«El aislamiento de las fachadas no sólo 'salva el planeta', sino también a nosotros mismos»

– En cierto modo, sí. Hay que abordar las malas condiciones térmicas de los edificios construidos antes de finales del siglo XX y la mejor forma de aislarlos es desde el exterior, ya que desde el interior pierdes superficie. Sin embargo, no se ha prestado atención a la calidad estética de esos paneles que no se integran correctamente con la arquitectura. Lo que hacen es uniformizar las ciudades y que los edificio y barrios pierdan ese carácter propio. Al incluir una serie de colores tradicionales, se altera por completo la imagen del barrio y de la ciudad.

– ¿Está reñida la sostenibilidad con la conservación de todos esos conjuntos arquitectónicos a los que llamamos 'patrimonio', aunque no estén protegidos?

– Es difícil evitarlo porque la mejor forma de aislar un edificio es desde fuera y hay soluciones, pero un poco más caras. Hay que intentar conjugar esa estética con la economía. ¿Cuál es el principal problema de los arquitectos? El dinero, porque siempre andamos justos. Hay veces que estas soluciones de aislamiento masivo e industrial no casan bien con el patrimonio, pero desde hace tiempo se rehabilitan edificios respetando esos valores culturales que, requieren, eso sí, algo más de tiempo y algo más de dinero.

– En este sentido, las comunidades de vecinos tiemblan ante la posibilidad de que les toque asumir lo de 'salvar el planeta'...

– Claro, cómo voy a salvar el planeta si lo que tengo es frío en casa... Pero hay que entender que aislando los edificios no sólo estamos 'salvando el planeta', sino que nos estamos salvando a nosotros mismos ya que influye en nuestra economía. En 2013 se incluyó en los edificios el certificado de eficiencia energética, con una estimación del ahorro que suponían esos aislamientos. Veías en cuánto tiempo amortizabas la inversión que habías realizado en la mejora del edificio. Ese apartado se quitó y se perdió el principal interés de ese certificado. Hay que explicar que todas las mejoras en la eficiencia energética redundan en la economía y en la salud de las personas.