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Isabelle Maeght | Directora de la Galería Maeght
«Mucha gente mira las obras de arte en internet para ver si pegan con su sofừNuestra relación con los artistas era de confianza, trabajo y placer», afirma la galerista, que se sumó al centenario de Chillida con una charla en Zabalaga
Artistas como Calder, Giacometti, Chagall, Braque, Tàpies, Miró o Eduardo Chillida figuran en el catálogo de la Galería Maeght de París, una de las más ... importantes del mundo durante el siglo pasado. En el marco del centenario del artista donostiarra, su actual directora y nieta de los fundadores, Isabelle Maeght (París, 1954) ofreció este lunes una conferencia en Chillida Leku, que acoge hasta el 14 de abril una exposición con obras de algunos de estos nombres. La galerista francesa rememora sus recuerdos de Eduardo y Pilar Belzunce, y comenta los cambios que ha experimentado el mercado del arte, a su juicio, no siempre para bien.
– ¿Cuándo conoció a Chillida?
– Desde siempre porque mi padre conoció a Chillida en 1948 y le expuso en la galería al año siguiente. Para mí Chillida formaba parte de mi familia y todos sus hijos son como hermanos para mí. Somos un bonito equipo.
– Esa relación que los Maeght mantuvieron con los Chillida, ¿era la habitual con los demás artistas?
– Para nosotros, eran nuestra familia. No teníamos una vida de la galería por un lado y la privada por otro: todo estaba mezclado. Los proyectos nacían alrededor de una cena o de un paseo por el bosque.
– Sin embargo, no todos los artistas tenían un carácter fácil...
– Una vez le pregunté a mi madre cómo se relacionaban con los artistas y ella me respondió que no tenían ningún contrato porque si lo hacemos, cuando se termine hay que romperlo. No firmábamos nada, era una cuestión de palabra y una relación de confianza. Si nos entendemos bien, trabajamos juntos y de lo contrario, no trabajamos juntos. Es una relación con los artistas y también de los poetas que era de confianza, de trabajo y de placer. Las tres juntas y eso es muy importante. Los artistas tienen que confiar en nosotros porque nos dan su alma. Sin esa confianza, no podemos defender lo que crean.
«Los artistas jóvenes ya no quieren ser fieles a una sola galería, sino que van de un lado a otro. Está bien porque el mundo es otro»
– ¿Hubiera sido posible Eduardo Chillida sin Pilar Belzunce?
– Cuando veíamos llegar el enorme coche de Pili, decíamos: «¡Ya están aquí los Chillida!». Pili estaba incondicionalmente enamorada de su hombre y era maravilloso verla. Era un amor loco. Como todo gran hombre, Eduardo necesitaba una gran mujer detrás y Pili era la que gestionaba para que pudiera trabajar tranquilo. Cuando tuvieron a su primer hijo, Eduardo no se podía ocupar de Pili porque no tenía tiempo, así que era (Pablo) Palazuelo el que se ocupaba de Pili, el que iba a la compra y el que les daba de comer. Todos los artistas españoles de la Galería formaban un equipo intergeneracional.
– Durante buena parte del siglo XX y de lo que llevamos de éste, la Galería Maeght se ha hecho con un prestigio de calidad. ¿Cómo se consigue eso?
– La galería siempre ha seguido una línea siendo fiel en el tiempo a los artistas. Hoy en día, seguimos representando a artistas jóvenes, pero la mentalidad ha cambiado mucho.
– ¿En qué sentido?
– Ya no quieren ser fieles a una sola galería, sino que van de un lado a otro. Está bien porque el mundo es otro y ahora hay medios de comunicación muy rápidos. Evidentemente, comprendo que quieran probar otras cosas. Como se suele decir, «la hierba siempre está más verde en el campo del vecino».
– ¿Han perdido la relevancia que tuvieron en su día las galerías?
– La Galería Maeght siempre ha sido la misma y sigue avanzando, pero las exposiciones ya no son obligatoriamente útiles, así que trabajamos sobre todo en proyectos externos: hoteles o restaurantes que, más que una decoración, necesitan una obra de arte importante. Eso es interesante para los artistas y para mí porque siempre es un reto. Ahora hemos hecho un restaurante en Corea, con un diseñador y un artista de la Galería, en una torre que en lo alto tiene un comedor ovalado. Para los artistas es un reto más interesante que hacer una exposición clásica.
«Hoy muy pocos hablan de Saura. En cambio, Palazuelo ha estado diez años en un agujero y ahora todo el mundo quiere sus obras»
– ¿Por qué han perdido peso las exposiciones? Quizás ha cambiado el público...
