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Rosa Montero, autora de 'El peligro de estar cuerda', en una imagen promocional. IVÁN GIMÉNEZ

Rosa Montero | Escritora

«Nos entregamos a la inteligencia artificial como corderos que pueden acabar en el matadero»

La escritora hablará mañana sobre la creatividad y 'La magnífica familia de los nerviosos', dentro de la programación Mestizajes del DIPC

Alberto Moyano

San Sebastián

Lunes, 13 de octubre 2025, 00:05

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La escritora Rosa Montero regresa mañana a Donostia para hablar de 'La magnífica familia de los nerviosos' dentro de la programación del V Encuentro Internacional sobre Ciencias y Humanidades, enmarcado en la iniciativa Mestizajes. Montero hablará de los rasgos de personalidad de los creadores y de esa 'familia de los nerviosos' cuyos cerebros no terminaron de madurar. El acto (19.00 horas, sala Kluba de Kutxa Fundazioa en Tabakalera) está organizado por el Donostia International Physics Center (DIPC), el Centro de Física de Materiales de la EHU y Kutxa Fundazioa

– En el ámbito de la creación literaria, ¿qué caracterizaría a esa 'familia de los nerviosos'?

– La expresión de Marcel Proust de la magnífica y lamentable 'familia de los nerviosos' se refiere a la gente que tiene una tendencia creativa mayor que la media, aunque su creatividad sea mala. No estoy hablando de ser buen artista, los malos tienen el cerebro organizado de la misma manera que los buenos. Entonces, simplemente se refiere a este tipo de personas que no han terminado de madurar neurológicamente. El cerebro humano tarda mucho en madurar, no lo hace hasta los treinta años, y una de las fases más importantes se produce en la primera pubertad. Hasta entonces, el cerebro de los niños está hiperconectado, es una especie de hoguera con todas las neuronas unidas. Por eso tienen esa imaginación fulgurante y frondosa. Esa primera pubertad implica una poda tremenda de las conexiones cerebrales inútiles para concentrarse en lo útil, algo muy bueno para la evolución humana. Sin embargo, hay un porcentaje de la Humanidad que no pasa por esta poda o que pasa de una manera parcial. Entre estos que no tienen la cabeza 'podada' o no del todo, según los neurobiólogos, están los que tienen problemas mentales y los que nos dedicamos a cosas creativas, es decir, los 'nerviosos'.

– ¿Es posible sustraerse a esas ansiedades vinculadas a la creación o casi mejor resignarse a convivir con ellas?

– No es que te sustraigas de esas ansiedades, uno es como es. Tienes el cerebro conectado de determinada manera, tienes determinado sexo, determinada altura, unos padres determinados y una morfología. Y no te puedes sustraer de eso. Tú eres así y algunas de esas peculiaridades están conectadas con la creación y no sólo esta falta de madurez cerebral. En 'El peligro de estar cuerda' estudio cuáles son las múltiples circunstancias que llevan a alguien a dedicarse a un trabajo creativo. Lo llamo precisamente 'la tormenta perfecta' porque son necesarias muchas circunstancias. Uno no puede evitar ser como es, así que mejor asumirlo. Uno debe aprender a convivir con su propia maleta de oscuridad y de luz.

EVOLUCIÓN

«La primera pubertad implica una 'poda' tremenda de las conexiones cerebrales inútiles para concentrarse en lo útil»

ESCRIBIR

«La escritura es un trabajo tremendo. Por supuesto, hay una intuición en la que ya sabes cuándo te estás pasando de rosca»

– A veces se utiliza 'nervioso' como eufemismo para no decir 'locura'. ¿Cuánto hay de cierto y de mitificación en ese supuesto vínculo entre enfermedad nerviosa y genialidad artística?

– Esto de los 'nerviosos' es un término más antiguo, ahora se utilizan otros. También la palabra 'locura' es imprecisa y poco atinada con lo que es el funcionamiento de la mente humana. Por otra parte, todos los expertos coinciden en decir que la mal llamada 'locura' no te hace artista, al contrario: te deshace. La historia del arte está llena de ejemplos de artistas que sufrieron crisis psicóticas dejaron de crear, como Hölderlin o Schumann. Esto no quiere decir que para ser artista debas estar 'loco', ser un 'nervioso' o un 'trastornado'. Para nada. Hay un mayor porcentaje de gente que nos dedicamos a cosas artísticas que tenemos más tendencia a ciertos trastornos o incluso al suicidio, pero sigue siendo un porcentaje muy minoritario. También hay otras profesiones con tendencia al suicidio y que nadie piensa que sean propias de 'locos' o de 'torturados'. Por ejemplo:los dentistas tienen una elevada tasa de suicidio y nadie dice: «Hay que ver, qué vida tan torturada tienen».

– ¿Hay artistas que se escudan en ese supuesto carácter difícil propio de la genialidad para imponer cierto tipo de comportamientos?

– No, no creo que haya artistas que se escuden en esto. Habrá algún idiota que sea un narciso, pero no, uno es como es. De hecho, normalmente si te sientes distinto no quieres serlo. La gente que finge ser extravagante es porque en realidad no lo es. Nadie quiere ser distinto y mucho menos, de niño. De pequeño lo que quieres es perderte en la supuesta normalidad.

– ¿Prefiere usted reescribir sus textos aún a riesgo de malearlos o no darles muchas vueltas y publicarlos tal y como salieron?

