El contrabajo perdido en los aeropuertos
El susto de Dave Holland, el entusiasmo de Dee Dee, la marcha de las noches playeras y la espectadora que pidió tapones para los oídos... y se los dieron
Hoy termina el festival, pero las emociones se mantienen. El Jazzaldia vivió ayer hasta un 'thriller': los líos de las compañías aéreas provocaron que los ... instrumentos del grupo de Dave Holland se quedaran en París. Hubo gabinete de crisis: el objetivo, por un lado, era lograr que las piezas, y especialmente su querido contrabajo, llegaran a tiempo a Loiu, antes del concierto de la noche. Pero por si acaso se buscaron en Donostia instrumentos alternativos con los que hicieron la prueba de sonido. «El concierto no estuvo en peligro en ningún momento», explican desde la organización.
No fue la única pérdida: tampoco llegaron a su hora los instrumentos de los Kirk Knuffe Quartet, aunque se esperaba que finalmente estuvieran en San Sebastián anoche. También hay 'plan B' en este caso y hay alternativa instrumental para la cita de esta mañana en San Telmo.
Son las pequeñas historias de un gran festival que tiene que estar preparado para todas las circunstancias. Por ejemplo, una espectadora que se queja por el 'exceso de ruido' de un concierto. Ocurrió la noche del viernes en la Plaza de la Trinidad. Marc Ribot arrancó su actuación con sonidos 'extremos y agudos' de su guitarra eléctrica. Una asistente que se encontraba en primera fila sintió que no podía aguantar el ruido y pidió a uno de los componentes del equipo del Jazzaldia unos tapones para los oídos. ¡Y había! «Estamos obligados a tenerlos para niños, pero en casos especiales así los facilitamos también a personas mayores», cuentan desde el festival.
Fue una noche de contrastes, porque a la música experimental de Ribot siguió el recital agradable, reivindicativo y redondo de una Dee Dee Bridgewater que sigue en estado de gracia a sus 75 años. La gran dama del jazz (en casos como el suyo merece usar el tópico) no solo es una extraordinaria cantante: contagia entusiasmo «y es la artista más cómoda para trabajar, porque colabora con simpatía y logra que todo resulte fácil», dicen los responsables del festival. «Para nosotros ella y Jamie Cullum son dos estupendos ejemplos de 'artista top': brillantes sobre el escenario y amables en lo demás».
Porque de damas guerreras está la presente edición repleta. Si ayer fue la noche euskal-indie de Bulego, con su multitudinario concierto, y Sidonie, la víspera los numerosos espectadores reunidos en la playa disfrutaron de dos mujeres que revolucionaron la Zurriola. De Judith Hill se esperaba mucho y dio más, con un poderosísimo show, y luego llegó la juventud de Crystal Murray, la parisina de 23 años, que fue la sorpresa feliz ante los 9.000 espectadores, según cifras oficiales, que celebraron su ritmo.
Así se mueve el festival, entre jóvenes y veteranos. Algunos de los espectadores que vieron el viernes en el Kursaal a Hermeto Pascoal, el 'alquimista' brasileño 89 años, percibieron que actuaba conectado a unos sutiles tubitos de oxígeno que no mermaron su arte. Porque los virtuosos son así. Brad Mehldau, uno de los mejores pianistas vivos del jazz, pide el mejor piano del mercado y desde la organización se esmeran en complacerle, aunque a los propietarios de los mejores pianos no les convenza eso de poner su instrumento en un escenario al aire libre.
Los genios de los genios se aplacan... salvo en el caso de Van Morrison, del que se siguen contando cabreos tan grandes como su talento. Hasta Marc Ribot, otras veces tan 'serio', sonríe y cumplió el rito de firmar su foto en la exposición histórica de San Telm,o. Tras su concierto de la Trini se sentó como un espectador más a disfrutar de Dee Dee Bridgewater y ver cómo recibió de manos de Miguel Martín el mismo premio que él recibirá hoy en el escenario del Victoria Eugenia antes de su concierto.
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