La compañía Matarile presenta 'El diablo en la playa' en Gazteszena
La compañía gallega ofrece hoy en la Casa de Cultura de Egia un espectáculo sobre el caos, las tentaciones y el desarraigo
En medio de una coproducción que prepara junto al Centro Dramático Nacional, la compañía Matarile trae hoy a las siete de la tarde en la Casa de Cultura de Egia la obra 'El diablo en la playa'. Un montaje para dos actrices, Celeste y Claudia Faci, que en palabras de la directora del espectáculo, Ana Vallés, «gira en torno al caos, las tentaciones y el desarraigo, haciendo hincapié en la utilización del lenguaje como simulacro, la autorrepresentación, las identidades ficticias y las relaciones fantasmales generadas por el deseo».
Matarile es una compañía diferente, siempre arriesgada, con una estética exquisita y, sobre todo, un peso intelectual difícil de encontrar en la escena. «Esta vez hemos partido de la teoría del caos creada por el filósofo francés Gilles Deleuze. Y desde ahí surgen otros temas: el diablo como personaje con dos caras diferentes, por un lado la figura maldita que encarna el mal. Y por otro lado Lucifer, el portador de la luz. En realidad el diablo era el ángel más bello del paraíso, un preferido de Dios que osa crear y emular a Dios. Por eso condenado a vivir errante se convierte en Satán, que significa el adversario. Estamos por tanto hablando de nuestra propia dualidad».
Un no lugar
La playa posee para Ana Vallés el significado «de un no lugar, como el teatro, que sólo existe en cada momento de cada representación». La playa vista también «como el espacio entre lo conocido y ese horizonte que siempre nos atrae. Un deseo continuo de conocer y vivir sin el que no se puede existir. La playa como espacio donde no se dejan huellas y es imposible retroceder. Nunca se regresa a ningún pasado, a ningún estado, a ningún lugar».
Como en anteriores trabajos, en esta obra utilizan el lenguaje del cuerpo, «pero además en este caso las dos protagonistas son muy potentes, son 'performers', tienen unas presencias escénicas brutales y una madurez que me encanta y, al ser ya mayores, tienen unos cuerpos diferentes, lo que potencia ese juego entre el ángel y el diablo y quién es quién en cada momento».
