Crítica a 'La memoria infinita': La película más romántica

He aquí la película realmente más romántica de la temporada, del año, de la década... gracias a la generosidad de sus protagonistas, que nos permiten entrar en su intimidad de zapatillas y pijamas, carantoñas de buenas noches y secados con toalla tras la ducha. «¿De qué te gustaría acordarte?». «De algo de los dos».

Luego, o a la vez, o siempre, resulta que esta pareja cariñosa cuya intimidad compartimos es algo más. Él, Augusto Góngora, fue periodista comprometido contra la dictadura de Pinochet y coautor del libro 'Chile: La memoria prohibida'. Ella, que se presenta como 'la Pauli', es Paulina Urrutia, actriz que llegó a ser ministra de Cultura con Bachelet. Personas formadas e inquietas. Y sí, él está sufriendo los zarpazos del Alzheimer, con sus remansos y sus precipicios, y ella le está intentando acompañar.

En manos de cualquier otro cineasta, esta historia sobre una memoria personal que se deteriora en paralelo a una memoria colectiva siempre en riesgo de desvanecerse hubiese podido ser terrible. Afortunadamente, detrás está la chilena Maite Alberdi, a la que adoramos. No porque tuviera un abuelo vasco sino por su sensibilidad para acercarse a grandes temas con la mirada limpia y una sonrisa en la boca. Si en 'El agente topo' hizo un documental sobre las residencias de ancianos como si fuera una película detectivesca, aquí, con la entera complicidad de sus protagonistas (Augusto falleció tras el estreno en Berlín), convierte una colección de grabaciones domésticas en un emotivo canto a la vida, al amor y a la memoria.