Artium recupera el espíritu de Arteleku
Exposición. ·
El museo de Vitoria reivindica la experiencia pedagógica del desaparecido centro donostiarra desde su inauguración en 1987 hasta su primera remodelación en 2002Arteleku, el centro de arte y cultura contemporánea de Donostia dependiente de la Diputación Foral de Gipuzkoa, que desde 1987 hasta su cierre en 2015 ... desempeñó una importante labor en el ámbito artístico vasco, protagoniza la exposición que ayer inauguró Artium.
El museo vitoriano lleva desde 2022 investigando las prácticas pedagógicas relacionadas con el arte que se practicaron en Euskadi en la segunda mitad del siglo pasado. La primera muestra fue 'Un sitio para pensar' (2022), sobre las iniciativas educativas experimentales entre 1957 y 1979, y el año pasado produjo 'edonor, denok, inor ez', que tomando el título de un taller desarrollado también en el centro donostiarra, se enfocó en los procesos de institucionalización de la formación artística entre 1978 y 1991.
Ahora le toca el turno al tercer y último capítulo de este recorrido. 'Artelekun zehar. 1987-2002', comisariada por Leire Vergara, Mikel Onandia, Sergio Rubira y Beatriz Herráez, con la colaboración de Elena Roseras como responsable de Archivos y Arantza Santesteban como responsable de documentación audiovisual.
Los quince años que abarcan la nueva muestra son un recorrido desde sus inicios hasta el año 2002 en el que el edificio que albergaba el centro en el barrio de Txomin volvió a reabrir después de una drástica reforma, aunque como apuntan Vergara y Onandia, Arteleku, por su propia filosofía, «estaba en constante mutación, no solo en sus contenidos sino también en su estructura física, adaptándose a las necesidades de sus ocupantes».
La llegada de Santi Eraso como director supuso una concepción más abierta del edificio y las disciplinas
La muestra cuenta con medio millón de diferentes materiales entre obras que se produjo en la propia institución en los espacios de cesión y en los talleres y, fundamentalmente, el archivo de documentación sobre la mecánica de producción del centro y que actualmente se conserva en Gordailu. «Es la columna vertebral de la exposición», explican los comisarios. Ahí se encuentran todo tipo de archivos como los presupuestos de esos años o las fotografías que los artistas enviaban para los catálogos… «Todo lo que ha quedado».
Obras de artistas
Junto a otros materiales también se incluye obra de Artium y otras conservadas en Gordailu adquiridas por la Diputación, a través de distintos premios, a artistas que estuvieron vinculados a Arteleku. La lista es larga. Están nombres de Andrés Nagel, Mari Puri Herrero, Vicente Ameztoy, Nekane Zaldua Juan José Aquerreta, Cristina Iglesias, Juan Muñoz, Alberto Peral, Ibon Aranberri, Juan Pérez Agirregoikoa, Gabriela Kraviez, Don Herber, Sergio Prego, Itziar Okariz... A estas piezas se unen los archivos fotográficos de Isabel Azkarate y Ricardo Iriarte «que tuvieron mucho contacto con los artistas durante el proceso de creación y dan cuenta de las sensaciones que se tenían al entrar en ese edificio, era una arquitectura que hacía posible todo lo que allí sucedió».
El gran responsable de «todo lo que allí sucedió» fue Santi Eraso, director casi desde sus inicios hasta 2006. Onandia recuerda que «se incorporó a los pocos meses de la inauguración y durante muchos años fue el alma que diseñó y coordinó todo el proyecto». El tolosarra heredó una institución que entonces respondía a «unas estructuras más tradicionales vinculadas al mundo de los oficios del arte» con talleres de pintura, serigrafía, escultura o textil. «Cuando Eraso comenzó a programar y invitar a gente como Ángel Bados, un referente en la escultura vasca, para participar en los talleres, supuso el inicio de un cambio de paradigma a una concepción más abierta de los espacios, a una interrelación entre las disciplinas, una idea más conceptual de la práctica artística».
«Era una persona que dejaba hacer», definen muchos de los entrevistados que aparecen en la exposición, y eso se reflejaba en una de las características más destacadas de Arteleku, «la libertad en el trabajo, en la creación de los proyecto, en no responder a unos objetivos concretos».
Las fotografías de Isabel Azkarate y Ricardo Iriarte dan cuenta de las sensaciones que se tenían al entrar en el edificio
Para Onandia fue fundamental que «el espacio se abrió al mundo del debate y la crítica» y atrajo a pensadores que «desarrollaban en el mundo de la teoría lo que hoy son conceptos que tenemos naturalizados hoy en el ámbito de la postmodernidad como el postcolonial, los feminismos… A todos les dio cabida y al mismo tiempo Arteleku se alejaba de lo objetual. Llevo al centro a un nuevo paradigma con elementos como el activismo o lo político, abriendo las colaboraciones con otros agentes de la ciudad». Además, «escuchaba a los artistas», añade Vergara, y «estaba atento a los cambios en las prácticas artísticas, tratando de darles un espacio profesional y educativo. Era a partir de esa respuesta cuando la institución iba cambiando, mutando».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.