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El buen tiempo se alió con Basoka, la serie de conciertos que acoge uno de los rincones con más encanto de la ciudad. Si el año pasado la lluvia y el barro obligaron a celebrar bajo una carpa el homenaje de músicos locales a Bob Dylan, ayer el sol y la agradable temperatura permitieron recuperar el escenario natural en el bosque de Miramón. Las hojas de robles, pinos y demás especies fueron la única techumbre de una de las actividades centrales del festival Olatu Talka.
Era mediodía y por los altavoces sonaba Nick Drake, inmejorable prólogo para lo que estaba por venir. Los espectadores se acomodaron en los fardos de paja diseminados por el lugar o se sentaron sobre la hierba, listos para degustar un festín musical de marcado color folkie. A diferencia de los sofisticados platos que enseñan a elaborar en el vecino Basque Culinary Center, en el menú de Basoka no hubo esferificaciones ni experimentos con nitrógeno líquido. Los cuatro artistas del cartel optaron por la melodía monda y lironda, que en términos gastronómicos sería algo así como la cocina de producto.
Es más. Los primeros platos se sirvieron casi en crudo, que es como actuó Jon Busselo: voz, guitarra acústica y armónica. El donostiarra repasó temas propios como 'Rescue Me' o 'How You See The World', cantados con gran aplomo y oficio de trovador folk. Antes de despedirse con una tonada al ukelele, agradeció la atención del respetable tras confesar que no suele dar muchos conciertos. Cualquiera lo diría.
Ane Leux también actuó sola, según advirtió, por primera vez en su vida. Y tampoco se notó. Guiadas por su guitarra eléctrica, 'Fairymoon', 'Silence' y 'Dance With Me' sonaron tan evocadoras como cuando las suele tocar con banda. La donostiarra también presentó piezas inacabadas al margen del disco 'Sense' (2017) y en castellano cantó 'Amanecido' y 'Sin rumbo'. Dada su condición de única solista, resultó muy pertinente su invitación a las mujeres a subir a los escenarios para atreverse a «hacer cosas aunque no sean perfectas», una presión que los hombres no suelen sentir.
Las dos siguientes actuaciones tuvieron algunos ingredientes adicionales pero siguieron respetando el sabor de las melodías. Luke Armstrong, inglés afincado desde hace tiempo en la capital guipuzcoana, se presentó con el bajista Josetxo Orueta y la violinista Arantza Molina, talentos con los que formó un exquisito trío de cámara. Juntos llevaron a terrenos country-folk canciones como 'I Think Of You', 'To The City', la versión del 'Kindhearted Woman Blues' de Robert Johnson o 'That Way', el tema groovy que emplearon para despedirse. «Al fin una un poco más alegre», bromeó.
También compareció bien acompañado Iker Lauroba, que contó con Olaia Inziarte en los coros y teclados y con Urbil Artola a la Weissenborn, una guitarra acústica de estilo 'lap steel' que aportó un eco fronterizo a la propuesta más popera. A modo de postre sonaron, entre otras, 'Etsien balsa', 'Berria auzoan', 'Isiltzen banaiz' -no confundir con la homónima de Berri Txarrak, mucho más cañera-, 'Aurkibidean' y 'Azken dantza bat'. Concluía así el delicioso menú de Basoka, iniciativa a la que Lauroba deseó larga vida. Aunque Olatu Talka desaparezca, la continuidad de este agradable picnic musical sería una gran noticia.
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