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El próximo 5 de mayo, los arquitectosAritz Díez (Hondarribia, 1988) e Imanol Iparraguirre (Vitoria, 1990) viajarán a Nueva York para recoger ... un prestigioso premio que reconoce a jóvenes talentos de todo el mundo por su compromiso con la experiencia histórica, la arquitectura y el urbanismo. Su título, Award for Emerging Excellence in the Classical Tradition (Premio a la Excelencia Emergente en la Tradición Clásica) y las tres instituciones que lo otorgan -el Instituto de Arquitectura y Arte Clásico (ICAA), la Red internacional para la Construcción, la Arquitectura y el Urbanismo tradicionales (INTBAU) y The Prince's Foundation, fundación que patrocina el príncipe Carlos de Inglaterra- imponen casi tanto como ser merecedor del mismo por su envergadura y proyección internacional.
Ambos jóvenes, que presentaron su propuesta para la restauración de las murallas de Hondarribia, reconocen estar «entusiasmados» y con ganas de viajar a la Gran Manzana para recoger el galardón en el acto de entrega que tendrá lugar en la biblioteca de la General Society of Mechanics and Tradesman. Al día siguiente, y con motivo de la entrega de los Arthur Ross Awards, más de 400 invitados, entre ellos destacados arquitectos, diseñadores y mecenas acudirán a la cena donde Díez e Iparraguirre serán nuevamente reconocidos, una «gran oportunidad» para desplegar alas.
Aritz Díez e Imanol Iparraguirre estudiaron en la Escuela de Arquitectura de la UPV pero curiosamente se conocieron en Parma, en una competición entre universidades en la que ambos participaron junto con el equipo de la Universidad del País Vasco. Entonces congeniaron y crearon un tándem en el que comparten «los valores atemporales de la arquitectura». «La herencia es vastísima y creemos que hay que intentar aprender de ella y no tanto de un momento histórico concreto». En este sentido, encontraron en la fórmula del concurso que plantea Richard H. Driehaus la manera perfecta para demostrar su modo de hacer. «De los emplazamientos que se plantean en el concurso, siempre elegimos aquellos que sentimos más próximos, bien por la arquitectura sobre la que hay que intervenir o en la que creemos que podemos aportar más. Son lugares muy particulares, con una carga histórica muy fuerte y para nosotros es un incentivo y todo un reto». Asimismo, ambos aplauden el planteamiento del concurso Driehaus, que «abre las puertas a arquitectos jóvenes y que no exige una serie de condicionantes, a veces abusivos, de los concursos de arquitectura. Además se valora mucho la calidad del dibujo y que la intervención sea respetuosa tanto con la tradición constructiva como con la propia belleza de la arquitectura y esto es algo muy nuestro».
Ya con los pies en la tierra, recuerdan cómo recibieron la noticia hace unas semanas. «Me llamó un número desconocido y pensé que sería alguna compañía de telefonía móvil para hacerme alguna oferta, pero en el último momento cogí y no me lo podía creer, pensé que era una broma», recuerda Imanol aún con la sonrisa puesta. Aquella llamada del extranjero les informó que habían sido premiados por tres de sus proyectos más recientes, que incluyen la continuación de la restauración de las murallas de Hondarribia; el proyecto para la restauración de la plaza Mayor y el Palacio de los Condes de la localidad leonesa de Grajal de Campos y el presentado para la localidad cacereña de Trujillo.
Según comenta Aritz Díez, la propuesta para la restauración de las murallas de Hondarribia -que llevaron a cabo junto con los profesores Alberto Ustarroz y Manuel Iñiguez- fue algo que surgió de forma «natural».
«Yo soy hondarribitarra y el tema de las murallas siempre estuvo de fondo en los trabajos que habíamos hecho durante la carrera. Después comenzamos a trabajar con los que fueron nuestros maestros y se juntó todo en torno a este proyecto».
La intervención, llevada a cabo en 2013, consistió en recuperar la puerta de San Nicolás «como entrada a la ciudad histórica» y el muro oeste de la muralla, «cuyo perfil estaba bastante perdido». El proyecto se enmarca dentro de la actuación global de rehabilitación del patrimonio amurallado de Hondarribia, en el que participan el Ayuntamiento de la localidad, la Diputación de Gipuzkoa, el Gobierno Vasco y el Gobierno central.
