Abren un gimnasio en Azkoitia como homenaje a su amigo fallecido: «Hemos cumplido nuestro sueño y el de Ugaitz»
Homenaje ·
Urtzi Odriozola e Iñigo Soraluze, dos azkoitiarras de 25 y 26 años, han abierto el gimnasio 'Uga' en recuerdo a su amigo fallecido en un accidente de moto en 2020, proyecto que querían formar juntosUrtzi Odriozola e Iñigo Soraluze han convertido una gran noticia como es la apertura de una nueva empresa en un emocionante homenaje a un gran ... amigo que perdieron hace cuatro años. Los dos jóvenes azkoitiarras de 25 y 26 años han abierto esta semana las puertas del gimnasio 'Uga', y además de cumplir sus sueños, también han cumplido el de Ugaitz Kerejeta, azpeitiarra que falleció con 22 años el 25 de agosto de 2020 en un accidente de moto en Azpeitia, trágico suceso en el que el conductor del coche involucrado, Julen Delgado, de 20 años, también murió.
«El sueño de Ugaitz era abrir un gimnasio, el mío también y a menudo hablábamos de cómo podríamos hacerlo», expresaba ayer Urtzi al recibirnos en un centro de entrenamiento con olor a nuevo donde la emoción del día anterior, el de la inauguración con más de doscientas personas y los familiares efectuando el corte de cinta, todavía era palpable.
Ugaitz y Urtzi forjaron su amistad «hace siete años», cuando ambos coincidieron en el grado superior de Enseñanza y Animación Sociodeportiva que cursaron entre 2016 y 2018 en San Sebastián. «Empezamos como compañeros de clase, pero pronto nos hicimos muy amigos», recuerda. «Sabía quién era porque en Azpeitia y Azkoitia nos conocemos todos, pero no tenía relación con él hasta empezar el módulo. A partir de ahí el día a día lo hacía con él. Entablamos una gran relación y esto va en su recuerdo», pronuncia la frase mirando las numerosas referencias que tiene hacia Ugaitz la instalación, ubicada en los pabellones 113 y 114 del polígono industrial de Oinartxo en Azkoitia.
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Él no está presente solo en el nombre. Nada más entrar al vestíbulo hay un dibujo en un cuadro con los rostros de Urtzi, Ugaitz e Iñigo colgado en la pared, una mano de madera en la mesa de la recepción que imita un gesto que hacía el azpeitiarra, una txapela con el lema 'Zure ametsak egi bihurtuz' ('haciendo realidad tus sueños') serigrafiado, y ya dentro está colgada la camiseta con la que Ugaitz jugaba en el primer equipo del Lagun Onak con el '8' a la espalda y su nombre escrito con luces de neón. «Ha estado presente desde el principio hasta el final de este proceso. Ahora lo va a seguir estando para toda la vida, al menos mientras nosotros estemos aquí».
Los trayectos de ida y vuelta a Donostia, las horas en clase y las piras, «donde realmente se fortalecen las relaciones», bromea Urtzi, dieron para muchas conversaciones y proyectos de futuro. «Llevo queriendo montar mi propio gimnasio desde hace muchísimos años. Ugaitz empezó a trabajar como entrenador personal en Azpeitia cuando terminó el módulo. Tenía un gimnasio pequeño, se llamaba FullGas», apunta, «pero se le quedaba corto y quería ampliarlo y hacer algo como esto que hemos conseguido construir».
Rescata que «en la cuarentena», meses antes del accidente, «hablamos mucho de qué se podría hacer, cómo… Siempre con esa idea de poder hacerlo juntos en un futuro. Luego podría haber salido o no, eso nunca lo sabremos», se resigna, «pero los dos hablamos mucho de trabajar en nuestro sueño».
El alma del proyecto
Ugaitz es el alma de este proyecto que comenzó a tomar forma hace año y medio. Iñigo Soraluze, de la cuadrilla, «me planteó crear este gimnasio y nos pusimos a trabajar en ello sin pensarlo dos veces». Destaca de su amigo y ahora también socio que «tengo mucha confianza en él y los dos nos entendemos muy bien», tanto que apenas hubo que mediar palabra para decidir cuál iba a ser el nombre del gimnasio. «Fue muy al principio. Iñigo, a la vez que me preguntaba qué nombre le íbamos a poner, me dijo: 'Yo sé cuál quieres, y yo también quiero ese'». Es así como le llamaban los amigos. Uga.
El siguiente paso fue consultárselo a la familia, y la respuesta fue en la misma dirección de la buena fe que lleva este proyecto. «Les gustó desde el principio». Transmite Odriozola que «para ellos también la apertura del gimnasio ha sido muy importante y nos han mostrado su ilusión por que hagamos esto por Ugaitz, hemos mantenido el contacto en todo momento».
Cualquiera que se haya visto envuelto en un trabajo de formación de una empresa será conocedor de todos los tediosos procesos financieros y burocráticos que hay que superar. «Ha sido año y medio de muchas emociones. Económicamente es un gran esfuerzo porque la maquinaria es cara, la obra también… Pero con ilusión y fuerza es posible conseguir todo», afirma. «Hemos tenido muchos quebraderos de cabeza, pero la ilusión se ha impuesto y a base de trabajo hemos conseguido cumplir nuestro sueño y el de Ugaitz».
Preguntado por si ha habido algún momento de debilidad en el que veía que el gimnasio no iba a salir adelante, niega rápidamente con la cabeza. «Ni uno. Sabíamos que no iba a ser fácil, pero creíamos en nosotros». Además, en esta ocasión ha tenido un argumento más para no bajar los brazos. «Ugaitz ha sido ese punto importante que en momentos difíciles y de dolores de cabeza nos ha hecho pensar: 'egurra Ugaitzengatik'. El apoyo de la familia y de toda la gente cercana a Ugaitz nos ha dado muchísima fuerza para cumplir con nuestro objetivo. En otro escenario hubiésemos tenido por supuesto esa ilusión, porque el proyecto es muy bueno, pero tener a Ugaitz como referencia ha sido muy importante».
El resultado, además de un amplio gimnasio con zona para más de cincuenta máquinas, para crossFit y clases grupales, fue la bonita ceremonia en la que se convirtió la inauguración del domingo. «Hubo unos bertsos y uno de la cuadrilla de Ugaitz volvió a cantar una canción que compuso para el entierro. El acto fue muy emotivo, vino mucha gente, hubo muchas lágrimas… A la gente le ha llegado el porqué de este gimnasio».
'Uga' estará orgulloso de comprobar que tiene unos amigos de verdad que no se han olvidado de cumplir su sueño.
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