Irun
Cuando la magia del cine se cruzó en la vía hacia OiassoMertxe Urteaga, MªJosé Noain y Aizpea Goenaga, las tres mujeres que han dirigido el Ficab, repasan la trayectoria del festival
Recién estrenado el siglo XXI, Irun volvía la vista 2.000 años atrás a su pasado romano. El museo que se planificaba en la ... calle Escuelas precisaba de un proyecto que lo dotara de reconocimiento social. El entonces concejal de Cultura, Fernando San Martín, encargó a Arkeolan un «plan de difusión o comunicación» de cara al futuro museo, y la primera opción que se puso sobre la mesa fue un ciclo de conferencias. «¿Otra vez conferencias?», cuestionó la arqueóloga Mertxe Urteaga. Le preguntaron si había alguna otra alternativa. «Yo creo que sí», respondió.
Era el año 2001 y Urteaga acababa de regresar de un congreso en Gales, «donde habían proyectado un documental sobre cómo se hacía hierro en África». La arqueóloga quedó tan fascinada por el audiovisual que no dudó en hacerse con una de las pocas copias en VHS, «y la fui proyectando en diversos sitios en los que había afición a la historia del hierro». Esa experiencia inspiró su propuesta: «buscar documentales como ese y a gente que dominase las materias que trataban, y organizar proyecciones comentadas». Aún no lo sabía, pero acababa de plantar la semilla de un festival único en todo el Estado, el Ficab que desde hace veinticinco años coloca a Irun en el selecto mapa internacional del cine arqueológico.
El desayuno romano se llenó
La cita tuvo en sus primeras ediciones un formato de muestra, sin el carácter competitivo que adquiriría en su cuarta entrega. Bajo la dirección de Urteaga, el Ficab se presentó ante los medios aquel otoño: «incorporamos a la periodista Begoña del Teso al comité, y ella nos dijo que esto había que presentarlo a lo bestia. Organizamos un desayuno romano en Donostia, con la ayuda de David de Jorge. Teníamos el cartel, teníamos el programa; pusimos en los casilleros de toda la prensa acreditada la invitación a la presentación. La sala se llenó», y el Ficab echó a andar.
Se llenaba, también, la sala de conferencias del Amaia en la que se celebraron las proyecciones de las primeras ediciones. «El tercer año hubo que repetir una proyección sobre Atapuerca porque se quedó mucha gente fuera». El festival saltó al auditorio «y empezó a crecer y a crecer». El año pasado, el Ficab marcó su récord: más de 2.000 espectadores. La cita tiene muchos fieles, pero también ha ido sumando nuevos públicos que descubren cómo la magia del cine puede impregnar un documental arqueológico y convertir su visionado en una experiencia tan entretenida como enriquecedora. «Todo el mundo que viene coincide en que aprende mucho sobre distintos temas. El Ficab tiene un formato que viene muy bien para comunicar y hacer didáctica la arqueología».
El Ficab, «mi niña bonita»
Urteaga dirigió el Ficab hasta 2017, cuando tomó las riendas del mismo MªJosé Noain, que ya formaba parte del equipo organizador del festival desde hacía una década: «trabajé en muchos proyectos bonitos e interesantes en el Museo Oiasso pero el Ficab era, para mi, mi niña bonita», recuerda con cariño. Noain no deja pasar la ocasión de «transmitir un gran zorionak al Ficab, a su directora Aizpea Goenaga, a todos mis compañeros y compañeras del museo con los que compartí la organización del festival y a Mertxe Urteaga, la creadora del certamen». Conserva muchos buenos recuerdos de aquellos años en que formó parte del motor del festival, pero se queda con un momento concreto de 2017: «fue increíble poder traer a Eudald Carbonell», quien fue codirector del Sitio arqueológico de Atapuerca. «Fui la moderadora del coloquio en el que participó. Estar sentada en el mismo espacio que él, una de las grandes figuras internacionales de la arqueología, fue inolvidable. Esa es una de las grandes maravillas del Ficab: no se trata solo de sentarte en la butaca a ver una película, sino que ofrece la oportunidad de compartir tiempo y espacio con quienes están detrás de esos proyectos de investigación».
Aizpea Goenaga es la directora de la cita desde 2019, y en la presentación de esta edición recordó con agradecimiento y cariño tanto a Urteaga como a Noain. En este aniversario redondo, destaca esos 25 años de trayectoria y «la colaboración» que ha ido reforzando el festival edición tras edición. Desde el equipo que organiza la cita «nos sentimos muy orgullosos». Este año han querido «hacer algo especial y que perdure», y el propósito ha tomado la forma de un encuentro que este jueves reunirá en Irun a representantes de los museos que proyectan películas del Ficab a lo largo del año. Entre los asistentes estará Isabel Izquierdo, directora del Museo Arqueológico Nacional. El encuentro «nos va a permitir mejorar y aumentar el impacto del Ficab. Queremos sentar las bases para fortalecer el festival y que siga siendo un referente a nivel internacional», explica Goenaga.
Tres mujeres al mando
Las tres protagonistas de estas líneas ilustran otra de las particularidades del Ficab: es difícil encontrar un festival cinematográfico cuya temática no esté ligada específicamente a cuestiones de género y que, en más de dos décadas de trayectoria, haya tenido siempre a mujeres al mando. «Solemos decir que, cuando una mujer dirige, a su alrededor hay mujeres porque crea su equipo sin sesgos de género, filtrando en función de la valía y el mérito», apunta Mertxe Urteaga.
Mª José Noain recuerda que en 2017 incluyó en el folleto anunciador del Ficab un párrafo que hacía referencia a cómo las mujeres, «como en otros campos, también tenemos mucho que decir en arqueología». Destaca que, además de en la dirección, en el equipo de trabajo del Ficab la presencia femenina es destacada «y a lo largo del tiempo hemos ido viendo cómo cada vez hay más arqueólogas y directoras como protagonistas de las películas».
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