Los Juegos y yo: ser feliz en Japón
La Agenda Portátil ·
Son tiempos raros: Tokio 2020 se vive en 2021. Nos pondremos nerviosos otra vez con deportes que desconocemos. El día que los nipones querían mi Rioja / Los Talento GastroCuando yo era un niño monté en casa un Munich 72: reproduje en mi cuarto unos Juegos Olímpicos como los alemanes con mis cromos, chapas ... y muñecos, y cada día escribía mi periódico, de un solo ejemplar, con las crónicas. Ya desde crío me gustaba más ver que protagonizar, con ese punto 'voyeur' que tenemos los periodistas.
Desde entonces los Juegos son también para mí como una religión, una fiesta universal que cada cuatro años nos interesa por deportes que ni siquiera sabíamos que existen. Lo verdaderamente olímpico es que te pongas nervioso en el salón de tu casa al ver competir a unos colombianos contra unos australianos en una disciplina de la que desconoces las normas. Benditos sean los comentaristas que nos explican lo inexplicable.
Ya mayor hubo Juegos que viví más de cerca, como Barcelona 92, pero más como fascinante ejemplo de transformación urbanística de una ciudad que como una ensalada de deportes. Luego se ha querido revisar esa gesta, donde hubo errores, pero sigue siendo un ejemplo de cómo hacer más amable y vivible una ciudad. El problema es que la hicieron tan apetecible que luego se les llenó de turistas.
Ahora vivimos tiempos tan raro que Tokio 2020 se celebra en 2021: cosas del virus. Es curioso cómo una sociedad que se nos quiere presentar como sumisa , como la japonesa, ha sacado las garras con sus críticas a unos Juegos que nunca sabremos si debieron volver a aplazarse o no. De momento disfrutemos, y desde esta esquina del mapa aplaudiremos a los guipuzcoanos que viven su sueño.
Vemos muchos reportajes sobre Tokio y Japón, y a quienes tuvimos la suerte de visitar esas tierras nos entra la nostalgia. Yo fui feliz en Japón: es uno de los viajes que más y mejor recuerdo. Salté hasta allá con la excusa de una de esas 'crisis de edad' (puede que la de los 50) y disfruté de un lugar que atrapa de tal forma que solo puedes describir con tópicos: mezcla de modernidad y tradición, individualismo mezclado con un generoso espíritu colectivo... Insisto en los tópicos pero todos nos sentimos ahí el Bill Murray de 'Lost In Traslation'.
Visité solo Tokio y Kioto, y queda pendiente volver para recorrer el resto, para andar sus rutas a pie como 'caminos de Santiago' del sol naciente. Pero a punto estuve de quedarme en la frontera del aeropuerto. Andoni Luis Aduriz había tenido el detalle de conseguirme una cita gastronómica en el comedor secreto del gran Ishida, y me encomendó un magnum de un gran Rioja para llevarle al cocinero. En la aduana los policías japonesas no me dejaban pasar con el vino, aunque tras una pequeña negociación me franquearon la entrada. Días después entregué el vino a Ishida y gocé de una de las cenas más extrañas, frugales y felices. Como Mugaritz, pero a lo bestia: o sea, más ascético.
Empezamos hablando de los Juegos y terminamos hablando de cenas. El vino aún no es deporte olímpico, pero lo terminará siendo.
EN VOZ BAJA
La mexicana guipuzcoana y otros simbolismos en los Talento Gastro
Este periódico creó hace unos años los premios Talento Gastro para remarcar que hay cantera en la cocina guipuzcoana. El lunes vivimos la entrega de galardones de esta edición y fue una feliz fiesta cargada de entusiasmo juvenil. Y también de simbolismos. La mejor cocinera fue, por ejemplo, Cynthia Yaber, una mexicana menuda y de carácter que es ahora nada menos que jefa de Cocina de una catedral como Arzak, después de haber pasado por otros templos como el Ganbara. Y gobierna el transatlántico con firmeza. Otra joven donostiarra de Arzak, Shua Ibañez, fue la mejor sumiller.
El premio al talento emprendedor fue para los jóvenes del Kapadokia de la Parte Vieja donostiarra, un bar que abrió en plena pandemia y ahí sigue. Con un par. Como Rocío Maeso del Narru (mejor atención en sala), Javi Izquierdo del Emebe Garrote (mejor repostero), Unai Paulis y Mateus Mendes del Maun Grill Bar por tratamiento de producto, David Rodríguez y Naiara Abando del Danako de Irun por sus pintxos y Óscar Pardo por sus cócteles en Akelarre.
Hubo otro premio simbólico también para una mujer: Nerea Ugarte, del Sutan de Hondarribia, mejor parrillera. No abundan las damas en ese oficio y Nerea ya ha llegado a la cima. Zorionak.
Es un placer ser jurado de ese premio y fue un doble placer presentar la gala con la gran Nora Sagarzazu. La gastronomía guipuzcoana tiene cantera.
mezquiaga@diariovasco.com
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión