«Tenemos que ir con mascarilla porque el fuego está muy cerca»
Una joven de Irun relata la intranquilidad que invade a los vecinos de Tornavacas, el pueblo donde veranea cerca del Valle de Jerte y que ve aproximarse las llamas
«El fuego está muy cerca. Sales a la calle y ves las llamas desde el pueblo». Así describe Ainhoa Pérez la situación que están ... viviendo ella y miles de personas por los incendios que están calcinando muchos puntos del país. Esta joven de Irun acostumbra a pasar el verano con su abuela en Tornavacas (Cáceres), un pequeño pueblo cercano al Valle del Jerte, zona muy castigada estos días por uno de los incendios más graves que Extremadura ha vivido jamás. Lo que debería haber sido un verano como cualquier otro, se ha convertido en una experiencia marcada por la preocupación.
«Están siendo unos días muy complicados», define Ainhoa. En medio de esta situación, la irundarra pone de relieve la inquietud de los habitantes de Tornavacas , a pesar de que no están en el foco del incendio. «Subes un poco el pueblo y se ven las llamas en el monte. Y el humo se ve desde cualquier punto de la localidad. Por las noches es cuando más impacta. Desde ayer (por el lunes) hay algo menos de humo, pero todavía se aprecia», resume.
Tornavacas no ha sido directamente afectada por las llamas, pero el fuego arde a solo diez minutos de distancia. Las autoridades del municipio han pedido a los vecinos que utilicen mascarillas en la calle. Especialmente a aquellas que sufran de problemas respiratorios, como es el caso de su abuela Pilar, para evitar complicaciones con la mala calidad del aire. «Sales a la calle y notas el mal olor, es inevitable. Mi abuela no sale de casa sin la mascarilla por precaución», comenta Ainhoa.
El día a día de esta familia, como el del resto de los habitantes y veraneantes ha cambiado. El acceso a la piscina municipal se ha prohibido porque «los helicópteros recogen agua de ahí» y muchos vecinos se «agobian» al ver tan cerca el peligro, sin poder intervenir. Algunos han intentado acercarse a echar una mano en las tareas de extinción, pero las autoridades se lo prohíben por seguridad. «La gente quiere subir a ayudar, pero la Guardia Civil no cede», explica Ainhoa, que reconoce que el ambiente en el pueblo es de preocupación aunque todos esperan que el fuego no se expanda hacia ellos.
En las zonas afectadas cercanas ya se han producido evacuaciones y el trabajo de los servicios de emergencia no cesa. Los vecinos están al tanto de cada actualización. Las autoridades mantienen la alerta máxima y continúan reforzando las medidas preventivas para evitar que las llamas se expandan a más territorios.
Miles de hectáreas han ardido en diferentes puntos del país y lugares como Extremadura se enfrentan a fuegos extremadamente agresivos, Las llamas en el Valle del Jerte ya han dejado más de 15.000 hectáreas calcinadas y han obligado a desalojar a vecinos de pequeños pueblos y a extremar la precaución en toda la zona.
«Sin poder ayudar»
El humo y el miedo se extienden. Helicópteros, medios terrestres y equipos de voluntarios trabajan para frenar las llamas que, alimentadas por la sequía y el calor, avanzan por montes y valles. Las autoridades recomiendan limitar actividades al aire libre, usar mascarillas donde el aire se vuelve contagioso y seguir estrictamente las indicaciones de la Guardia Civil.
Por ahora, Tornavacas espera con incertidumbre y cautela. Ainhoa y su abuela, como muchos otros vecinos, se protegen del humo y siguen atentos las indicaciones de las autoridades. La amenaza permanece cerca, pero confían en que las medidas tomadas y el trabajo de los equipos de emergencia eviten que el fuego avance y que todo «pueda volver a la normalidad cuanto antes».
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