San Sebastián pasó a la historia hace cien años
'San Sebastián. Ville de la paix', una muestra vinculada al centenario de la reunión de la Sociedad de Naciones, permanece abierta hasta octubre
Además de las muestras que se anuncian con grandes carteles en la fachada, en el centro cultural Koldo Mitxelena de Donostia puede verse una exposición ... pequeña y sin alardes que, sin embargo, ayuda a entender cuatro siglos de historia, y a comprobar lo cerca que ha estado Gipuzkoa de muchos de los episodios que la han marcado.
Se trata de 'San Sebastián. Ville de la paix', y gira en torno a uno de los momentos en los que San Sebastián se incorporó a la historia con nombre propio: la reunión del Consejo Ejecutivo de la Sociedad de Naciones, que tuvo lugar en la ciudad entre el 31 de julio y el 5 de agosto de 1920.
El centenario se conmemoró a finales de julio con un acto de cariz eminentemente político, y dará lugar en las próximas semanas y meses a actividades que profundizarán en los hechos que dieron lugar a aquella iniciativa que quiso ahuyentar las guerras, así como en su legado, especialmente desde el punto de vista jurídico. La exposición, que permanecerá abierta hasta el 17 de octubre, se encuentra en la primera planta de la biblioteca del KM y es, como indica quien la ha concebido, el historiador Carlos Rilova, «una manera de poner en contexto un episodio destacado de la historia de San Sebastián».
Lo ha hecho mediante una serie de vitrinas en las que ha dispuesto, además de paneles explicativos, objetos, documentos y publicaciones -procedentes de su propio fondo y del Archivo General de Gipuzkoa-, mediante los cuales traza un viaje que va de Calvino a una boina azul; de la Reforma, la subsiguiente Contrarreforma y las interminables guerras de religión a las que dieron lugar, al símbolo más reconocible de los militares que participan en las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU.
El retrato y la prenda están separados por casi cinco siglos, pero también hay entre ellos muchos nexos de unión. El luterano Calvino, tras huir de Francia, se estableció en Ginebra, donde murió en 1564. Y en Ginebra celebró su primera asamblea general la Sociedad de Naciones, precedente de la ONU, el 15 de noviembre de 1920. Ambas referencias son también la prueba de uno de los principales hilos de la exposición: poner de manifiesto «que todo esto no es algo que pasara lejos, algo que no nos incumbía».
Guerra tras guerra
De hecho, muchos de los pasajes históricos en los que ha reparado Carlos Rilova nos han afectado muy directamente. No en vano acompaña al retrato de Calvino otro de Ignacio de Loyola «uno de los principales líderes de la Contrarreforma. Tanto uno como otro propugnaron un enfrentamiento apocalíptico entre dos formas de ver la religión que derivaron en una sucesión de guerras». Como la de los 30 años, en el marco de la cual se produjo en 1638 el largo asedio de Hondarribia, que por mucho que se saldara con victoria local dejó la villa convertida en escombros. Carlos Rilova se va tan lejos «porque el veneno que la Sociedad de Naciones trata de contrarrestar desde 1919 hasta 1936 tiene sus orígenes varios siglos antes».
La exposición muestra que también el siglo XVIII fue una sucesión de conflictos armados y de tratados que trajeron paces poco duraderas, aunque se advierten nuevos matices. Por una parte, las razones para guerrear «se trasladan de la religión a cuestiones más mundanas, del Papado a la corte» y «empieza la diplomacia secreta, que se ejerce en los salones pero lleva a la gente a morir a mansalva en las guerras de supremacía del siglo XVIII».
«El veneno que la Sociedad de Naciones trató de contrarrestar tiene sus orígenes varios siglos antes»
«La reunión tuvo mucho impacto en la ciudad; la gente se acercaba al Palacio Foral a interesarse por las sesiones»
No será más pacífico el siglo XIX, a largo del cual se irán gestando las tensiones que estallarán en 1914. Al mismo tiempo, «a consecuencia de las nuevas posibilidades que ofrece la técnica, de la que se esperaba tanto pero al final se volvió contra el hombre, la capacidad de matar crece exponencialmente, hasta el punto de matar a 150.000 personas en una mañana».
Todas esas tendencias confluyeron, adquiriendo una fuerza extraordinaria acerca de la que algunos, como el donostiarra Fermín de Lasala y Collado, ya advirtieron sin que nadie les prestara demasiada atención, en los cuatro devastadores años de la Gran Guerra. «Pensaban que las armas futuro, los tanques y los aviones, iban a propiciar una guerra rápida, pero descubrieron que todo se volvió en su contra, y la experiencia de la gente en las trincheras supuso un retroceso a los tiempos medievales», destaca Rilova.
Del deseo de que aquel horror «que dejó traumatizados tanto a Estados Unidos como a Europa», surgió la creación de organismos como la Sociedad de Naciones. El historiador apunta que, no obstante, «a algunos la guerra les vino muy bien e hicieron grandes fortunas; también aquí, donde muchos se beneficiaron de la guerra sin tener que sufrirla. Para los fabricantes de armas y algunos hombres de negocios fue una época estupenda».
«Todos la conocían bien»
En ese punto entró en escena San Sebastián, «que era una ciudad que todos conocían muy bien y que durante la guerra había sido un auténtico hervidero de espías». Y en la que, a diferencia de lo que ocurría en países que habían sufrido la guerra «había una altísima calidad de vida» y la epidemia de gripe mal llamada 'española', que se cebó en las poblaciones más empobrecidas y debilitadas por la contienda y provocó 200.000 muertos en España, tampoco había golpeado con demasiada fuerza en San Sebastián.
Por si todas esas ventajas no fueran suficientes, el Sindicato de Inciativa de una ciudad con décadas de tradición turística que tenía muy claro el potencial de los visitantes foráneos, también trabajó para que no escapara aquella oportunidad. Así, el VII Consejo de la recién creada Sociedad de Naciones, posterior al de Londres y previo al de Barcelona, monopolizó la vida de la ciudad durante días: «Tuvo un gran impacto. La gente acudía al Palacio Foral -donde algunas reuniones como la relativa al control de armamento fueron abiertas- a interesarse por las sesiones».
El Consejo tuvo un apartado lúdico que se refleja en la exposición con fotografías de los delegados jugando al tenis o degustando la gastronomía local. El kit que les facilitaron tampoco está muy lejos de los que reciben en la actualidad los congresistas. Pero fue una reunión muy seria en la que se debatieron temas de gran importancia para el futuro de paz que quería construir la Sociedad de Naciones. No duró mucho aquel intento, porque no todas las naciones quisieron, tal como también se cuenta en la exposición que, en un hilo, resume cinco siglos con más guerras que paz.
La exposición
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Nombre: 'San Sebastián. Ville de Paix'.
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Lugar: primera planta de la biblioteca de Koldo Mitxelena Kulturunea (San Sebastián).
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Fechas: hasta el 17 de octubre.
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Horario: de lunes a viernes, de 08.30 a 20.30 h. Sábados, de 8.30 a 14.00 h.
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