– Por supuesto que reescribo muchísimo. Escribir es reescribir y reescribir. Es absurdo creer que escribir profesionalmente es sentarte y sacar cualquier cosa. La escritura es un trabajo tremendo y exige muchísima reescritura. Por supuesto, hay una intuición en la que ya sabes cuándo te estás pasando de rosca. Llega un momento en el que ya no puedes ver más en tu trabajo y entonces es el momento de dejarlo. Cada artista tiene su propia intuición.

LECTORES

«La gente que necesita leer para vivir y sobrevivir también tiene la cabeza sin acabar de 'podar' y son de la 'familia de los nerviosos'»

– ¿Cuándo sabe un 'nervioso' o incluso alguien que no lo es que una obra está terminada? ¿Cómo se sustrae a la tentación de seguir retocándola?

– Normalmente, los novelistas somos obsesivos porque si no, no te metes en ese trabajo que es tan fastidioso, tan largo para regurgitar una historia. Pero incluso siendo obsesivo, hay un momento en el que empiezas a perder la pasión de la escritura de esta historia y si todo va bien, aparece en lontananza otra que te calienta más el corazón. Escribir es como estar enamorado y abandonar el texto, es como terminar un amor y empezar a enamorarte de otro.

– En esa 'familia de los nerviosos', ¿entran los lectores?

– Cuando hablo de la frase de Proust y de la falta de 'poda cerebral' de los que nos dedicamos a cosas creativas, digo que en ese mismo estado está prácticamente toda la audiencia de los actos públicos a los que voy, gente que ama la literatura, personas que necesitan leer para vivir y para aguantar la negrura de la existencia. Tengo la sospecha muy fundada de que la gente que necesita leer para vivir y sobrevivir también tiene la cabeza sin acabar de 'podar' y son de la 'familia de los nerviosos'.

– A la que no parece que le afecten los nervios es a la Inteligencia Artificial. ¿Tiene alguna aplicación útil para el escritor?

– La inteligencia artificial es 'magiapotagia', el invento tecnológico más trascendental en la historia del ser humano. Estamos en una frontera sin comparación con nada que hayamos vivido antes y ya estamos inmersos en ella, que es poderosísima y que nos soluciona o facilita la vida de una manera tremenda, por eso nos estamos entregando como corderos que pueden acabar en el matadero. La IA no es ChatGPT, aunque no lo utilices, ya vivimos en la IA hasta las cejas:nuestros teléfonos móviles son pura IA, si pedimos algo a Amazon nos lo trae la IA, las redes de autobuses de las grandes ciudades las rige la IA... Absolutamente todo es ya inteligencia artificial. En cuanto al escritor, le ayuda en la documentación, aunque hay que cruzarla cuidadosamente, porque la IA está llena de 'alucinaciones', es decir, que inventa lo que no sabe. Pero los peligros de la inteligencia artificial son enormes, entre ellos, la manipulación de nuestros cerebros porque somos como perros de Pavlov. Los neurocientíficos llevan años pidiendo que se incluya entre los derechos Humanos el derecho a que nadie se meta en tu cabeza sin tú saberlo y no se está haciendo nada. Esa IA puede dictarnos lo que tenemos que pensar, creer, comprar y votar. El otro riesgo es la destrucción de la raza humana a través de la creación de una superinteligencia.

– ¿Supone una amenaza para el autor o es un miedo infundado?

– Sí, terminará escribiendo novelas estupendas. Por ahora, puede hacer novelas solventes, bestsellers y todas iguales, pero en nada escribirá como Shakespeare, pero insisto en que esto es lo que menos me preocupa de la inteligencia artificial.

«Estoy harta de escuchar a escritores alardeando de su analfabetismo científico»

– En su opinión, ¿viven de espaldas las Ciencias y las Humanidades o es un lugar común, cada vez con menos base real?

– Por desgracia, todavía están en nuestra sociedad muy compartimentadas, cosa que a mí me parece muy artificial y además, una mutilación del sentido de la existencia. Hay una absoluta continuidad en el conocimiento y en el intento de entender el mundo y entendernos a nosotros mismos, y que no se puede dividir en esas dos parcelas absurdas y ortopédicas. Con todo, hemos mejorado. Hasta hace muy poco, en España los científicos estaban muy cerrados a la divulgación. Estaban metidos como en una especie de torre de marfil y consideraban la divulgación algo así como vergonzoso. Por fortuna, llevamos dos décadas en las que se está viendo de otra manera. Y lo mismo respecto a Humanidades. Estoy harta de escuchar en actos literarios a escritores alardeando de que no entienden de números y de su analfabetismo científico, como si cuanto menos se supiera de eso, se fuera mejor poeta. Es otro tipo de ignorancia tremenda. De esos polvos y lodos venimos, pero está mejorando la cosa, aunque no lo suficientemente deprisa.

– Plantea el ciclo Mestizajes en el que se enmarca la charla la posibilidad de predecir «el surgimiento del próximo Mozart». ¿Lo considera posible o incluso deseable?

– No sé en qué se basan para eso, si lo hacen sobre estudios genéticos o con inteligencia artificial pero, en cualquier caso, por ahora los estudios genéticos están sometidos a cierto escrutinio ético y legal, y me parece bien. Cosa, por otra parte, que no estamos haciendo con los avances de la inteligencia artificial, lo cual es peligrosísimo. Las fronteras de la Ciencia han de ser debatidas ética y legalmente. Cuando el poder y los ingresos son demasiado grandes, nos saltamos esas cautelas.

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