Crítica de 'Indomables': Sobre caballos veloces
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Dirección Daniel Minahan
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Guion Bryce Kass sobre la novela de Shannon Pufahl.
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Fotografía Luc Montpellier
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Música Mark Orton
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Intérpretes Daisy Edgar-Jones, Jacob Elordi, Will Poulter, Diego Calva, Sasha Calle.
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Cines Trueba (V.O. y doblada.
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Duración 117 minutos
Le han puesto en castellano un título excesivo que remite, tal vez, a aquellos 'The Misfits' de John Huston que a su vez aquí se ... llamó 'Vidas rebeldes'. En realidad, traduciendo el original 'On Swift Horses' por 'Sobre caballos veloces' queda bien, impactante y hasta más simbólico; un titulo cuyo sentido s encuentra al final de la película, una película que quiso y pudo ser grande, muy grande; una de esas obras excelsas que retratan la América que queda entre México y Canadá. Esta la retrata en ese periodo de terror nuclear, guerra de Corea, prosperidad y caza de brujas. La retrata entre Kansas y California. Con personajes poderosamente reconocibles porque los hemos visto en otras mil y una películas. Desde 'Gigante' a 'Queer' pasando por 'Pozos de ambición '. Y hasta 'The Brutalist' o incluso los anuncios que aparecían en la revista 'Reader´s Digest'.
'Indomables' desprende aromas de 'Los timadores' y 'Atraco perfecto', el Kubrick basado en una novela de Jim Thompson. Hasta te hace pensar en ese tango que escribió Gardel, 'Por una cabeza'. 'On Swift Horses' rezuma los perfumes viciados de Las Vegas y más de una vez te trae a la memoria alguna obra de Todd Haynes tal que aquella 'Carol', adaptada del libro de la Highsmith.
'Indomables' es buena, consistente y está bien manejada por un director de reconocida e inestimable experiencia en series que siempre amaremos tal que 'A dos metros bajo tierra' o 'True blood' pero le falta esa última vuelta de tuerca, ese último impulso que la habría convertido en realmente espléndida. Es elegante. Romántica. Sólida. Sexy. Despliega una hermosa y cuidada composición de escena(s). Va más allá, con gallardía, del típico triángulo amoroso, honra a la novela que la inspira. Pero le falta, ay, ese último punch que la haría extraordinaria.
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