'La infiltrada' y 'El 47' vuelven a llenar las salas gracias al 'efecto Goya' y las polémicas

El 'efecto Goya' suele ser habitual para dar una nueva vida comercial a las películas ganadoras. Pero en este caso hay un factor añadido: son dos filmes que se han convertido en acontecimientos «extracinematográficos», e incluso polémicos en el caso de 'La infiltrada'. «Y la gente quiere verla para entrar luego en las tertulias con conocimiento de causa», bromea Elorza.

También llama la atención el tirón de los dos filmes en las salas pese a estar ya programados en plataformas: 'El 47' lleva meses y el filme de Arantxa Echevarría se encuentra en Movistar desde hace una semana, y ahí también se ha encaramado al 'top' de lo más visto. «La 'competencia' de las plataformas a veces no es tan 'competencia'», matiza Iñaki Elorza: «Hay mucha gente que no está suscrita y otros que, por fortuna, siguen prefiriendo ver las películas en pantalla grande».

El propio responsable de la Sade puntualiza que los casos de las dos películas son diferentes. «'El 47' se estrenó en septiembre y enseguida se convirtió en un fenómeno popular por el 'boca a oreja'. Es una historia que provoca muy buenos sentimientos en el público y todavía hoy la gente aplaude emocionada al final de los pases».

El filme de Marcel Barrena protagonizado por Eduard Fernández que narra cómo «el secuestro» de un autobús por un chófer municipal sirvió para que hubiese transporte público en el barrio barcelonés de trabajadores de Torre Baró también fue objeto de polémica. Desde la izquierda catalana se criticó que se personaliza demasiado la historia en el caso del chófer, dejando de lado el papel de partidos políticos y movimientos vecinales.

Pero el verdadero debate ha llegado con 'La infiltrada', que ya antes de los Goya se convirtió en la película más vista del año en los cines de la Sade, es decir, Príncipe, Trueba y Antiguo Berri, por encima de los títulos que arrasaron en España, como 'Al revés 2'.

«Después de semejante taquilla en el último trimestre del año pensábamos que ya no habría margen para crecer más en San Sebastián, pero tras los Goya continúa llenando las salas», dice Iñaki Elorza. «El hecho de que se haya suscitado debate en torno a la película ha ayudado, sin duda: la gente quiere verla para poder opinar luego en las tertulias del trabajo o de la cuadrilla».

Y ahí está la clave: la polémica que se ha suscitado en torno a la historia de la policía infiltrada en el Comando Donosti, sobre todo tras la gala del Goya y también porque su estreno en Movistar ha servido para que la haya descubierto más público. Ayer mismo la productora María Luisa Gutiérrez, que recogió el Goya a mejor película y leyó el discurso de agradecimiento en la ceremonia de Granada, explicaba que ese premio fue «un placer agridulce», porque «la alegría por recibir el galardón» fue acompañada por las críticas a sus palabras.

«Quizás si 'La infiltrada' fuera un thriller islandés el público vasco la enjuiciaría como una película sin más, pero el hecho de que trate un tema tan delicado y tan cercano exacerba las opiniones», apunta un destacado profesional del audiovisual vasco. Puede aplicarse el mismo esquema al cine español en su conjunto: hay quien ha tomado la película como bandera. Quienes suelen criticar desde posiciones conservadoras el «sanchismo» del cine español alaban ahora a 'La infiltrada' y sus productores, y desde ámbitos de la izquierda abertzale se tacha el filme como un 'caballo de Troya' para supuestamente «blanquear» la actuación policial en el País Vasco.

La productora María Luisa Gutiérrez, que apenas ha hablado en público tras la gala, recordaba ayer en 'El país' que defendió el cine comercial en su intervención porque «gracias al éxito de las películas de mi socio, Santiago Segura, hemos tenido presupuesto para hacer 'La infiltrada'».

Respecto a su agradecimiento a las víctimas de ETA la productora de Bowfingfer señalaba: «¡Cómo no iba a dar las gracias a las víctimas, y a la familia Ordóñez, cuando en la película se cuenta su asesinato! Enseñamos en primer lugar la película a su familia por respeto y nos dieron las gracias». La película recrea el atentado contra el político popular con una dura secuencia rodada en el propio bar 'La cepa', donde Ordóñez fue asesinado.