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No pudo tener mejor comienzo el triatlón de John Zorn en este Jazzaldia. La primera parte del hipnótico programa doble estuvo protagonizada por Teresa de Ávila, Santa tan cercana a nosotros «que nació al final de esta calle», como dijo divertido el propio Zorn en ... la presentación.
El protagonismo se lo llevaron Julian Lage y Gyan Riley a la guitarra. Ellos se encargaron de interpretar, con esa pinta de haber inventado un sistema operativo en un garaje en los años 80, las canciones creadas alrededor de la figura española. Compenetrados en sus compañerismos, la lista llevó al folk piezas de belleza celestial, pulsación admirable ('Admonition'), ambiente cortesano ('Danza espiritual') y contrastes melancólicos ('Laudes Creaturarum').
La segunda parte fue una fiesta llamada 'Suite for piano' en la que Brian Marsella (piano), Jorge Roeder (contrabajo) y Ches Smith (batería) ofrecieron una extraordinaria actuación.
Con el batería empleando las baquetas con magnética libertad. Un Marsella alucinante en energías y calmas y un Roeder que se convirtió en tronco de toda ventolera completaron la oferta. «Esto es una pasada, pero le puede gustar a cualquiera», dijo uno a mi lado.
Estaba en lo cierto. Los pasajes fueron desde lo más impactante del free, con los músicos golpeando los instrumentos ('Allemande'), hasta la oscuridad del club de jazz ('Sarabande') y lo arabesco ('El castillo interior') sin perder un átomo de fascinación. Fue un estreno de ángeles ejecutantes y endemoniados ritmos.
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