– El público mira en internet, ya no necesita las exposiciones desgraciadamente porque la emoción que transmite una obra no la podemos percibir a través de una pantalla. La gente joven mira en internet y luego igual viene a la Galería. Los de más de cincuenta años hacen al revés: primero nos visitan y luego miran en internet. Eso es muy agradable, sobre todo con la gente que compra obras de artistas que les gustan y no como decoración. Hoy en día, mucha gente mira la obra de arte como un objeto de decoración y por eso miran en internet si les pega con el sofá. Cuando alguien ve una obra y siente que la quiere es una alegría, pero desgraciadamente hoy internet es muy importante.
– Por su galería han pasado grandes artistas, pero habrá habido también apuestas fallidas.
– Por supuesto y menos mal que nos equivocamos, como todo el mundo. Si dijera que nunca nos hemos equivocado mentiría. Hay artistas que funcionaban maravillosamente en los años cincuenta y hoy el mundo ha olvidado. En los años ochenta todo el mundo hablaba de Antonio Saura, pero hoy en día muy poca gente lo hace. Yo lo adoro, pero en la actualidad, ¿ha visto usted alguna exposición suya en algún sitio? Eso es lo que hay que mirar. Las modas cambian. Hay artistas a los que no conoces y de repente, salen sin que sepamos por qué. Palazuelo ha estado diez años en un agujero y ahora todo el mundo quiere comprar alguna obra suya. Eso para nosotros es muy divertido y nos reímos porque tenemos muchas. Mi abuela decía: «Vivimos muy bien con lo que se vende, pero nos hacemos ricos con lo que no se vende».
– ¿Habría algún motivo por el que rechazaría representar a un artista?
– Si tiene talento y es simpático, no. Nos tenemos que entender humanamente y si es odioso nunca nos vamos a encontrar.
– ¿Por bueno que sea?
– No, porque no tendremos la fe necesaria para defender su trabajo y a mí lo que me enriquece es crear una comunidad de artistas. He tenido franceses, españoles, belgas, italianos, y todos los jueves iban a comer juntos. Bebían y venían después a la Galería, pero era genial porque tenían unas conversaciones maravillosas. Para los artistas es importante sentirse sostenidos por alguien que hace su mismo trabajo. Cuando estaba en París, Arroyo venía todas las noches a cenar a mi casa y los de detrás venían como si fuera un imán. Y la velada duraba hasta las cuatro de la mañana.
– A algunos artistas se les cuestiona por sus comportamientos privados. ¿Cree que hay que separar al autor de la obra?
– No es posible separar al artista de su obra porque van juntos. Un artista que no es agradable no nos va a dejar representar su trabajo correctamente.
– Me refiero a casos como el de Picasso, cuyo trato a las mujeres está más que en cuestión.
– ¿No cree que hay otros artistas que hicieron lo mismo?
– Por supuesto, lo pongo de ejemplo.
– Hablamos de Picasso porque era Picasso, pero ya basta. Para mí eso es la vida privada de la gente y es horrible lo que digo. Eran genios. Otros fueron fieles a una sola mujer, pero hay que parar ya: eran creadores y estaban en su universo. Abandonaron a mujeres y fueron abandonados por mujeres. En eso soy muy cuadrada, igual porque tengo carácter y así me han educado. Cuando decimos 'no' una vez, no hay razón para que digamos 'sí' la siguiente.
«Mi madre le decía que parara de poner a sus obras títulos en euskera, pero era su manera de reafirmar su pertenencia»
– La ultraderecha aboga por suprimir o reducir los ministerios de Cultura.
– Detesto a la extrema derecha y a la extrema izquierda. Para mí el arte no es político. No creo en la politización de los ministerios de Cultura. Por desgracia, hoy en día lo único que hacen los extremos es negar y negar la Historia, la Literatura... Hasta la vida nos niegan.
– Usted creció rodeada de arte y de artistas. ¿Cree que el arte nos hace mejores personas?
– Desde luego. Evidentemente. Cuando sales de una exposición de Picasso, Matisse o Braque, has respirado. Has participado en tu propia felicidad porque con que tan sólo haya un cuadro que te haya gustado, ya has ganado. El arte nos conduce a ser mejores. Me acuerdo que mi madre le decía a Chillida que parara de poner a sus obras títulos en euskera porque los franceses no los entendíamos, pero era su manera de reafirmar su pertenencia. Los artistas son libres de una forma envidiable. Qué felicidad. Y hay que dejar que lo sean.
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