La excepcional voz de Xabier Anduaga hace historia en el Victoria Eugenia
El tenor donostiarra ofreció ayer un soberbio recital con canciones, arias de ópera y zarzuela junto al magnífico pianista Maciej Pikulski
Anduaga se convirtió ayer por derecho propio en uno de los grandes cantantes que han escrito con letras de oro su nombre en la ... historia de la Quincena y de la ciudad. Lo hizo con un recital diseñado al detalle para mostrar todas las capacidades de su voz con el que dejó evidencia de por qué está considerado uno de los mejores tenores del mundo. Y no lo es solo por su hermosísimo e increíble instrumento, sino también por el buen trabajo que realiza para sacarle todo el partido posible. Por eso, es posible que los amantes de la lírica recuerden en el futuro casi tanto la fecha de ayer como la de aquel 25 de agosto de 1989 en el que la insuperable Teresa Berganza hizo vibrar el mismo teatro con un concierto mítico en el que regaló siete bises. Ayer fueron tres, pero se vivió el mismo ambiente de entrega desde el escenario y, sobre todo, desde un patio de butacas que estaba rendido a la estrella de casa ya antes de que abriera la boca.
El tenor ofreció un recital diseñado al detalle para mostrar todas las capacidades de su voz
Y es que el de ayer era, sin duda, uno de los conciertos más esperados de la Quincena y de los que primero agotaron las entradas. La ciudad entera, pero también amantes del canto de otros lugares, esperaban con ganas poder escuchar a Xabier Anduaga más que los pocos minutos del pasado lunes cuando intervino en el extraordinario 'Stabat Mater' en el Kursaal. Querían recibir a su héroe y dedicarle solo a él largos aplausos, y no había mejor manera de hacerlo que con un recital protagonizado única y exclusivamente por su voz. Bueno, y por un pianista, Maciej Pikulski, que funcionó como lo que es, un gran repertorista. Porque el éxito de un cantante no está solo en su canto, sino en el resultado musical que consigue junto al instrumento que le acompaña.
Para empezar Anduaga escogió tres canciones italianas de Paolo Tosti. La primera fue 'Ideale', con una melodía emotiva en la que Anduaga transmitió con mimo la expresividad de su línea vocal y Pikulski la delicadeza de su acompañamiento, creando entre los dos la esperada atmósfera romántica y sentimental. 'L'ultima canzone', en la que se habla de la tristeza y la resignación ante la pérdida amorosa, y 'A vucchella' completaron esta especie de aperitivo ideal para calentar la voz y el ambiente. Y aún hubo espacio para una pieza más: 'La ricordanza' de los «Quattro Sonetti' de Bellini, con una melodía memorable que fue todo potencia en la de Anduaga.
Se vivió el ambiente de entrega desde el escenario y, sobre todo, desde un patio de butacas rendido a la estrella de casa
Fue un delicioso comienzo para llevar al público al terreno en el que Anduaga triunfa por el mundo, la ópera, y presentar una de las arias que más famoso le han hecho: 'Una furtiva lagrima' de 'L'Elisir d'amore' de Donizetti. Fue uno de los grandes momentos de la velada. El tenor demostró que puede hacer con su voz lo que quiera, alargar las frases sin problemas de respiración o emisión, flexibilizar el tempo o exagerar los contrastes dinámicos. Para entonces el teatro ya estaba rendido a sus pies. El ambiente operístico continuó con el protagonismo absoluto de Pikulski en la 'Paráfrasis de Rigoletto' de Verdi compuesto por Liszt, que sirvió a Anduaga para descansar sin dejar de alimentar al entregado público. El bel canto volvió enseguida con 'Tombe degli avi miei' de 'Lucia di Lammermoor', y, para completar la primera parte, como no podía ser de otra manera, el aria 'Lunge da lei' de esa 'Traviata' que tantas alegrías está dando al tenor este año, ambas magníficas.
Anduaga quiso seguir demostrando sus capacidades y cambió de estilo tras el descanso para asomarse a la atmósfera contemplativa, casi mística de los 'Tre Sonetti di Petrarca' de Liszt. Y tras ellos, una nueva pausa en el canto para que Pikulski volviera a tocar en solitario la versión para piano del precioso y conocido lied 'Ständchen' de Schubert, absolutamente acertado en carácter.
En 'Una furtiva lágrima' demostró que puede hacer con su voz lo que quiera, alargar las frases o exagerar los contrastes
Otras tres piezas maravillosas de Hahn completaron el bloque de canciones, que dieron paso a dos guiños a la zarzuela, 'Flor roja' de 'Los gavilanes' y 'No puede ser' de 'La tabernera del puerto'. Fue con esta última romanza con la que el teatro se vino abajo con el torrente de voz de Anduaga y su expresividad dramática. Tras ellas el tenor cogió el micro para dar las gracias y tres propinas: 'O sole mio', 'Haurtxo polita' y 'Júrame', que supieron a poco a un público entregado.
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