Andrés Roca Rey demuestra en Bilbao por qué es la figura emergente de la fiesta

Los dos primeros toros fueron de las ganaderías de Juan Pedro Domecq y de Carlos Urquijo de Federico. Curiosamente toros de estos dos encastes acaban de reinaugurar la plaza el pasado domingo, sesenta años después. Se lidiaron un toro de rejones de San Pelayo) y seis de lidia ordinaria de Jandilla, para Pablo Hermoso de Mendoza, José María Manzanares, Alejandro Talavante y Roca Rey.

Tarde gris, bochornosa, con lluvia intermitente. Retornaba a los ruedos tras una larga lesión, Pablo Hermoso de Mendoza. Nadie pone en duda, a estas alturas la maestría del rejoneador estellés. Y eso es lo que demostró, tanto con los rejones de castigo, como con las banderillas y con un certero rejón de muerte. Y es que 'Culebrito' no le dio opción mas que para esa demostración, que no para el lucimiento. No fue un Murube de estampa, le faltó tener más morrillo, más badana, aunque sí era bajo y corto. Para el caballo no sirvió, parado, buscando la ventaja, embistiendo a arreones. Pero me hubiera gustado verlo en lidia a pie. Los seis o siete pases por 'abajo' que le dio el auxiliador Pedro Arellano fueron el mejor toreo de capote de la tarde. El toro embestía con nobleza, metía la cara y repetía....

La corrida de Jandilla, terciada, más de un toro se tapó con la cara, cumplió con los caballos e incluso fue interesante para el aficionado por su juego variado sobre todo en el ultimo tercio.

Desde que tomó la alternativa en 2003, Manzanares ha sido un torero, cumplidor casi siempre, que encaja en cualquier cartel y que es el máximo exponente de la plasticidad, del toreo bonito y muchas veces profundo, es cierto. Una faena de esas que se llamaban 'aseadas' le sirvió para cortar una generosa oreja y no cortó otra, para mi más merecida, en el quinto, tras un trabajo mucho más interesante, contra el viento y ante un toro tramposo y exigente que punteaba al final de cada pase y que le había desarmado peligrosamente.

Pasó por Vista Alegre la sombra de un torero esperado esta temporada por 'el aficionado'. Alejandro Talavante confirmó en Bilbao la imagen que ha mostrado en sus cuatro actuaciones isidriles. Poco mas que voluntad, y mucha precaución. Toreo despegado, para 'afuera' sin temple, sin mando... quizás para eso mejor no haber vuelto.

Y Roca Rey vuelve por sus fueros. Valiente, decidido, con la cabeza perfectamente amueblada. Es capaz de dejar en suspenso la lidia para captar la atención del publico y crear una expectativa. Normalmente lo hace antes de la salida del toro, pero aquí lo hizo antes del comienzo de la faena y cuando hundió las zapatillas en la arena e instrumentó cuatro ayudados por alto, verdaderos estatuarios, el publicó rugió y se entregó. Ese es su toreo. Y es el que gusta, el que hoy hace vibrar al público y el que la fiesta necesita además del de los grandes maestros. Las dos faenas tuvieron el mismo corte. Por ambos pitones, citando en la distancia justa, fajándose, cruzándose aun a riesgo de verse descubierto por el viento que sopló en Vista Alegre. Oreja y oreja fue su justo premio.