Paseo con pintxos por el 'Purgatorio' de Jon Sistiaga

Sistiaga ha vivido muchas guerras. También la nuestra. Lleva años retratando la violencia en el País Vasco a través de los papeles, los documentales y su mirada. Ahora cuenta nuestra guerra y paz en su primera novela. 'Purgatorio' parece ficción pero resulta muy real. La historia del exmilitante de una organización terrorista que quiere confesar un secuestro con asesinato 35 años después da pie a una serie de personajes y situaciones que han salido de la cabeza del autor pero parecen de verdad. Como Flaubert, podría decir eso de «Madame Bovary c´ est moi». Aquí Bovary somos los vascos, el conflicto o el postconflicto, como quieran llamarlo. Es un thriller con garra que se lee de tirón: si no fuera porque el tema remueve diría que es de fácil lectura. Pero no es fácil, porque nos enfrenta a nuestras fantasmas.

El martes Sistiaga presentó la novela en Aula DV, en conversación con el firmante. Decía el siempre recordado Vicente Zaragüeta que el Aquarium es la catedral de la paz, y volvió a serlo esta semana. Escuchando a Sistiaga estaban de Maixabel Lasa a Pili Zabala. El reportero irunés fue el primero en grabar el encuentro de la viuda del gran Juan Mari Jáuregui con uno de sus asesinos, Ibon Etxezarreta, en un documental que sirvió después de material de partida para la aplaudida 'Maixabel' de Iciar Bollain. En el acto del Aquarium, que tuvo algo de catarsis, Maixabel Lasa volvió a hablar de reencuentros y Pili Zabala pidió que la luz de la verdad y la reparación llegue también a las víctimas de las negras prácticas policiales o parapoliciales.

Fue intenso, pero parafraseando a Baudelaire habría que añadir que «no se puede ser intenso sin interrupción». Sistiaga venía a Donostia, donde casi ha empezado la gira de promoción de su novela, con ganas de pintxos y calle. En cuadrilla plural, con su familia, excompañeros de facultad y otras gentes disfrutamos de la vida en el Paco Bueno (ese templo que debemos mantener en secreto, para que no lo invadan los japoneses) o el Txepetxa (ya invadido por los nipones, aunque no en este marzo aún postpandémico). Y hasta brindamos en el Museo del Whisky, de la mano de su nagusi, Paul Bordonoba, para que este país supere un día su 'purgatorio' y alcance el cielo. Brindamos con vino, que es el alcohol de los brindis de verdad.

En enero de 1986 subí las escaleras de El Diario Vasco en Ibaeta citado por el director, Miguel Larrea, y entonces redactor-jefe, Pedro Gabilondo. Ahí me quedé, casi sin moverme, hasta esta semana. El 'papel de Ibaeta', del que tantas veces he escrito, es ahora 'el papel de Miramon'. En realidad, mucho más que un papel: una web, multimedia... y una crónica de lo que ocurre en este rincón del mundo.

En Ibaeta hemos trabajado, reído, llorado... Ahora el periódico da un salto tecnológico y se viene a Miramon, en una instalación moderna, para seguir contando la actualidad. Estos días se darán los detalles en estas páginas. En este rincón íntimo anoto el cierre de una etapa, colectiva y personal. Pero siempre p'alante. Lo mejor está por llegar. Hasta para los que somos señores mayores cada vez más jóvenes.

El lunes comienza Madrid Fusión y la cocina guipuzcoana volverá a mostrar su pujanza. Debuta Paulo Airaudo (su Amelia vive un momento feliz, en calidad y público), Aduriz debatirá con Redzepi, Berasategui y Elena Arzak presentarán proyectos y Ander Rodriguez, del Narru, competirá como mejor pastelero. La cocina echará de menos a Mikel Corcuera, el gran sabio de la gastronomía, el hombre que se reinventó tantas veces, fallecido esta semana. Qué placer fue aprender de él en sobremesas tan conversadas.

mezquiaga@diariovasco.com