«Los lectores son lo más importante que le ha pasado a la literatura en euskera»

– Mantiene un contacto estrecho con ellos y, sobre todo, con ellas, que son la mayoría en los grupos de lectura.

– Sí, pero me tengo que empezar a replantear algunos desplazamientos porque no estoy yo para andar de madrugada conduciendo por Gaintxurizketa.

– ¿Qué le aportan para que le compense?

– Me gusta mucho escucharles, porque cuando estás escribiendo trabajas a ciegas, el que sabe qué has hecho es el lector. Lo malo es que te lo dice cuando ya no tiene remedio y no puedes cambiar las cosas. También veo que hay una cierta idealización del trabajo del escritor y la escritora. Muchos creen que todos somos Ken Follet, y les extraña saber que cada libro que vendemos no nos da ni para un café... Si vendes 2.000 libros, que en euskera no está nada mal, tienes 2.000 cafés por dos años de trabajo. Está claro que en esto por dinero no estamos.

– ¿Ya le han aclarado qué ha hecho al escribir 'Azken etxea'?

– Sí, ya tengo una idea de lo que he hecho. Y se aproxima bastante a lo que yo pensaba.

– ¿Qué es lo que más han apreciado?

– La intriga. La fantasía es que un lector o una lectora coja tu libro y no lo pueda dejar hasta el final.

– ¿Y del final, qué opinan?

– A mi me gusta dejar los finales abiertos, para que los rellene el lector. Eso a algunos no les gusta demasiado, porque tienen la impresión de que va a haber una continuación. Y, aunque el final de 'Azken etxea' queda muy abierto, pueden estar tranquilos porque no va a haberla.