Oliver Laxe | Director de cine
«La mejor manera que he encontrado para cuidar al espectador es agitándolo»El realizador analiza la repercusión de su última película 'Sirat', en la que no da tregua al público con una hipnótica y brutal historia
Tras recibir el Premio del Jurado en el Festival de Cannes por su cuarta película 'Sirat', el gallego Oliver Laxe se encuentra en plena promoción ... del filme. Allá donde se estrena, ahí que acude para encontrarse con el público. También lo ha hecho en Donostia, tanto en Tabakalera como en los cines Príncipe.
– Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Canes, un éxito de público… 'Sirat' es una película a la que parece que no le hace falta promoción, pero usted la está acompañando, acudiendo a todas las presentaciones, charlas, coloquios, concediendo entrevistas… ¿Todavía no quiere despegarse de ella?
– Me gusta eso de acompañamiento. Las películas no necesitan de sus directores, si necesitan al autor es que no evocan suficientemente. Me gusta acompañar y lo he hecho con todas mis películas. Vengo de un cine frágil en el que hemos tenido que pelear espectador a espectador. Estamos en un momento en el cine en el que el autor tiene que romper la barrera, tenemos que legitimarnos y hacernos fuertes. Yo como autor no quiero estar encerrado como en un zoológico, quiero campar en el mundo libre. Creo que el cine es mi espacio. Además, estoy en un momento en el que todavía escucho a 'Sirat' a través de los espectadores. Estoy entendiendo muchas cosas de la película y de mí.
«Busco que las películas me trasciendan, si se quedan a la altura del autor no vibran. Está más que demostrado»
– ¿Y hay algo de lo que le ha contado el público que le haya sorprendido, una lectura que no se esperaba…?
– Todo el rato. Busco que las películas me trasciendan, porque si se quedan a la altura del autor no vibran. Eso está más que demostrado.
– Habla de que viene de un cine frágil, pero en la producción de 'Sirat' está El Deseo, la productora de Pedro Almodóvar, y Movistar +. ¡Un gran paso!
– Es muy fuerte. No es un gran paso sino saltar con los dos pies. 'Sirat' está demostrando que a veces hay que tener sentido de la responsabilidad, luces largas y olfato, y apoyar a los autores. Es muy buena señal que desde una televisión privada se respalde a un director como yo. Muestra que en el sector hay cierta madurez. Pero que quede claro que me ha costado. Mis tres películas anteriores no tuvieron un dinero fuerte de TVE, solo testimonial de un par de autonómicas. Pero fue bueno para ellas.
«No tengo ánimo sádico, en absoluto, y no creo que sea una película sádica: hay amor, hay cuidados, hay belleza»
– Siempre hace hincapié en que le gusta cuidar al público, pero en 'Sirat' da fuertes golpes directos al estómago del espectador.
– Puede parecer paradójico. Es la mejor manera que he encontrado para cuidarlo, agitándolo. Cada espectador siente la película de una manera diferente, aunque se repiten palabras como shock, hostia… Encontramos la vida en los límites, es lo que nos hace crecer. En esta película, efectivamente, hay curvas y se viven emociones muy fuertes que son muy benéficas, son cosas que han desaparecido de nuestra vida. Somos una sociedad muy tanatofóbica y me parece que hay que volver a meditar la muerte. Hay sociedades que llevan un turbante en la cabeza y ese turbante es su mortaja. El velo también. Llevan en su cabeza todos los días su muerte, están conectados a diario a su finitud y pequeñez. Es algo sanísimo porque les quita angustias.
– Usted vivió durante diez años en Marruecos. ¿Tenía constancia de esa cultura de la muerte?
– Tenía constancia de mi infantilismo, de mi inmadurez, tenía consciencia de que desde mi suerte de ateísmo moderno tenía pocas herramientas para morir con dignidad.
«Es muy buena señal que desde una privada se respalde a un director como yo. Muestra la madurez del sector»
– Hay muchos comentarios sobre que algunos espectadores se salen de la película antes del final.
–- No se están saliendo del cine. Lo dijeron al principio, pero yo estoy hablando con los exhibidores y no tienen constancia de eso. La gente se queda. Siempre con la premisa de que cada uno haga lo que le dé la gana, me encantaría que todo el mundo se quedara.
– También hay quien ya la ha visto ya dos veces.
