Una noche en Anoeta: el Leipzig, el fútbol, Kant y la vida
La Agenda Portátil ·
¿Es mejor morir fiel a tus ideas o intentar sobrevivir? Me llevaron al estadio, saludé a uno de la Uefa con coleta y salí pensando en un filósofo / Contra más cemento en la 'playa de vías' del corazón de DonostiaUnos buenos amigos me llevaron el jueves a Anoeta para ver el partido europeo de la Real frente al Leipzig. Para muchos era el partido ... del año. Tuve la fortuna de salsear por distintas zonas del estadio: también por los palcos. Fue una nutritiva experiencia para quienes disfrutamos más con la 'sociología' del fútbol que con el propio desarrollo del balón, y hasta una clase de filosofía pensando en Kant, que no es un defensa central, sino un pensador que vivió cerquita de Leizpig.
Es una frivolidad escribir estas cosas cuando acaba de volver la guerra a Europa, pero precisamente son estas competiciones deportivas que nos mezclan a europeos de distintos países las que dan mejor imagen del continente. Veías en Anoeta entrar y salir a los seguidores alemanes, con sus bufandas y camisetas, mezclados con los realistas, y era una postal de fraternidad en días de misiles tan cercanos.
Sí, era una noche europea en Anoeta y eso enriquecía el paisanaje. Te encontrabas por ejemplo a un tipo con americana y coleta que parecía el guitarrista de Status Quo, simpático y hablador, y resulta que era el delegado de la Uefa, algo así como el jefe del estadio ese día. El exmadridista Mijatovic saludaba feliz («para mí siempre es una fiesta volver a San Sebastián») y los responsables del Leipzig eran como los directivos de una de esas empresas de Silicon Valley, todos jóvenes y modernos, con Mikel Ubarrechena de eficaz anfitrión. El club alemán, propiedad de Red Bull, es como una empresa, y sus ejecutivos que estaban en Anoeta lo mismo van a Brasil o a Estados Unidos a otros negocios del grupo, según nos contaban.
Más cercanos son los directivos txuri urdin, de idiosincrasia más 'guipuzcoana', por resumirlo de alguna forma. El nuestro es un club entrañable y por eso en el descanso hubo en el palco homenaje a las gentes de Aspace, que celebran su 50 aniversario, y a socios veteranos. Era la noche europea, pero las señas de identidad propias seguían bien vigentes.
Y empezó el partido, pero de eso ya hablan mis compañeros expertos. Yo pienso que el fútbol, como la vida, es más sencillo de lo que parece, aunque veces compliquemos lo uno y la otra. Cuando Imanol tomó el mando de la Real Sociedad, hace ya años, triunfaron por su desparpajo, por valientes, por tirar p'alante y no arredrarse. El jueves el mister hizo un planteamiento conservador. Desde mi sitio veía a Imanol pidiendo obsesivamente a sus jugadores que se quedaran atrás. Luego, cuando ya iban perdiendo, se vinieron arriba y dieron sus mejores momentos. Fueron ellos mismos. ¿Es mejor morir siendo fiel a tus ideas o intentar sobrevivir adaptándose al medio? ¿Qué diría Kant en su 'crítica de la razón pura' aplicada al balón? Lástima que no haya VAR para los problemas filosóficos.
Quizás en el fútbol, como en la vida, la solución sea jugar siempre con los mejores y siempre adelante, sin emborracharse de técnicas y estrategias. El caso es que perdimos. Al irme di mis humildes ánimos a Jokin Aperribay, porque el árbol de una derrota no tapa el bosque de éxitos de su gestión. El partido había terminado hacía ya minutos pero en la 'grada de animación' los aficionados seguían animando al equipo y los jugadores en el campo agradeciendo el apoyo. A Kant le hubiese gustado. Aquí 'red bull' se dice 'txuri urdin'.
En voz baja
Cómo ser ingenuo ante la ola de cemento
El nuevo Metro va a liberar miles de metros de superficie en el corazón de Donostia, desde Amara y Morlans hasta la Plaza de Easo. Es una oportunidad de oro para soñar un urbanismo que piense en varias generaciones más allá, como ocurrió en la propia San San Sebastián hace 150 años cuando se derribaron las murallas. Pero los primeros planes que se van presentando anuncian nuevas olas de la fiebre cementera a la que nos hemos acostumbrado. El centro de Donostia se ha ido saturando y quieren saturarlo más.
Es sabido el argumento de que la ciudad necesita viviendas, y está claro que la carestía de los pisos es uno de los grandes dramas locales. ¿Pero construir ahí aliviará la situación? ¿Ha mejorado el mercado, por ejemplo, con los bloques metidos con calzador en el alto de San Bartolomé?
Es una oportunidad histórica para políticos capaces de mirar más allá de las siguientes elecciones, imaginar un gran espacio público y construir quizás algún edificio singular para uso comunitario (sanitario, deportivo, cultural) además del Conservatorio pendiente.
Soy un naif, me dicen quienes pisan despachos. Ya sé que es un tópico citar el debate histórico en la vieja Donostia entre alamedistas y antialamedistas, pero algunas frases de quienes pedían entonces una visión de futuro bien podrían estar vigentes hoy.
mezquiaga@diariovasco.com
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