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La colección, vista por los expertos

Carlos Cánovas y Lee Fontanella, los dos expertos que asesoran a San Telmo Museoa, opinan sobre la colección

Viernes, 17 de mayo 2019, 14:36

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La colección vista por Lee Fontanella: «Se trata en realidad de dos archivos de materiales fundamentalmente distintos y, más significativo aún, dos estilos que se interrelacionan hasta cierto punto solamente. Aunque se les puede considerar pictorialistas en su fondo, el pictorialismo del padre, Koch Bengoetxea, se basa en tomas en blanco y negro y en los chiarosuros que es capaz de rendir esa clase de fotografía, mientras que el de Koch Arruti se basa principalmente en una paleta de colores muy personalmente controlados, entretejidos.

En lo que sí se parecen muchas veces es en la temática que aparentemente más les interesa, con la notable excepción del 'álbum Guerra' de Koch Bengoetxea. Dicha temática pertenece muy evidentemente al País Vasco, punto de interés esencial para San Telmo, y esto es evidente incluso en el caso del 'álbum Guerra', pese a las tomas conseguidas en la ciudad universitaria de la Complutense.

Las imágenes realizadas por Koch Arruti parecen ser más conocidas que las de Koch Bengoetxea. De hecho, la porción de la obra de este que es completamente desconocida por el público es precisamente la que presta un valor difícilmente estimable al archivo del padre.

Comparando los dos legados cuantitativamente, el de Koch Arruti es mucho más numeroso: unos 5.500 objetos aproximadamente. El interés del archivo Koch Arruti me parece más afincado -aunque no de modo exclusivo- en el País Vasco. Esto no es tan claro en el caso de Koch Bengoetxea, especialmente con el 'álbum Guerra' que, a pesar de su enfoque principal en País Vasco, por razones históricas e ideológicas no se limita a País Vasco.»

La colección vista por Carlos Cánovas: «El trabajo de Koch Bengoechea tiene algunas características que lo hacen más que estimable. El planteamiento estético y la formulación de su obra presentan rasgos que se sitúan bien en su marco temporal. Se trata de un conjunto de vistas/paisajes, escenas y retratos técnicamente muy bien realizados, deudores de las prácticas habituales en la época, pero que el autor lleva a cabo con una 'pulcritud' muy notable. A partir de negativos de formato medio y de placas 9x12 cm, cuidadosamente procesadas, el fotógrafo quiso acercarse a una definición del espíritu de lo vasco que terminaría parcial y excelentemente publicado.

Puede percibirse la línea que une estas imágenes con prácticas pictorialistas que, de algún modo, seguían estando presentes en los años en que las fotografías fueron obtenidas (o escenificadas en algunos casos). En España, en general, ese 'clasicismo', llamémosle así, era frecuente. También se podría decir que estas imágenes evidencian ya un cierto declive de este tipo de fotografía (la evolución, por ejemplo, hacia los formatos reducidos y hacia una instantaneidad menos rígida estaban haciendo acto de presencia en todas partes). El hecho de que existan positivos incrementa la valoración del fondo. En las copias de la maqueta-libro que he podido ver, queda de manifiesto el cuidado tanto en lo que se refiere a la toma (composición) como en el tratamiento tonal de las imágenes (copia). La factura es impecable.

La obra de Sigfrido Koch Arruti presenta, en relación con la de su padre, algunos rasgos diferenciales evidentes: es más cuantiosa, mucho más reciente y, con seguridad, también más 'popular'. Sin embargo, en el plano estético, su sensibilidad y su labor entroncan bien con las de su progenitor, aunque las diferencias sean también acusadas. La conexión con su ámbito geográfico/territorial es incuestionable, y en la interpretación del mismo y de su espíritu consiguió establecer una personalidad fotográfica muy bien definida. Temáticamente son los asuntos habituales que hemos señalado en Koch Bengoechea -paisajes, escenas rurales o marineras, bodegones, retratos, etc.-, si bien el uso del color (de un cierto color) y de la luz (de una cierta luz) terminaron por perfilar una personalidad ligada a un reflejo pictorialista que yo situaría cercano a una poética que tanto gozó del favor popular e institucional como de las críticas de muchos de su colegas, que vieron en el estilo de Koch Arruti demasiada proximidad con la estética un tanto almibarada del 'flou' y del desenfoque.

Sea como fuere, sus imágenes fueron a veces consideradas como definiciones visuales 'intensificadas' y generalmente aceptadas de lo vasco. Su galería de retratos y personajes constituye un excelente ejemplo de sus preocupaciones formales y de la minuciosidad y el cuidado en el estudio de la luz y de la ambientación. Al margen de esas temáticas, Koch Arruti también practicó en ocasiones otros experimentos, que fueron creciendo con el tiempo, en el ámbito de lo abstracto, en los que acreditó una gran curiosidad por la respuesta de los materiales fuera del uso habitual en la fotografía.»

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