Aritz Díez ha estudiado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV de San Sebastián, con matrícula de honor y premio extraordinario fin de carrera. Tiene un master en conservación y es profesor de Proyectos Arquitectónicos en la misma escuela. En breve va apresentar su tesis doctoral sobre la importancia de la belleza en el desarrollo de la geometría y la forma de las primeras fortificaciones renacentistas italianas
Imanol Iparraguirre ha estudiado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV de San Sebastián con matrícula de honor. Tiene un master en conservación de edificios históricos de la UPV y desde 2015 ha colaborado en la docencia de proyectos arquitectónicos y rehabilitación. Actualmente realiza su doctorado sobre la evolución de las arquitecturas circulares desde la antigüedad clásica al renacimiento.
Unos trabajos de restauración que comenzaron en el año 60 de la mano del arquitecto sevillano Manuel Manzano-Monís, que continuaron Ustarroz e Iñiguez y han proseguido sus pupilos Díez e Iparraguirre. «Primero realizamos un completo estudio de cómo eran las murallas, el estudio de cartografía, planos existentes... y después vino el trabajo 'in situ', donde nos encontramos con restos de las troneras -los huecos para los cañones que antiguamente existían en lo alto de la muralla- y que también se recuperaron. Por otro lado, había partes bastante disgregadas en la zona superior. Más que problemas estructurales, se trató de problemas de recuperación de imagen de la muralla, sobre todo la parte superior y los remates», explican. A través de esta actuación, se ha pretendido devolver su esplendor a este recinto fortificado de principios del siglo XVI, «buscando el equilibrio entre su conservación y la evolución de la trama urbana de la ciudad».
En este sentido, para este equipo de arquitectos «el patrimonio arquitectónico es reflejo de la historia de un lugar y por eso se ha de conservar», aunque con matices.
«Creemos en una forma de hacer arquitectura basada en el conocimiento de la historia, la construcción y la tradición, un modo de arquitectura que está desapareciendo y que es necesario recuperar para conservar y potenciar la singularidad y el carácter de cada localidad. Si en un conjunto edificado, cada uno de los elementos es completamente diferente al de al lado se pierde la imagen de ese lugar. La arquitectura tiene que participar de un modo de hacer ciudad que mantenga la continuidad con lo existente. Los edificios nuevos que se edifican hoy en día se hacen con cierta vocación de individualidad», subrayan.
Otro de los proyectos por los que Aritz Díez e Imanol Iparraguirre han sido reconocidos con este premio internacional es su propuesta para la restauración de la plaza Mayor y el Palacio de los Condes de la localidad leonesa de Grajal de Campos, ganador a su vez del primer premio del concurso de arquitectura Richard H. Driehaus en 2017. Este concurso, patrocinado por el mecenas norteamericano, pretende «promover la práctica de una arquitectura y un urbanismo que preserven y den continuidad a las tradiciones locales».
En agosto de 2016, Driehaus anunció que buscaba tres lugares de España que necesitaran y merecieran ser restaurados. A este concurso se presentan los ayuntamientos de 44 localidades y los elegidos fueron Grajal de Campos, Vejer de la Frontera y Jaca. En la segunda fase, 78 estudios de arquitectura nacionales e internacionales presentaron sus propuestas de diseño arquitectónico y urbano para dar respuesta a las necesidades de los tres municipios.
A Imanol Iparraguirre y Aritz Díez no les costó elegir Grajal de Campos para «resucitar» la plaza de esta villa leonesa e intervenir en el palacio renacentista dándole un nuevo uso, un proyecto al que denominaron 'Lázaro'. Los dos arquitectos vascos ganaron el concurso patrocinado por Driehaus, con un diseño que acaba la cuarta torre del palacio, rehace la entrada desde la plaza e incluye un jardín de olivos. También retoman elementos perdidos, como una fuente en el centro de la explanada.
En la edición de 2018, se hicieron nuevamente con el primer premio del concurso Richard H. Driehaus, en este caso por el proyecto presentado para la restauración de las murallas medievales y el entorno del convento de La Coria, en la localidad cacereña de Trujillo. Comentan que «queríamos destacar el valor del entorno de la muralla a través de la construcción de un nuevo edificio en torno a un patio en una zona que hoy en día está en ruinas». El jurado alabó el trabajo de estos jóvenes por «el respeto mostrado a la historia del lugar, así como a la elección de diseños, técnicas constructivas y materiales propios de la zona».
Aún les espera un cosmos de construcciones por delante, pero siempre aplicando una profunda sensibilidad y respeto al entorno, al tiempo y a la memoria.
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