El Kursaal consuma la oda al maestro
Los veteranos Clayton y Hamilton, junto al joven Fortner, ofrecen un épico homenaje al legendario Oscar Peterson
Los buenos bolos de jazz son aquellos en los que te sientas y las notas te absorben. Pierdes la noción del espacio y del tiempo, ... te dejas llevar. Entras en puro trance y percibes en tu interior, hipnotizado, cada acorde, cada nota. Porque disfrutas genuinamente. Y así, pudimos ayer asistir en el Kursaal a una de estas inolvidables citas que rindió homenaje a la gran figura del jazz, Oscar Peterson. Donde la magnífica banda formada por dos veteranos como John Clayton y Jeff Hamilton, al contrabajo y a la batería, respectivamente, junto a un joven, pero igualmente titánico Sullivan Fortner al piano, quiso hacer un marcado recorrido por algunas de las composiciones y versiones más memorables del maestro en una sala prácticamente llena a rebosar.
El concierto arrancó de un plumazo con 'Satin Doll', himno del jazz del legendario Duke Ellington, que cautivó de forma instantánea a los allí presentes con su enorme swing, innegociable, sobre el cual el grupo caminó en todo momento. La velada prosiguió con grandes piezas como 'Con Alma', 'Django' o 'Nareen's Nocturne'. Este último, original de Peterson, que se interpretó en fast tempo y donde se lució un espectacular Jeff Hamilton, barriendo la caja grácilmente con las escobillas en un solo completamente apoteósico. Poco a poco, tema tras tema, nos íbamos sumergiendo cada vez más en ese fantástico viaje al que se nos invitaba, directamente a la misma esencia de Peterson.
El grupo cautivó de forma instantánea a los allí presentes con su enorme swing, sobre el cual caminó en todo momento
El clímax del concierto llegó con un magistral 'Someone To Watch Over Me' de Gershwin. Una fantástica balada que casi acabó transformándose en una nana. Con un sonido delicado e impoluto, que llegaba directamente al corazón, el piano de Sullivan Fortner, en perfecta sincronía con sus compañeros, redujo la inmensidad del auditorio a la escala del susurro para arrancar, en una atmósfera profundamente íntima, alguna lágrima que otra a los espectadores. Pero el show tenía que seguir.
Después de un genial 'L'Imposible' y una espectacular versión de 'On Green Dolphin Street' llegó el turno de uno de los grandes estandartes del gran maestro. 'Hymn To Freedom' invitó al público, tal y como dijo el propio Clayton, a clamar el sentir común de todos en estos aciagos tiempos. Para ello, Fortner se vistió del traje de Peterson, sin renunciar a una inapelable personalidad que empapaba cada nota, haciendo fácil lo que parecía imposible.
Poco a poco nos íbamos sumergiendo en ese fantástico viaje directamente a la esencia de Peterson
El concierto concluyó con 'Blues For Big Scotia', un tema blues castizo y auténtico, delicioso e intenso, que buscó la complicidad del implicando público mediante un exitoso juego de aplausos brindando finalmente un aire afable a la cita, que terminó en una sonora ovación. Y es que aún quedaba la guinda del pastel. El único bis posible para esta celebración, que podría considerarse la mismísima encarnación del dios Peterson al que entre todos venerábamos: un 'C Jam Blues', breve y dos veces bueno. Así finalmente culminó la oda al maestro. Una de las citas más memorables de este jazzaldia, que nos dejó, como no pudo ser de otra forma, con sensación de plenitud y un recuerdo vivo del legado del gran Oscar Peterson.
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