«Al lehendakari de nuestra obra le falta algo más de cariño y reconocimento»

Su compañero en 'El candidato' es Zuhaitz Gurrutxaga, exjugador profesional de fútbol, defensa de la Real Sociedad hace un par de décadas. Fuera de los focos de los estadios ha escogido los del escenario, donde comenzó contando sus aventuras no siempre cómodas como jugador. Uno y otro llevan tiempo de gira con esta obra producida por Txalo, primero en euskera con el título de 'Gure lehendakaria' y ahora en español, desde mañana en el Principal de Donostia.

Les gusta trabajar juntos y, mientras siguen con la historia de este político vasco metido en problemas personales, preparan una nueva comedia que estrenarán en enero, «Así que el tópico de que los actores se llevan muy bien, esta vez es cierto», explica Gurrutxaga, que dice no sentirse «actor del todo: en símil futbolístico yo sería siempre el que echa los centros y, en este caso, Iker el que remata el chiste».

Entre los dos sacan adelante con éxito las aventuras de un lehendakari que a punto de tomar posesión del cargo padece un tic que le trastorna. «Está un poco desesperado y bastante estresado», dice Galartza de su personaje. «Él piensa que se puede curar con una medicina, pero no hay medicinas para lo que le pasa, es la cabeza lo que debe cuidarse».

Su compañero opina que más que estresado, lo que le ocurre al lehendakari «es que pertenece a una generación de esas que no dan importancia a la salud mental. Mi personaje, un psiquiatra, hurga en su pasado hasta hacerle plantearse si para él ser político es vocacional, si le gusta estar bajo los focos o si en realidad lo que tiene es falta de cariño y necesidad de reconocimiento. Y de esto yo sé bastante en la realidad porque en mi época de futbolista no tenía el mismo problema, pero sí algo muy cercano».

«Mi lehendakari puede pensar que es la leche, pero no deja de ser un pobre hombre que no puede organizar su vida ni mandar en casa. ¡Como para organizar un país!», sonríe Galartza, para el que esta función es sobre todo una comedia, «pero ni mucho menos ligera. No es de esas obras que puedes llevar al chaval con nueve años que le gusta el teatro. Se dicen un montón de cosas, es profunda, sale todo muy de dentro y muy de verdad. Es cierto que la gente se ríe mucho, aunque a veces no sé por qué, si por la situación o porque se sienten identificados».

«Claro que es una comedia, pero hay algo más, hay un poso», añade Gurrutxaga. «Creo que la gente sale del teatro pensando más en lo que se ha reído que en si han reflexionado. Pero se sienten cercanos con muchas cosas de este lehendakari, sobre todo cuando hurgamos en su infancia y vemos cómo en esa generación nuestros padres nos daban cariño como podían. Nos querían, por supuesto, pero no sé si por ser vascos o no nos cuesta un poquito mostrar ese cariño, aunque ya está cambiando».

«Cualquier presidente de gobierno o gente que está en un cargo de tanta exposición pública se tiene que mostrar con una fortaleza intacta», reconoce Gurrutxaga. «Pero lo que más le interesa al público de nuestra comedia es ver lo que puede sentir alguien que está en un cargo de ese tipo cuando no tiene cámaras ni prensa delante. Entonces, además de divertirse con la función, también se dan cuenta de que los políticos son personas que tienen los mismos o parecidos problemas que nosotros».

El actor veterano y su compañero con menos experiencia hacen una buena pareja sobre el escenario. «Trabajar con Zuhaitz es una gozada porque muchas veces entre actores sabemos por dónde tira cada uno y tenemos unas claves a la hora de hablar y de trabajar. Y él es aire nuevo, tiene ganas de aprender». Ser actor, prosigue Galartza, «es un proceso en el que no se para de aprender y a veces viene bien tener a una persona así al lado para plantearte muchas cosas desde cero. Me gusta trabajar con Zuhaitz porque cuando le explicas algo te das cuenta que tampoco tú lo haces todo bien y te lo tienes que aplicar. Me resulta una energía totalmente nueva y muy fuerte».

«Estoy aquí para aprender -reconoce Gurrutxaga-, él me guía y lo sigo sin ningún tipo de problema. Él es el protagonista y mi ego no se siente dolido por eso. Es él quien recibe más risas y más aplausos y no me siento mal por eso. Mis compañeros ya están un poco hartos de que diga estas cosas. Ahora Iker, antes Joseba Apaolaza o Ramón Agirre me dicen que siempre parece que me quito presión y se la paso a ellos, pero es que tengo claro que puedo ser actor con personajes muy neutros, si tuviera que llorar o reír o llegas a ciertos extremos creo que no se me daría bien, no soy actor para eso». De momento prepara un libro, junto a Ander Izagirre, sobre su experiencia profesional y personal como futbolista. Saldrá en noviembre.