– Incluso cuatro. Hay una realidad, que en solo diez días 180.000 personas fueron al cine para ver esta película y eso no es porque hayamos ganado un premio o porque yo esté saliendo en todos los medios, sino porque el público conecta con ella, la gente quiere experiencias fuertes. Una vez que has visto una película, la relación con ella va cambiando según avanzan los días. Esto es una expresión artística y tiene que tocar. Tengo la certeza de que es benéfico. No tengo ánimo sádico, en absoluto, y no creo que sea una película sádica: hay amor, hay cuidados, hay belleza, luz... Insisto, creo que es sana.
– ¿De dónde surge 'Sirat'?
– De querer ponerme ese turbante en la cabeza y meditar la muerte, de prepararme para ella. Intento meditarla con frecuencia para no ser un angustiado más. De la misma manera que en ese proceso mío, en una suerte de catarsis, invito al espectador. En cualquier tradición, las ceremonias son duras: vomitas, sufras, ves a tu familia… pero es lo que hace crecer.
«Fuimos de rave en rave buscándolos. Tuve que convencerles porque son una comunidad muy cerrada»
– ¿La música tecno, que al principio se escucha a todo trapo, y luego la electrónica tienen un componente místico, como un camino en busca de un nirvana?
– La música tecno es muy tribal, se vincula mucho a las músicas tradicionales, tiene algo de conexión con la tierra y de energía. La música electrónica es más 'ambient' y puede ligar con las músicas sagradas tonales.
– ¿Y cuál es su vinculación con estas músicas?
– Evidentemente me gustan. La música electrónica, al no venir de ningún instrumento real, de cuerda, de percusión o de madera y no reconocer la fuente del sonido genera una abstracción que a mí, como cineasta, me ayuda a evocar y a hacer sentir al espectador misterio y trascedencia. En la primera parte de la película se dice que no es una música para escuchar sino para bailar, lo mismo que en 'Lo que arde' también se decía respecto a las canciones en inglés de Leonard Cohen que 'no hace falta entenderla para que te guste'. Estas dos secuencias hablan de mi cine, de que no hay que poner tanto la cabeza sino otros niveles de percepción para verlo. Estamos demasiado en el logos, en la mente… Mi cine busca bajar el volumen a esa vocecilla que tenemos.
– Sergi López es el protagonista. Parece que el personaje está escrito para él. ¿Si no hubiera participado 'Sirat' hubiera sido muy diferente?
– Cuando escribimos el guion yo no pensaba en Sergi. Cuando terminas una película puedes entrar en la dinámica de pensar en mil decisiones que has tomado y que podían haber sido de otra manera. Al final ha sido así y no hago el ejercicio de 'y si'. Nunca lo tienes claro porque es un salto al vacío, pero desde luego ha sido un acierto. Conectas con su normalidad desde el principio. Es alguien muy natural, un actor que se quita máscaras y el público conecta desde el primer momento con él, en cuanto se le ve perdido en la rave buscando a su hija. Pero ojo, luego tiene una transformación que no te la esperas, que te sorprende.
– El resto de personajes adultos está interpretados por actores no profesionales. ¿Cómo fue el casting?
– Fuimos de rave en rave buscándolos. Tuve que convencerles porque es una comunidad muy celosa de ser representada porque consideran que los medios de comunicación siempre les han caricaturizado, no les gusta todo lo que tenga que ver con los media y el cine. Al final vieron en mí un outsider, que era un punki. Entendieron que mi relación con el cine es vocacional, que iba en serio. Les invité a todos a mi casa en Ancares, vieron que no vivo en la farándula, que hay una verdad en mis pasos que es evidente.
– ¿Y cómo fue la relación de un actor profesional como Sergi López con el resto del reparto?
– Fue buenísima. No son tan diferentes como personas. La sencillez de Sergi trasciende. No es actor, es un artista, le gusta la gente. Siguen teniendo una amistad muy bonita.
– Hay otro personaje omnipresente que es el paisaje, en concreto la Rambla de Barrachina de Teruel que en 'Sirat' se reconvierte en el desierto de Marruecos.
– Es un paisaje herido como los personajes de la película. Estas montañas tan cortadas y afiladas expresan muchas cosas. No buscaba tanto el marco bonito o el decorado sino un personaje en el sentido de que pone a prueba a los personajes, una prueba dura pero protectora y cuidadora.
– Sin desvelar nada, vuelve a apostar por un final abierto.
– Es un reflejo de la humanidad, con sus imperfecciones, significa que hacemos lo que podemos. Yo veo ahí seres serenos y me tranquilizan, gente que gracias a la dureza del camino ha trascendido. Yo me iría con ellos a crear un nuevo mundo.
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