Curro Díaz, en el patio de su casa
BARQUERITO
Sábado, 3 de agosto 2019, 13:53
El primero de corrida, muy badanudo, mayúsculo colgajo y papada de pavo, y el cuarto, el mejor rematado de los seis, salieron en el tipo ... tan original de la ganadería de Gavira, que es la que ahora está tratando de recuperar uno de los vástagos del difunto Antonio Gavira. Serios por delante, peso ligero, con plaza los dos toros, que resultaron de signo y condición muy dispares.
Después de corretear y apretar, el primero rodó por la arena, claudicó, salió tronchado de un medido puyazo trasero, patinó y se derrumbó en banderillas, y llegó a la muleta inválido. Para general sorpresa brindó Curro Díaz al público. En cuanto venía obligado, se desparramaba sin remedio el toro. Pausas y paseos del torero de Linares fueron casi árnica para el toro, que muy a última hora se quedó debajo y le pegó a Curro una voltereta terrible. La taleguilla añil y oro, rasgada por un pitonazo en la nalga.
Sería doloroso, pero Curro aguantó hasta el final. Una buena estocada fue rúbrica de una faena entrecortada pero salpicada de pinceladas buenas. De la enfermería salió Curro antes de soltarse el tercero de corrida. Una generosa banda de esparadrapos donde la cogida. A cambio del percance, la fortuna de llevarse el mejor de los solo cinco toros negros de la corrida, un cuarto de bello cuajo que galopó de salida con ganas, humilló repetidor, cumplió en un puyazo cobrado al relance y apenas tardó en romper.
Los chispazos del linarense con el toro de la tarde se celebraron. El empeño, también
Toro de buen son. Un desarme por la mano izquierda dejó sin despejar la incógnita de si habría tenido por ella la misma entrega que por la diestra. Por ella y solo por ella fue, en los medios primero y casi en las rayas después, una faena de logros y calado desiguales. De recorrer mucha plaza, y no solo porque es costumbre en Curro separar las tandas con paseos larguísimos. En Azpeitia Curro es algo así como el torero de la casa. Los chispazos se celebraron. El asiento y el empeño, también. Y una estocada cobrada a ley pero de efecto muy retardado. En tablas se levantó el toro malherido hasta tres veces, Curro renunció a descabellar. La agonía del toro, aplaudido en el arrastre, provocó algunas protestas.
Premio DV
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Toros de Salvador Gavira Corrida bien presentada, bastante igualada y muy astifina. Les faltó fuerza a todos los toros, aspecto que influyó en el resultado sustancialmente. En cuanto al comportamiento, segundo y tercero los más validos, siendo el tercero encastado pero sin terminar de romper. Cuarto también encastado pero parado y resto parados igualmente. A la corrida le faltó fuerza resultando en una falta de transmisión y emoción que condicionó el resultado. La corrida también fue noble en general.
En el balance de la corrida, además del buen cuarto, contó el único colorado del envío, un segundo carifosco que se movió mucho y bien. Fijeza y nobleza. Toro pronto y con entrega que solo en vísperas de la igualada escarbó sin previo aviso. La faena de Ginés Marín fue como la horma del zapato. Acoplado al son del toro -se prodigó con el capote en suertes mixtas-, se recreó en los muletazos a pies juntos, trabajó mucho más con la mano derecha que con la izquierda, aunque la zurda sea en su caso la mejor de las dos que tiene. Espaciada en pausas y paseos, faena de tandas más cortas que largas, de airosos remates. El todo llegó a la gente. Las temeridades tanto como el repertorio canónico, la soltura y una gracia ligera.
Ya no hubo más toros propicios que llevarse a la boca. Ni el quinto de la tarde, que, después de fijado en doblones notables, se paró casi en seco, y Ginés, tan fino con la espada por norma, pinchó hasta seis veces. Ni tampoco ningunos de los dos del lote del joven Ángel Téllez, que, igual que Ginés, era nuevo en Azpeitia. Novedad de interés por su seriedad, entereza, firmeza y recursos. Torero de corte académico, aparentemente frío de cuello, pero con un perfil de pureza muy particular.
La manera de ligar el natural con el de pecho -clave de bóveda del clasicismo-, y de hacerlo no una ni dos sino unas cuantas veces, todas ellas con pulso y riesgo, fue la huella del estreno de Téllez en plazas del norte. También, su sencilla manera de resolver dificultades. El tercero, tardo, hizo hilo y repuso viaje, y el sexto, de noble fondo pero remolón y sin celo, los dos pusieron a prueba la pericia del torero: ni un pisotón, ni un paso atrás, la muleta por delante y sentido del temple, que no es un sentido común. Tan serio trabajo no provocó a los músicos -siempre afinados- y los dos trasteos pecaron por concienzudos de largos.
Una tarde de toros y toreros
La tercera y última corrida de los San Ignacios 2019 tuvo los componentes que algunos aficionados deseamos encontrar cada tarde que vamos a la plaza. Nunca esperamos un triunfo arrollador, sino disfrutar del espectáculo. Tres toreros, tres estilos diferentes, atractivos y una corrida que se puede calificar de interesante, bien presentada, astifina, encastada en general, de noble embestida, aunque la falta de fuerza, su mayor defecto hizo que se parara y no trasmitiera como hubiera sido deseable.
Que Curro Díaz es un torero de pellizco, con mucha clase, que está en un momento dulce de su toreo no es descubrir nada nuevo. Ayer se hizo patente. Pero además demostró pundonor y vergüenza torera. Después de sufrir una voltereta que le produjo un puntazo interno, salió como un novillero debutante a matar el cuarto toro. En el primero logró a base de profesionalidad y conocimientos traspasar ese umbral que se produce cuando el público no valora el quehacer del torero por la falta de fuerzas del toro. Poco a poco lo fue recuperando y de menos a más, terminó la faena toreando despacio, en tandas cortas pero de enorme calidad. En el cuarto la suavidad de terciopelo del toreo de Curro. El temple, la ligazón, la hondura, el buen ritmo surgieron en el toreo en redondo a media altura y los naturales de frente espaciados y despaciosos. Una gran estocada remató la faena.
El gran momento de Ginés Marín quedó de manifiesto ayer en la 'bombonera'. Dos faenas muy distintas a dos toros muy diferentes también. El Ginés artista frente al Ginés más temerario. Pero en ambos un torero ya hecho y con argumentos para asentarse como figura, que tiene pillado el sitio, que sabe andarles muy bien a los toros. En su primero, un gran toro: naturales mandones, circulares sin estridencias y bernardinas trepidantes. Buena estocada. En su segundo, un toro mucho más parado, una faena de naturales de frente aguantando, pases en redondo cercanos, dejándose ver. Lástima de pinchazos.
Ángel Téllez a pesar de su bisoñez como matador de alternativa conoce bien su papel. Con más nervios en el tercero, estuvo mucho más seguro en el que cerró plaza, un toro que antes de embestir levantaba la cabeza y miraba al torero. En el tercero una faena donde demostró su raza y sus deseos de triunfo y en el sexto una buena colocació. Un defecto de novel...se pasó de faena.
Y como colofón a la corrida y a la Feria, el brindis de Ginés Marín en el tercer toro a ese Maestro del periodismo taurino con quien tengo el honor de compartir página: Ignacio Álvarez Vara 'Barquerito'.
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