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FELIX IBARGUTXI
Lunes, 23 de enero 2017, 07:28
El 21 de septiembre de 2015 la cantante Anne Etchegoyen comenzó a hacer el Camino de Santiago, arrancando desde Saint Palais (Donapaleu), su localidad natal, situada en la Baja Navarra. Lo que sintió a lo largo de aquellas cinco semanas ha sido el material de trabajo con el que ha elaborado su nuevo disco, 'Compostelle', con piezas mayoritariamente en euskera, ocho de un total de doce. Llegará a las tiendas de Iparralde el 3 de febrero, y a las de este lado del Bidasoa algunas semanas más tarde. La cantante define el peregrinaje -y por extensión el mismo disco- como «una búsqueda cultural y espiritual».
Siendo una chavala aprendió castellano en la escuela, y se maneja en esta lengua con bastante soltura. De niña no aprendió el euskera, pese a que Saint Palais era una localidad con mayoría de vascoparlantes, y eso le produjo un sentimiento de vacío. Pero ha dado pasos para revertir la situación, «porque cantar en euskera ha sido siempre mi gran pasión», declaró hace unos años. Hizo un curso intensivo en el barnetegi de Zornotza y últimamente dispone de un profesor particular para hacer prácticas. Ahora es euskaldun.
Describe así su experiencia del Camino: «880 kilómetros de ruta, hasta el cabo Finisterre, a través de ciudades y pueblos, mares, montañas, ermitas, iglesias, catedrales, albergues, hoteles, pensiones, cenas, aperitivos, amigos de un día o de más, momentos de gracia, ampollas, un poco de lluvia, mucho sol y bastantes reflexiones, demasiadas».
Ampollas en los pies
La más dura fue la segunda etapa, la que comenzaba en Saint Jean de Pied de Port y finalizaba en Roncesvalles. «Fue dura sobre todo porque estaba al comienzo del Camino. Pero iba preparada, pues ya meses antes me había puesto en manos de un 'coach', que me había diseñado un plan de entrenamientos. Pero, de todas formas, luego tuve algunos días malos por las ampollas en los pies».
Comenzó el Camino sola. Luego fue haciendo amigos, unos de un día, y otros de los que no se olvidan «como Jacques, de La Rochelle, y Víctor, de Valencia».
«El Camino me ha ayudado a conocerme mejor a mí misma y me ha permitido reflexionar sobre lo que quería hacer en el futuro. Antes de ponerme a caminar ya sabía que iba a tener consecuencias en mi faceta de artista. Pero, de todas formas, en el Camino no he podido componer ni pensar en letras concretas, porque quería vivir el instante, el día a día. No quería que el peregrinaje fuera trabajo, obligación. Luego, una vez de vuelta, he reunido y ordenado ideas».
Entre Santiago de Compostela y Finisterre recibió la visita de dos de sus más estrechos colaboradores artísticos: el guitarrista Jerôme Levatois y el cantante Patxi Garat.
Para Anne, el peregrinaje a Compostela «ha sido una búsqueda espiritual y cultural. Recé en cada iglesia en la que entré. Seis meses antes de partir, nos dejó mi abuela Annie, a la que estaba muy unida. Desde la muerte de su marido, hacía cuarenta años, de un cancer fulminante, estaba enfadada con la iglesia. Sin embargo, cuatro días antes de su partida, pidió ver a un sacerdote en Cambo-les-bains, donde residía. Allí nos encontramos rezando en torno a su lecho mi hermana Marie, mi prima y yo misma junto con el padre Anchordoqui. Soy de confesión católica y como muchos niños del País Vasco interior hice mis dos comuniones, la confirmación, años de catecismo, sin duda más por tradición que por convicción profunda o debido a una 'llamada divina'. Pero algo pasó aquel día dentro de mí, nunca había sentido hasta qué punto puede ayudar creer en esos momentos».
«Todo lo que vi, escuché, viví, ha nutrido este disco», prosigue la artista. «El sonido de las campanas de Santiago de Compostela y de todas las ciudades y pueblos por los que pasé, me inspiró la canción 'Kanpaiak'. La capilla de Zabaldika, en Navarra, me dio la inspiración para cantar el Ave Maria, un 'Agur Maria' clásico y con música tradicional, que grabamos en la Colegiata de Zenarruza, situada en el Camino del Norte, en la más pura tradición, con voces masculinas -las del coro Bihotz Alai, de Getxo- y órgano, con toma directa».
El nuevo disco ofrecerá también una canción titulada 'Gurekin egon', que ya fue interpretada por Anne en la iglesia de Saint Palais, en los funerales por sus dos abuelas. Una había fallecido algo antes de comenzar el Camino; la otra, a la vuelta de la peripecia.
En el disco 'Compostelle' intervienen también los niños del coro de la ikastola 'Paz de Ziganda', «que está situada a pocos metros del Camino, a la entrada de Pamplona. Son voces muy puras, se les nota la inocencia. Esas voces, casi angelicales, reforzaron mi fe en el futuro en general y también en el de la lengua vasca. Conocí a esta coral infantil por casualidad, en un concierto privado, para la Caja Laboral, en el que nos hicieron coincidir».
Durante la aventura compostelana se cruzó con tantos peregrinos y escuché tantas veces '¡Buen Camino!', que una canción del disco se llama así.
Las voces de los niños malgaches que encontró cuando colaboraba con la asociación Solidarité Madagascar «vinieron a confirmar que podemos ser todos hermanos, sean cuales sean nuestras creencias y orígenes, y eso reflejo en la canción 'Santiago'.
Además, el amigo Eduardo Makaroff y su hermano Sergio han escrito la canción 'Una cita conmigo', en la que indagan sobre lo que el peregrinaje ha supuesto para Anne.
Cuando llegó al cabo Finisterre, en lo que antes se interpretaba como el fin del mundo, Anne experimentó un cúmulo de sensaciones que ha intentado plasmar en la pieza 'Lau haizetara', que es justamente la elegida para promocionar el nuevo disco en la página web de la artista.
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