La huella vasca en Canadá, en vivo y en directo
Los visitantes de la Fortaleza de Louisbourg han conocido gracias a dos jóvenes vascas cómo vivía en el siglo XVIII la amplia comunidad vasca de aquel asentamiento
En la provincia canadiense de Nueva Escocia, a unos 900 kilómetros al sur de Red Bay, la estación ballenera vasca del siglo XVI en la ... que se hallaron los restos de la nao San Juan, se encuentra la Fortaleza de Louisbourg. Construida por los franceses en el siglo XVIII, es en la actualidad la mayor reconstrucción histórica de América del Norte y, al igual que Red Bay, forma parte de la extensa red de enclaves históricos nacionales administrados por Parks Canada, el organismo público que gestiona los parques naturales del segundo país más extenso del mundo.
Este verano, por primera vez, los numerosos visitantes de la Fortaleza de Louisbourg, que tras su reconstrucción recuperó el aspecto y el ambiente de 1744, han podido conocer en directo los pormenores de la presencia vasca en aquel enclave y en aquel país, al que llegaron antes de que franceses e ingleses comenzaran a disputarse la supremacia colonial.
Las encargadas de introducir a los canadienses en una parte de su historia que la mayoría desconoce son dos estudiantes vascas, la hernaniarra Mirari Loyarte y la pamplonesa Amets Aranguren. La tercera integrante de la expedición académica, la donostiarra Marta Vázquez , está realizando un trabajo de antropología acerca de uno de los episodios más crueles de la historia de Canadá: las Escuelas Residenciales en las que durante décadas confinaron y sometieron a todo tipo de abusos a miles de niños y niñas de las comunidades indígenas.
En torno al 20% de los habitantes de la colonia francesa de Louisbourg eran euskaldunes
El proyecto tuvo su origen el año pasado, cuando Jauzarrea, una organización sin ánimo de lucro dedicada al estudio y la difusión de la cultura vasca, celebró en Nueva Escocia un Congreso Vasco en colaboración con la Cape Breton University y el Unama'ki College de la misma, volcado en los estudios relacionados con la comunidad Mi'kmaq y en la formación de miembros de la misma.
«Desde que estuve por primera vez como investigador en Louisbourg en 1983, me llamó la atención la falta de información sobre la presencia vasca, pese a que fue muy importante», recuerda Xabi Otero, de Jauzarrea. «Tras unos años trabando en el proyecto, al volver del Congreso lo pusimos en marcha y finalmente hemos conseguido enviar este verano a tres estudiantes».
Una comunidad importante
Otero admite que «ha sido un gran esfuerzo porque, aunque Parks Canada y la UCB han colaborado, Jauzarrea asume la mayor parte del proyecto, y al no tener ayuda de nadie supone esfuerzo enorme». No obstante, asegura que «la Fortaleza de Louisbourg, que recibe a cerca de 150.000 visitantes al año, es un escaparate fantástico, una forma perfecta de divulgar la cultura y la historia vascas».
Las jóvenes que han asumido esa tarea llegaron al condado de Cape Breton, donde se encuentra Louisburg, el 21 de junio, y regresarán a casa la semana que viene. Entre tanto, habrán pasado diez semanas integradas en el equipo de Parks Canada, mostrando a los visitantes cómo era, cómo vivía y cómo se divertía la numerosa colonia vasca de Louisbourg en el siglo XVIII. De hecho, era la segunda comunidad más importante de la colonia, y se calcula que el 20% de los habitantes del mismo eran euskaldunes. La mayoría procedían de Bayona y San Juan de Luz, y a causa de su peso parte de los servicios se prestaban en euskera, y los sacerdotes euskaldunes eran muy demandados.
Mirari y Amets reciben a los visitantes en una casita de pescadores vascos, la casa Desroches, situada en la entrada del enclave. Ataviadas con trajes y tocados del siglo XVIII -cuidadas réplicas de los de la época, obra del diseñador, sastre y coreógrafo de Maritzuli Konpainia de Biarritz, Claude Iruretagoyena- también se suman con su música y sus bailes, como lo hicieron en su día los vascos de Louisbourg, a las actividades colectivas.
Tanto en su casa como en la taberna o en la calle, donde bailan a los sones de un txistu y un tamboril que también son répicas de instrumentos del siglo XVII, ponen en contacto a los visitantes con el euskera y la cultura vasca, así como con la vida cotidiana y la historia de la pesquería vasca de Louisbourg.
Además de hacer de mensajeras de la presencia vasca en Canadá, están estudiando la historia local en la Universidad de Cape Breton, así como preparando a personas del equipo de Parks Canada para que la difusión del legado vasco no finalice cuando regresen a Euskal Herria.
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