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Calma en la arena, 'swing' en la terraza
El vibrafonista etíope Mulatu Astatke, que recibe este viernes uno de los dos premios del festival, hizo disfrutar al público de la Zurriola con un recital hipnótico y evocador
«¡Claro que le conozco! Le vi en Barcelona, pero era una formación más funky, el de hoy apunta a ser tirando a étnico», comentaba ... un espectador llegado desde la Ciudad Condal. Y acertó. Desconocido por muchos, alabado por una minoría mayoritaria. La realidad es que el concierto del primer músico africano premiado con el Donostiako Jazzaldia generaba curiosidad y suspicacias. Mulatu Astatke (Jimma, 1943) no es un nombre reconocible a cualquier oído. Tampoco su música, a pesar de la popularidad internacional que le otorgó el haber formado parte de la banda sonora de 'Flores Rotas' (Jim Jarmusch, 2005). La película protagonizada por Bill Murray, Jessica Lange y Sharon Stone elevó a cotas de éxito temas como 'Yèkèrmo Sèw' o esa tentativa de vals que es 'Yègellé Tezeta', y que arrancó una importante ovación. «¡Es un temazo!», se alcanzaba a escuchar al sonar los primeros acordes.
Tras más de una década en la que sus composiciones habían caído en el olvido más allá de las fronteras de Etiopía, la discografía de Astatke fue redescubierta en los 90 por una serie de coleccionistas. Álbumes como 'Afro-Latin Soul, Volumes 1 & 2' (1966) o 'Mulatu of Etiopia' (1972) volvieron a tener una nueva vida en la serie recopilatoria 'Éthiopiques' e, incluso, raperos como Nas, Damian Marley o Kanye West llegaron a utilizar algunas de sus canciones como bases para sus temas.
Motivo suficiente como para que el vibrafonista etíope haya sido elegido como uno de los dos premios Donostiako Jazzaldia de esta edición del festival. Este viernes será el acto de entrega donde recibirá el galardón de manos del director Miguel Martín y del alcalde de San Sebastián Eneko Goia, en reconocimiento a una carrera silenciosa pero larga y prolífica.
Un vaivén hipnótico
Con 78 años, Astatke llegaba a la playa de la Zurriola como una estrella repleta de energía juvenil. Ataviado con chaqueta y una bufanda con los colores de su país, desplegó todo su entusiasmo al vibráfono, que por momentos intercaló con la hilera de congas, timbales y bongós colocada junto a él. Bien acompañado en todo momento, eso sí, por la sección británica de vientos formada por la trompeta de Byron Wallen y el saxo de James Arben que iban a liderar la gran mayoría de melodías para lucirse luego en extensos y ambientales solos.
Aunque Astatke no reunió a tanto público, el regreso de la música a las terrazas animó los alrededores
El tenor de Arben ascendió por la escala hasta unos agudos imperceptibles con una potencia que consiguió encender la mecha. Tampoco Astatke quiso quedarse atrás y en su primer solo ya pedía que le subieran el volumen para demostrar su buen estado de forma. Una improvisación modal que se salía de la armonía a medida que subía en el registro de su vibráfono.
En la arena, menos público que el que concentró el miércoles Simple Minds. Muchos aprovechaban la caída de la tarde para preparar un imprevisto partido de volley o meditar mirando al horizonte del Cantábrico. Y es que el repertorio «étnico» que predijo el compañero catalán inspiraba ese estado de trance. Una música ondulante que se movía en un vaivén continuo y lento sobre los repetitivos 'ostinatos' del contrabajo y una percusión que en su caso sí quiso ser más protagonista.
Mulatu Astatke recogerá este viernes el premio del festival de manos de Miguel Martín y Eneko Goia
Y así fue entrando el público en esa evocadora atmósfera rasta de tintes jamaicanos. En contraposición con los escoceses, el de este jueves no resultó tan explosivo y tampoco invitó demasiado al público a reaccionar a lo que estaba sucediendo sobre el escenario. Todo permanecía en un segundo plano aunque tampoco parecía importar demasiado. La tarde de sol iba cayendo progresivamente al ritmo del octeto y los rostros sonrientes se multiplicaban tanto entre quienes se movían en un sutil baile, como quienes disfrutaban de su bocadillo tumbados sobre la arena.
Con las terrazas, siempre mejor
Ya desde las 19 horas el ambiente se fue caldeando con los primeros conciertos en Frigo Gunea y Fnac Gunea. Las colas para adquirir una bebida o algún plato del menú ofrecido en los 'stands' ocupaban las terrazas y encontrar mesa era una mera cuestión de azar. La batería de Jo Krause acompañaba el swing de la poderosa voz de Sharon Clark en un repertorio de 'standards' que congregó a un importante número de fieles que disfrutaron hasta el final de un 'I Remember April' de impresión.
Un poco más arriba, en el escenario de Fnac, el trío Atrisma 'resquebrajaba' sus instrumentos en una improvisación colectiva que hizo sudar al piano a Vincent Vilnet y al baterista Hugo Raducanu. Con la pausa de las terrazas, tocaba reponer energías para la siguiente sesión que más tarde iba a correr a cargo de Carla Sevilla 5tet y The International Classic All Stars.
Astatke se despidió emocionado de la Zurriola tras hora y media de concierto para continuar una gira que ya le ha llevado a las Noches del Botánico de Madrid y al Festival Jazz en la Costa en Almuñécar (Granada). Este viernes volverá a subirse al escenario pero, esta vez, en el Jazz Festival L'Estartit de Girona. Al cierre de esta edición estaba previsto que, tras el recital del etíope, tocara en el escenario Keler la banda liderada por el vocalista de Michigan Curtis Harding.
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