
López Chocarro se remite a los crecientes índices de lectura postpandemia como pincelada optimista, frente a «las otras problemáticas que también nos afectan, como el relevo generacional. Si no actuamos, es ahí donde vamos a tener problemas, sobre todo, en la provincia». Entre las medidas que el gremio reclama, señala «la necesidad de programas que ayuden a la gente joven a coger ese relevo, que cada vez requiere más preparación», apunta.
En el caso de la capital, apunta a que «el precio de los locales está disparado», mientras que en el del resto del territorio, reclama «ayudas para que en todas las localidades haya un centro que trabaje con los autores, con los colegios y con los clubes de lectura». Y menciona también el caso francés, que contempla el apoyo público a los establecimientos independientes para el pago de los alquileres.
Con todo, hay motivos para el optimismo desde librerías como la tolosarra Babel, situada en el paseo San Francisco, cuya copropietaria Ana Jubin afirma que «desde la pandemia ha habido un repunte de la lectura, también entre la gente joven, que está consumiendo libros en papel de manera bastante sostenida», asegura. Babel es la librería más antigua de Tolosa y sigue siendo un negocio familiar, pero no es la única que funciona en la villa, según informa Juanma Goñi.
También está Elkar, filial del conocido grupo del mismo nombre, y existen, asimismo, negocios consolidados más dedicados a la venta de periódicos, papelería y revistas, que también venden libros, como Edel o Ross. Así que los tolosarras disponen de una oferta muy válida para comprar ejemplares sin tener que desplazarse a Donostia ni recurrir sólo a Internet. «Vaticinaron que el libro electrónico iba a 'matar' al de papel, pero no ha sido así en absoluto», expone Fabiola, que ofrece otras claves para cuidar al público de las pequeñas ciudades y consolidar el negocio de las librerías. «Asesorar en todo momento al cliente, implicarse en la vida del pueblo y sus actividades, y garantizarles el logro de los títulos que quieren en el menor tiempo posible».
Irun es otra de las grandes localidades guipuzcoanas en las que Elkar, en el paseo de Colón, se mantiene como librería al uso, informa Joana Ochoteco. No es el único establecimiento de la ciudad que vende libros, pero sí el último en el que estos componen la oferta principal. En la próxima feria del libro irunesa Elkar compartirá espacio con Tinta Cómics, comercio especializado en el arte de la narrativa en viñetas y en saciar, juegos de cartas, figuras y demás curiosidades mediante, al sector 'friki' de la ciudad. Los estragos de la pandemia provocaron el cierre de Brontë Liburu-denda, que entre 2017 y 2020 fue bastión con encanto para lectores de la ciudad. El proyecto de la librera Ylenia Benito iba más allá de mero punto de venta y acogió innumerables tertulias, presentaciones y actos literarios. Con su cierre, fueron muchos los bibliófilos iruneses que se sintieron huérfanos.
Otros establecimientos de Irun mantienen en sus escaparates hueco para los libros: el Kiosco 33 de la calle República Argentina, con más de tres décadas de actividad a su espalda, es uno de los más emblemáticos. Resisten, en los barrios del municipio, librerías-papelerías como Aldako, en Dunboa, Landetxa, en Ventas o Patri, en San Miguel, que tampoco renuncian a que la literatura en papel siga teniendo un espacio en su oferta.
También en Arrasate el establecimiento de la cadena Elkar en la calle Erdikokale es la única librería actualmente en funcionamiento, informa Kepa Oliden. La última librería autóctona, de nombre Hire y que se enclavaba en la calle Iturriotz, desapareció en 2005 con la jubilación de sus propietarias. Era la tienda de libros y papelería más veterana de la localidad, con una trayectoria comercial de más de 30 años. Durante varios años coincidieron hasta tres librerías en la localidad. Además de Hire, hubo una tienda de libros en Erdikokale con el nombre de Naroki, y otra que se denominó Gorabera. Pero ambas cerraron años antes que Hire. Esta tomó el relevo como principal librería de Arrasate a otro histórico comercio popularmente conocido como Arca de Noé, donde hasta hace unos 50 años también se vendían novelas y material de escritorio. Este comercio, dedicado en las últimas a la perfumería y artículos de regalo, echó el cerrojo el 31 de octubre de 2024 poniendo fin a 80 años de trayectoria.
Zarautz cuenta en la actualidad con una única librería, Garoa, en Trinidade kalea 7, un establecimiento con más de medio siglo de vida, abierta por Flor Illarramendi e Imanol Agirre en 1973 y que en la actualidad lo lleva su hijo, también Imanol, informa Antxon Etxeberria. Además, mientras buena parte de las librerías se van cerrando, Garoa tiene en marcha el proyecto de ampliación; han adquirido un nuevo local de 80 metros cuadrados a pocos metros, con la idea de culminar las obras para poder abrirlo a finales de junio. Será librería con una sola entrada, pero con el espacio ampliado para el escaparate, para una zona para presentaciones literarias, para la oficina... «Queremos seguir enriqueciendo la experiencia literaria de todo aquel que confíe en nuestro paladar literario. Intentamos ser un intermediario digno entre el escritor y lector», señala Imanol, impulsor también de 'otra Garoa' en el barrio de Gros, que finalmente no prosperó.
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